Rebelión o Extinción Madrid delante de la sede de la multinacional Glencore, en Madrid

La campaña internacional de la red de activistas «Resist Glencore» en apoyo de las comunidades Yupka y Wayúu de Colombia ha llegado a Madrid, donde Rebelión o Extinción ha reivindicado frente a la sede de la multinacional Glencore «reparaciones por los daños provocados».

Denuncian que «Glencore es una de las mayores multinacionales del mundo (23ª por ingresos), con un historial de delitos y corrupción en casi todos los países donde opera. En Colombia, Glencore niega cerrar la mayor mina de carbón a cielo abierto del América Latina : El Cerrejón«.

Según Rebelión o Extinción la compañía «está provocando graves abusos medioambientales y sanitarios, y ha sido acusada de corrupción y graves violaciones de derechos humanos, incluso de expropiaciones forzadas y evacuaciones violentas de pueblos enteros para permitir la expansión de la mina».  

La mina de 69.000 hectáreas explota tierras ancestrales indígenas de los Yukpa y Wayúu. Está condenada por violar los derechos humanos y las leyes medioambientales. Además modificado más de 17 vías fluviales y ha afectado a otros 30. Consume 24 millones de litros de agua diarios. Y desde que se empezó a extraer, se han registrado 336.000 casos de síntomas respiratorios en la región, y los wayùu han informado de casi 5.000 muertes prematuras de niños en un periodo de diez años.

En 2021, Glencore anunció el cierre de la mina de carbón de El Cerrejón, en Colombia, debido a la débil demanda mundial de carbón. Sin embargo, en abril de 2022, en respuesta a la crisis energética en Europa, Alemania instó al gobierno colombiano a aumentar sus exportaciones. El negocio del carbón de Glencore sigue creciendo rápidamente debido a la crisis energética. En 2022 Glencore informó de beneficios récord, con 255.980 millones de dólares.

Rebelión o Extinción considera que la mina sigue funcionando «porque seguimos dependiendo demasiado de los combustibles fósiles. Así que las empresas siguen extrayendo impunemente combustibles fósiles, desafiando los derechos humanos y el medio ambiente». Por eso piensan que es esencial «obtener justicia y reparación para estas comunidades» y que «debemos hacer que se escuche a los ecocidas de Glencore y demostrarles que el mundo es consciente de su devastación y les pedirá cuentas, en cualquier parte del mundo».

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