En una encuesta a 1.205 usuarios de redes sociales, el 9,2% declaró haber sufrido un bloqueo encubierto | Foto: Adobe Stock

Las redes sociales no duermen, aunque puede que, a veces, la propia plataforma nos obligue a ello y nos haga invisibles. Esto es lo que se conoce como shadow ban o bloqueo en la sombra. Algunos influencers, periodistas o celebridades lo han alertado, viendo como sus entradas o historias publicadas no llegan a la audiencia. «Se bloquea a un usuario sin que el afectado sea informado, es decir, se hace de forma oculta, en la sombra. Permite limitar la participación de un usuario y al mismo tiempo evitar que reaccione, pues desconoce que está siendo bloqueado«, explica Silvia Martínez, directora del máster de Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). En pocas palabras, sufrir shadow ban significa que el contenido creado parece ser visible, pero no lo es. Además, la red no lo recomienda (ni en la página de Explorar, ni en el Feed, ni en los Reels) o ni siquiera puede encontrarse a través de la herramienta de Búsqueda. «Es un fenómeno que no solo va ligado a dinámicas internas y de transparencia de las plataformas, sino que también es usado como queja habitual de algunos creadores de contenido cuando consideran no haber llegado a la visibilidad merecida«, comenta Alexandre López-Borrull, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. 

Las compañías no reconocen esta práctica

Lo que queda aún por descubrir es qué ganan las plataformas con este baneado y qué criterios usan. Obviamente, la mayoría de las plataformas no reconocen de forma explícita esta práctica. «Estas compañías presentan una serie de normas sobre qué contenidos no están permitidos y las acciones que pueden llevarse a cabo en caso de que las normas se incumplan, pero en la práctica nos encontramos que la visibilidad de los contenidos y su alcance se ven condicionados por la aplicación de unos algoritmos cuyas dinámicas son bastante desconocidas«, advierte Martínez. En esta línea, López-Borrull considera que estos algoritmos y técnicas pueden ser utilizados como una forma de control. Las plataformas han afirmado que reducen algorítmicamente la participación de aquellos usuarios con contenido «límite» o bien «sensible», «dañino», «indeseable» o «censurable», tomando adjetivos diferentes según la red. «Usan esta tecnología para cumplir con los requerimientos que se les piden por parte de los gobiernos de controlar los contenidos, sobre todo en temas sensibles y en relación también con la desinformación; llevan a cabo toda una serie de filtros que a veces no son suficientemente transparentes», añade.

En una encuesta realizada por el Center for Democracy and Technology (CDT 2022) a 1.205 usuarios de redes sociales, el 9,2% declaró haber sufrido un bloqueo encubierto. La plataforma con el mayor porcentaje de usuarios que creían haber sufrido shadow ban fue Facebook (8,1%), seguida de X (4,1%), Instagram (3,8%) y TikTok (3,2 %).  

Ciertos grupos y comunidades sufren más shadow ban

Para Martínez, aplicar el shadow ban tiene una doble función: permite limitar el alcance de ciertos contenidos y —si realmente no es percibido— evitar críticas sobre la aplicación de «censura». En temas vinculados al ámbito de la política o cuestiones de gran impacto social, como la COVID-19, la guerra de Ucrania o la crisis humanitaria en Gaza, muchos usuarios han denunciado que sus publicaciones fueron silenciadas. Según el informe, ciertos grupos o movimientos sociales han recibido una moderación de contenidos más «frecuente y dura» en Facebook, Twitter, Instagram y TikTok: por ejemplo, usuarios de la comunidad negra, del movimiento Black Lives Matter y del movimiento LGBTIQ+.

«Tu libertad de expresión y tus derechos pueden verse comprometidos por unos criterios técnicos«, advierte López-Borrull. La mayoría de los usuarios creían haber sido bloqueados por sus opiniones políticas (39%) o sus posturas sobre cuestiones sociales (29%). En algunos casos, las plataformas han pedido disculpas (como sucedió con el #BlackLivesMatter y #GeorgeFloyd y TikTok), pero en muchos otros casos, como la guerra en Gaza, Meta lo atribuyó a un error. Bugs, contenido poco interesante o sospechoso de infringir las normas son excusas comunes por parte de las plataformas para defenderse del shadow ban. «Suelen justificarlo por fallos o cambios en el algoritmo o incluso lo achacan a periodos de revisión de un contenido que era sospechoso de infringir las normas y que, por ello, temporalmente ha perdido su visibilidad o no ha sido recomendado», advierte Martínez, investigadora del grupo GAME. A la vez, el engranaje técnico que nos hace «ser visibles», llegar a nuevas audiencias y ser recomendado por la plataforma también es una incógnita. «La queja o la crítica al sesgo aparece tanto en positivo como en negativo. Tan importante es considerar por qué somos recomendados como por qué no somos recomendados. En ambos se aplican unos criterios que es necesario conocer», explica López-Borrull, también investigador del grupo GAME.  

¿Aliado o enemigo de la desinformación?

Del mismo modo, el shadow ban puede considerarse una herramienta que contribuye a la desinformación en línea o la prevención de esta. «Podría pensarse que, si se aplica para aquellos contenidos generados por bots o cuentas falsas, esta práctica podría reducir el alcance de campañas de desinformación, pero del mismo modo podría llevar a invisibilizar voces que luchan contra la desinformación», comenta Martínez. Precisamente, la desinformación encabeza la lista de los principales riesgos que afronta el mundo a corto plazo, según el Foro Económico Mundial. 

Ser consciente del shadow ban no es fácil, pero existen algunas formas para intentar descubrirlo: usar una segunda cuenta y buscar ese contenido, revisar el estado de la cuenta o el alcance de la publicación. «Es complicado conocer el alcance real del shadow ban, porque es una práctica que se oculta. Los estudios realizados se basan en análisis de ciertas cuentas, contenidos o periodos y, por tanto, con resultados acotados. También se realizan encuestas que suelen basarse en la percepción y, por tanto, en la sensación o creencia que tiene un usuario de haber sido bloqueado o limitado», comenta Martínez. Según el informe, el 54% de los usuarios sometidos a shadow banning afirmaron que el bloqueo les hacía sentirse aislados y apartados de su grupo social, comunidad o de la sociedad en general.

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