El presidente de Ciudadanos reivindicará sus orígenes y la lucha de su partido contra el nacionalismo para tratar de consolidarse como alternativa al bipartidismo y a Podemos. Cultivar un perfil de estadista y marcar distancias con el PP serán también ejes de su discurso.

La maquinaria electoral de Ciudadanos ya está a pleno rendimiento. Con las candidaturas de Albert Rivera a La Moncloa y de Inés Arrimadas a la Generalitat lanzadas, los esfuerzos se centran ahora en la organización del proceso de primarias que los proclamará y en empezar a perfilar sus respectivas campañas. Este año no habrá vacaciones de verano en la formación naranja.

Ciudadanos se juega la consolidación a nivel nacional en las elecciones más abiertas desde la Transición, escenario que favorece aventuras como la que acaba de iniciar Rivera. Tras ocho años en el Parlamento catalán, el presidente de Ciudadanos quiere disputarle las generales a PP, PSOE y Podemos, y precisamente convertirá esa trayectoria en la Cámara catalana en uno de sus ejes de campaña.

Ya en la presentación de su candidatura a las primarias hizo múltiples referencias a ello, a su “tierra”, a lo fundamental que es reconocer la diversidad de España al tiempo que se trabaja por su unidad. “Como barcelonés, como catalán, como español y como europeo”, aseveró, se ve capaz de “contribuir” a esa labor, avalado sobre todo por la férrea oposición al nacionalismo desarrollada desde el nacimiento de Ciutadans hace una década.

El terreno donde más cómodo se siente

Con esta estrategia, Rivera mata varios pájaros de un tiro, tal y como admiten fuentes internas. Por un lado, se neutraliza el estigma de “novatos” que tratan de imponerles sus rivales políticos. Por otro lado, se erige como figura capaz de hacer frente a la deriva secesionista de Artur Mas, cuestión que marcará gran parte del debate político los próximos meses. Y además se consigue dotar de coherencia las dos campañas -catalana y nacional- al tiempo que se intenta llevar el foco al terreno donde más cómodo se siente Ciudadanos y más recorrido puede acreditar.

Rivera quiere presentarse como el Suárez del siglo XXI, el estadista que puede pilotar la ‘Segunda Transición’

En las próximas semanas se van a multiplicar las referencias de Rivera a su labor en Cataluña, a los esfuerzos dedicados a romper una espiral del silencio que mantenía cauterizada a la población no nacionalista, a lo conveniente que es que el proyecto regenerador que necesita España lo impulse alguien que se ha bregado en el terreno más hostil imaginable. Fuentes de la formación que trabajan en esa estrategia añaden que irá acompañada del permanente cultivo de un “perfil de estadista” acorde con los tiempos de “Segunda Transición” que parecen estar a la vuelta de la esquina.

En este sentido, Rivera incidirá en su propuesta de emprender unos nuevos Pactos de La Moncloa y de abordar consensos en materia de educación, justicia, reforma de la ley electoral o reforma de las administraciones públicas. La tercera pata de su discurso será marcar distancias con el PP, criticando abiertamente pero sin estridencias la gestión de Mariano Rajoy. En este punto es donde Ciudadanos reconoce tener más dificultades, ante los esfuerzos de Podemos y PSOE por etiquetarlos como marca blanca de los populares y ante la decisión de no recurrir a soflamas agresivas.

“Nosotros seguiremos apostando por situarnos en la centralidad regeneradora, marcando distancias con los partidos tradicionales y con los que solo quieren desalojar a los que mandan, presentándonos entre el inmovilismo y el sectarismo”, explica a SABEMOS el vicesecretario general de la formación naranja, José Manuel Villegas. Él fue el encargado de dirigir la campaña de mayo y también pilotará la de las generales, aunque insiste en que ahora no están pensando en eso: “La prioridad son las primarias y la confección de las listas electorales, del resto nos ocuparemos después».

La amenaza de que la polarización atrape a Ciudadanos

Sin embargo, prueba de que Ciudadanos está a pleno rendimiento electoral es que tiene ultimado el paquete programático en materia de educación, que será presentado el 27 de julio en un acto del estilo de los realizados para detallar las medidas económicas. Además, Francesc de Carreras y su equipo avanzan a buen ritmo en la parte relativa a la justicia y tampoco hay un respiro entre los responsables de comunicación para tratar de sintetizar las propuestas en eslóganes a reiterar en la campaña.

Sí reconoce Villegas lo difícil que puede ser colocar esos mensajes en un escenario de polarización como el que pretende dibujar el PP, con Podemos y el PSOE disputándose la hegemonía de la izquierda. “Ellos tratarán de jugar esa baza y puede suponernos un obstáculo pero no renunciaremos a nuestra apuesta”, expone. Lo que sí está claro es que Ciudadanos volverá a apostar por una campaña personalista, “con gran importancia de Albert, que es el líder nacional mejor valorado por los españoles”.

El partido presenta el día 7 sus propuestas educativas y está ultimando las relacionadas con la justicia

Por eso, pedirán un debate a cuatro con Rajoy, Sánchez e Iglesias o en su defecto encuentros cara a cara con todos ellos. Ciudadanos solo pone “dos condiciones: que sea en terreno neutral y que se haga sin excluir a nadie”. Esto deja en el aire la posibilidad de que se produzca en televisiones privadas, como sí se hubiera hecho hace unos meses de no oponerse el líder de Podemos. Viajando con Chester simuló un debate entre Iglesias y Rivera donde Pepa Bueno inquirió al segundo por el coste electoral que en el resto de España le puede suponer su origen catalán e incluso le preguntó si estaría dispuesto a cambiarse el nombre por ‘Alberto’.

El presidente de Ciudadanos lo negó rotundo y ya dio pistas en la respuesta de cómo pretende hacer de la necesidad virtud y superar ese presunto hándicap con el recordatorio de que ha sido quien más ha defendido la unidad de España en el territorio más difícil para hacerlo. Rivera considera que el país es lo suficientemente maduro como para no estigmatizar a un candidato por el mero hecho de ser barcelonés. Se ve capaz incluso de poner fin a los más de 140 años que lleva España sin ver a un catalán presidiendo el Consejo de Ministros. Francisco Pi y Margall en 1873 fue el último en hacerlo, obviando el breve periodo que el militar golpista Dávila Arrondo estuvo al frente de la Junta Técnica del Estado en la Guerra Civil. Parece imposible que pueda conseguirlo pero a ese escepticismo responde Rivera siempre con su coletilla favorita: «Imposible es solo una opinión».

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