El partido de Pablo Iglesias tiene opciones de ser la fuerza más votada en el Principado y en la comunidad foral, circunstancia que aliviaría el retroceso que con toda probabilidad sufrirá en el resto de España. La dirección se vuelca en la región asturiana, donde Errejón inició la campaña y donde se celebrará el domingo uno de los cuatro grandes actos electorales.

El asalto a los cielos tendrá que esperar. Podemos ha asumido ya que su estrategia triunfalista y el discurso ganador que sigue empleando en cada acto no tendrá la anhelada coherencia con los resultados electorales del próximo día 24, donde sólo aspira a ser primera fuerza en dos de las 13 autonomías que renuevan sus parlamentos: Asturias y Navarra.

El panorama ha cambiado mucho en unos meses y el partido de Pablo Iglesias ha pasado de liderar las encuestas a caer por debajo de PP y PSOE y ver cómo Ciudadanos le pisa los talones e incluso le alcanza en la mayoría de regiones. La posibilidad de pasar de competir por la victoria a luchar por la tercera plaza es ya una realidad, por mucho que cara a la galería los dirigentes sigan sin reconocerlo. El discurso oficial es que «Podemos sale a ganar en todas partes» pero el primer objetivo es ahora «cambiar la dinámica» negativa y salir de los comicios de mayo «con el mayor botín» posible, señalan fuentes internas.

Dicho botín difícilmente será gobernar en Madrid y Valencia, teniendo que conformarse con ser decisivos en las antedichas comunidades uniprovinciales. Aún así, se apela a que la ciudadanía mantiene «las ganas de cambio», igual que persiste «el alto número de indecisos» y se incide en que la formación morada se crece en las campañas para mantener el ímpetu en toda España.

Lo cierto es que ahora Podemos se daría con un canto en los dientes si logra implementar el ansiado «cambio» en esos lugares, para vender de cara a las generales -auténtico objetivo del partido- que su proyecto ya ha comenzado a triunfar.

La formación morada decidió en un principio echar el resto en las dos comunidades más importantes con elecciones el día 24, Madrid y la Comunidad Valenciana. El denominado eje de la A-3 es el símbolo del poder territorial del PP, partido con el que pretendía competir Podemos de tú a tú, y la idea era dar la batalla sobre todo en esas regiones para, si no ganar, quedar como primera fuerza de la izquierda y liderar Gobiernos progresistas de coalición. Las últimas encuestas, sobre todo la preelectoral del CIS, rebajan mucho esas expectativas. Podemos está muy lejos del PP en Madrid y Valencia, por debajo del PSOE y con Ciudadanos a 1 y 1,2 puntos de distancia respectivamente. Jarros de agua fría que se unen al de Aragón, donde los populares aparecen según el sondeo con posibilidades de seguir en el poder si logran que Albert Rivera se sume a su pacto con el PAR.

Negro panorama, pues, en tres de las cuatro comunidades marcadas en rojo para la campaña. De los grandes objetivos señalados en su momento solo aparece como realizable el de ser decisivo en Asturias. A la capital del Principado se desplazará Iglesias el domingo para afianzar la tendencia, protagonizando uno de los cuatro actos centrales de su campaña -un día antes celebrará el de Alicante y ya en la recta final los otros dos, en Zaragoza y Madrid-. Todos ellos en las autonomías clave, las únicas cuatro donde están realizando encuestas.

Dichos estudios internos mejoran la previsión del CIS en Aragón y les sitúan en empate técnico con el PP, aunque la dirección sabe que ese éxito sería directamente atribuido al candidato, Pablo Echenique, perteneciente al sector crítico. Ser determinante allí y entrar en un Gobierno de coalición de izquierdas sería un caramelo envenenado para el oficialismo de Podemos, máxime si hay debacle en el resto del país.

El izquierdismo de Asturias y la ingobernabilidad de Navarra

Algo similar ocurriría en Navarra, donde la cabeza de cartel, Laura Pérez, no solamente pertenece al sector crítico sino que está dispuesta a pactar con Bildu y a promover un referéndum sobre la anexión de la comunidad foral al País Vasco. Un escenario que sería letal para Podemos, desgastándole en el resto de España. La dirección del partido sabe que tendrá que manejar con tiento esa difícil situación y desde ayer empezó a asumir, por boca de su secretario general, que tendrá que negociar con Bildu, aunque marcando la línea roja de que se hará «bajo la premisa de la condena del terrorismo».

El horizonte que se dibuja en esa región, en todo caso, es el de la más absoluta ingobernabilidad. Con hasta ocho partidos repartiéndose los 50 escaños del Parlamento y los socialistas decididos a no pactar ni con el PP -que sería una de las hipotéticas muletas de un nuevo Gobierno de UPN- ni con la izquierda abertzale -una de las formaciones que se uniría a Podemos o Geroa Bai para desbancar a los regionalistas-, se hace difícil pensar en un escenario distinto al de repetición de las elecciones autonómicas.

Así las cosas, Asturias se erige como la región fetiche. La tradición de bastión de la izquierda del Principado -seis de los ocho presidentes que ha tenido en democracia han sido socialistas, con las únicas excepciones de Sergio Marqués de 1995 a 1999 y de Francisco Álvarez-Cascos de 2011 a 2012-, unida a la impresionante implantación que el partido de Iglesias tiene allí les hace soñar con ser primera fuerza.

Dos de los cinco eurodiputados de Podemos son asturianos –la secretaria de Rescate Ciudadano, Tania González, oriunda de Avilés, y Estefanía Torres, natural de Cudillero, que en marzo sustituyó a Echenique en la institución-, los niveles de afiliación son extraordinarios –cuentan con más de 4.300 militantes, casi el doble que IU- y allí no hay ni rastro de tensiones internas, el partido es una piña. Además, el CIS les sitúa en empate técnico con el PSOE y por delante del PP.

Todo ello hace soñar a los de Iglesias con dar el campanazo y les lleva a darle un trato de favor a esa comunidad, por encima de otras más grandes y pobladas. La dirección se ha volcado en Asturias, como muestra que el número dos, Íñigo Errejón, iniciara la campaña en Gijón o que Oviedo vaya acoger ese gran acto antes mencionado. Ante las dificultades sobrevenidas en Madrid y Valencia, Podemos se refugia en Asturias. ¿El objetivo? Poder decir aquello de «Asturias es España y lo demás, tierra reconquistada».

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