Rita vivió los últimos años de su vida con graves secuelas causadas por los medicamentos mal prescritos | | Foto: Santiago Esteinou y Piano Producciones

Rita Patiño era una corredora rarámuri, amante del baile, el canto y las fiestas. Tenía conocimientos de herbolario y llegó a trabajar como partera.

Un día, su caminata la llevó tan lejos de su comunidad que, sin darse cuenta, dejó muy atrás su natal Chihuahua. Como buena rarámuri (tarahumara), Rita cruzó a pie decenas de ríos, barrancas y montañas.

El Pueblo Rarámuri es un pueblo indígena que habita en el norte de México, y cuya forma de nombrarse significa corredores a pie. Sus raíces son: rara: pie y muri: correr.

Una noche de 1983, Rita fue encontrada cansada y con miedo en una iglesia en Kansas, un estado ubicado en pleno centro de Estados Unidos. Quienes la encontraron no la entendían y por su apariencia, comportamiento y forma de hablar determinaron que padecía una enfermedad mental.

Sin acceso a un intérprete, Rita fue enviada a un hospital psiquiátrico e inadecuadamente diagnosticada con esquizofrenia. Durante 12 años permaneció privada de su libertad, mal medicada y despojada de sus derechos.

Derechos mermados

«Hubo un desconocimiento total de la cultura de la que provenía Rita y una falta de personas expertas de salud mental que pudieran hacer las evaluaciones psiquiátricas pertinentes en su idioma», indica Santiago Esteinou, director del documental «Mukí sopalírili aligué gawíchi nirúgame» («La mujer de estrellas y montañas»), basado en la historia de Rita.

«Son muchas formas de vulnerabilidades y de exclusión en una sola persona”, destaca el cineasta, quien desde que conoció el caso de Rita en un libro sobre personas corredoras, quedó impactado. Esto le inspiró a realizar la película en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

“Los derechos lingüísticos, y en particular los de las personas con lenguas indígenas, están estrechamente ligados con los derechos humanos”, destaca Esteinou. Mientras las lenguas dominantes invisibilicen a otras poblaciones, agrega, se seguirán mermando los derechos de millones de personas en las escuelas, los hospitales, los trabajos, la justicia y otros espacios.

En cuanto al acceso a la justicia, en particular, existe una amplia brecha social para las personas hablantes de lenguas indígenas. La formación de intérpretes jurídicos es una necesidad urgente para garantizar este derecho a todas las personas.

En el documental “La mujer de estrellas y montañas” se recrea la larga caminata de Rita Patiño desde la sierra tarahumara, al norte de México, hasta Kansas, en el centro de Estados Unidos | Foto: Santiago Esteinou y Piano Producciones

Cada dos semanas desaparece una lengua

De acuerdo con el Atlas de las lenguas en peligro de la UNESCO, en el mundo aún existen casi 7000 lenguas vivas, de las cuales el 40% corren el riesgo de desaparecer.
Este riesgo es considerablemente mayor para las más de 4.000 lenguas indígenas que resisten hoy en día, y que son especialmente vulnerables porque muchas de ellas no se enseñan en las escuelas ni se utilizan en espacios públicos.

Cada dos semanas, según la UNESCO, desaparece una lengua, llevándose con ello un patrimonio cultural e intelectual de conocimientos ancestrales y despojando de sus derechos humanos más fundamentales a millones de personas.

En la actualidad, la UNESCO estima que 250 millones de niñas, niños y personas jóvenes siguen sin asistir a la escuela y 763 millones de personas adultas no dominan las competencias básicas de lectura y escritura. La educación desde una perspectiva intercultural y que promueva la lengua materna apoya el aprendizaje, la alfabetización y la adquisición de idiomas adicionales.

«Es urgente la necesidad de conservar, revitalizar y promover las lenguas indígenas, es importante seguir impulsando en el día a día de la sociedad mexicana a la interculturalidad y el multilingüismo como habilitadores de otros derechos humanos de los hablantes de lenguas indígenas, como el acceso a justicia, a salud, a educación o a la identidad, entre otros», destaca la oficial nacional de Comunicación e Información de la UNESCO en México, Viridiana García.

Rita Patiño estaba feliz cuando salió del hospital psiquiátrico en el que estuvo encerrada 12 años. Imagen tomada del documental “La mujer de estrellas y montañas” | Foto: Santiago Esteinou y Piano Producciones

Recordemos a Rita para no repetirlo

Tras 12 años en el psiquiátrico y gracias a un equipo legal que la auxilió, Rita pudo volver a la Sierra Tarahumara en 1996. Todo parecía alegría con su libertad, pero los abusos y el maltrato no terminaron. Rita vivió los últimos años de su vida con graves secuelas causadas por los medicamentos mal prescritos.

De acuerdo con el documental de Santiago Esteinou, Rita nunca tuvo acceso real a la millonaria indemnización de la que había sido acreedora por la privación de su libertad en Kansas.

Su verdadera cuidadora, su sobrina Juanita, apenas recibió algunos dólares durante un tiempo, pero nunca supo el monto real al que tenía derecho. Con muy pocos recursos y en medio de complejas condiciones familiares y sociales, Juanita se hizo cargo de ella hasta su muerte, en 2018, cuando Rita se convirtió en una estrella.

Desde la cosmovisión del pueblo rarámuri, las estrellas juegan un rol clave. La comunidad tarahumara cree que provienen de ellas y que, al morir una persona, ésta se transforma en una estrella. Desde ahí nos ayudan, pero también pueden ver lo que hacemos y decimos, aseguran.

De ahí el nombre de la película. Y de ahí la idea de recordar a Rita no sólo en las estrellas, sino con acciones concretas que preserven y promuevan principalmente las lenguas indígenas. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.