La negociación a tres PSOE-Ciudadanos-Podemos nace muerta, pero ninguno quiere asumir el coste de parecer el responsable de ello. Los socialistas aspiran a mantener vivo el diálogo, escenario que centra políticamente a Sánchez y refuerza su perfil institucional.

Se reunieron alrededor de una mesa oval, porque no en vano lo que se proponía el PSOE era la cuadratura del círculo. Los representantes de Ciudadanos y Podemos ocuparon los extremos; los socialistas, las posiciones centrales. Naranjas y morados no se tocan ni cuando se sientan en la misma mesa. Y pasó lo que tenía que pasar, lo que los protagonistas venían anunciando por la vía de los hechos: los partidos emergentes evidenciaron su enorme distancia y la inviabilidad de fraguar un pacto que contente a ambos.

“Ya se lo han dicho a la cara”, se congratuló el socialista Antonio Hernando, que ve en ese escenario una posibilidad para el PSOE: muerta la apuesta de C’s -que triunfe el pacto de El Abrazo con la abstención de Pablo Iglesias o del PP- y muerta la de Podemos -lograr un acuerdo de la izquierda y que Albert Rivera lo permita- solo queda la vía de Pedro Sánchez: la unión de “las fuerzas del cambio”.

La lectura choca con la realidad. Ciudadanos y Podemos se declaran incompatibles y lo han manifestado en medios, en plenos del Congreso y también en la entrevista de ayer ante las narices del PSOE. Pero los socialistas se aferran a la falta de contundencia de los emergentes, que no les conviene mostrar excesiva intransigencia. Como no manifiestan un veto explícito y no se niegan a mantener nuevas conversaciones, el plan se mantiene vivo, según la lógica socialista.

Sánchez llevaba semanas persiguiendo la conformación de esta mesa, precisamente porque sería “muy difícil que alguien se levante” de ella. Lo manifestaban cargos socialistas en vísperas de la cita del jueves: quien rompa la negociación será el culpabilizado de las nuevas elecciones. Y el PSOE, más que cómodo en los asientos centrales de la mesa, no será quien lo haga. Aunque se aboque a un diálogo de sordos del todo improductivo.

Y en ese punto está el juego ahora. ¿Quién aguantará más? ¿Ciudadanos hablando de unas propuestas que dice incompatibles con su ideario o Podemos sentado frente a unos interlocutores que siguen manteniendo su pacto firmado hace más de un mes?

De momento, los de Iglesias han optado por el silencio. Renunciaron a dar su versión de la reunión, contrariamente a lo que hicieron sus compañeros de mesa y al proceder que ellos mismos han seguido desde el 20D: todos los encuentros anunciados con otras formaciones habían ido seguidos de declaraciones de un portavoz morado.

En esta ocasión, se ha aplazado la valoración. Iglesias reunirá este viernes a su grupo parlamentario y a su Ejecutiva y después dará su versión de lo acontecido ayer y de lo que pueda estar por venir. Una decisión sorprendente sobre la que el equipo del líder morado no dio más razones. ¿Quizá no había consenso entre los negociadores de Podemos -siete personas, incluyendo a Iglesias y a Errejón- sobre cómo responder? No sería la más peregrina de las explicaciones, a la luz delo acontecido en las últimas semanas en el partido.

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