Sánchez encara la primera reunión a tres con el objetivo de que no sea la última

Ciudadanos y Podemos llegan a su cita con el PSOE más enfrentados que nunca. Sánchez sigue viendo posible un acuerdo que contente a ambos, mientras Rivera e Iglesias intercambian descalificaciones y le conminan a optar por una vía u otra.

“Alguno se pensaba que iba a ser la Conferencia de Yalta”. Un parlamentario del PP ironizaba ayer con estas palabras sobre las expectativas que se crearon al anunciar la reunión entre los equipos negociadores de PSOE, Ciudadanos y Podemos. La cita, largamente perseguida por Pedro Sánchez, se celebrará finalmente este jueves a las 16.30h en la sala Lázaro Dou del Congreso y a ella llegan los partidos emergentes abiertamente enfrentados. Pocas veces parecieron Albert Rivera y Pablo Iglesias tan lejanos, en formas y fondo, como ahora.

Sánchez adoptó ayer un perfil presidencialista mientras sus potenciales socios se atacaban

Si Yalta supuso el comienzo efectivo de la Guerra Fría entre EE. UU. y la URSS, el encuentro de hoy tiene toda la pinta de que visualizará con crudeza la sima que separa a los proyectos naranja y morado. Sus líderes dedicaron el pleno de la víspera a cruzar duros reproches, incurriendo incluso en el ataque personal. Iglesias criticó la supuesta falta de solidez intelectual de Rivera tachándolo de “cuñado” y éste le respondió blandiendo las conexiones de Podemos con Venezuela e Irán y recordándole los casos de nepotismo que afectaron a cargos de su partido.

Más allá de lo literal y de los respectivos argumentos, las actitudes de uno y otro destilaron una rivalidad manifiesta, rayante en la aversión e incompatible con un entendimiento programático que el PSOE sigue vendiendo como factible. Y ello pese a que el martes también fracasó en su intento por poner de acuerdo a los tres partidos contra la Ley Wert y escenificar así que existen espacios de consenso entre ellos.

Sánchez llega, pues, a la bifurcación definitiva en su intrincado camino a La Moncloa. O cumple con su promesa y mantiene hasta el final el pacto con C’s -esperando el improbable milagro de que PP o Podemos lo bendigan in extremis– o explora un acuerdo con Iglesias que, de llegar a una sesión de investidura, pueda ser consentido por los nacionalistas. Si no, habrá nuevas elecciones el 26 de junio.

Los socialistas rechazan este escenario y mantienen que el pacto a tres es posible. “Vamos a convertir las incompatibilidades en afinidades”, garantizó Antonio Hernando el martes, cuando C’s engordó sus exigencias al plantear entrar en el futuro Gobierno y advertir que solo aceptará el apoyo de Podemos al pacto Sánchez-Rivera ya firmado. Ayer, mientras los emergentes intercambiaban dicterios, el líder socialista volvía a explotar un perfil presidencialista. Constantemente habló en clave de futuro, sobre lo que “haría” su Gabinete, y cargó contra Mariano Rajoy y la “eterna siesta de la que si todo va bien pronto le despertaremos”.

"Gobierno a la valenciana"

Pero pocas cosas pueden ir bien en la negociación a tres. Pese a la relajación de las condiciones de Podemos y al optimismo que tal cosa ha despertado en filas socialistas, la animadversión de los emergentes imposibilita la “vía 199” que Sánchez busca para acceder al poder. Siempre le quedaría la opción del “Gobierno a la valenciana”, pero eso implicaría la ruptura con C’s y la aceptación de la ayuda independentista. Dos cosas a las que el PSOE se ha negado con contundencia.

Desde el PP se considera que es posible y ven en la reunión secreta que Sánchez mantuvo con ERC -ayer difundida- una muestra de ello. La diputada Celia Villalobos ha sido quien más gráficamente lo ha expresado: “A Sánchez solo le importa su culo”.

La izquierda presenta la reunión de hoy como exploratoria y C’s asume que puede haber una segunda cita

Para evitar el naufragio de la esperada cita, el PSOE rebaja las expectativas y la califica de contacto exploratorio. Algo en lo que también coincide Podemos, igualmente interesado en demostrar que intenta un pacto. En su caso, degrada la importancia de la reunión hasta hasta la categoría de “aterrizaje”, es decir, una introducción del proceso que estaría por venir. Ciudadanos reniega de esta estrategia y quiere entrar en materia desde el principio, planteando la mencionada condición de que Iglesias permita desarrollar el programa de El Abrazo.

El número dos naranja, José Manuel Villegas, dijo ayer que se sentarán para comprobar si en Podemos “hay una voluntad de poder apoyar ese proyecto de Gobierno que tenemos firmado socialistas y Ciudadanos”. El hecho de que las fuerzas de izquierda lo planteen como una toma de contacto lleva al partido naranja a resignarse y aceptar que seguramente haya una nueva cita, pero bajo las mismas condiciones. “No sé si eso se va a dirimir en una reunión o en dos, lo que está claro es que tampoco vamos a abrir un nuevo periodo de negociaciones en el que el acuerdo que ya existe entre Ciudadanos y PSOE se abra en canal y empecemos a negociar frase por frase”, zanjó Villegas.

Así que tras el sucedáneo de Yalta lo más probable es que llegue el de Potsdam, pero la Guerra Fría será inevitable antes o después. Lo que no habrá es foto de los tres líderes juntos: PSOE y C’s delegarán en sus equipos, mientras Iglesias encabezará a los negociadores de Podemos. Si, como se prevé, acuden los tres grupos al completo, alrededor de la mesa habrá 21 personas. Y un solo destino.

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