Parece que entre muchos de mis amigos no cae bien hablar de la querencia de Pablo Iglesias por hacerse con el poder absoluto dentro del partido. Rehúyen cualquier comparación que recuerde a antiguos regímenes para conservar la ficción, alentada por el propio Iglesias, de que su partido representa a algo nuevo en lugar de una reformulación de lo que ya conocemos.

Así pues, me veo condenado a no poder comparar a Iglesias con otros líderes ávidos de control orgánico. Imposible enfrentarle con Iósif Stalin, quizá el mejor ejemplo de la toma de poder dentro de un partido hasta convertir un cargo en una posición absolutista. Tampoco es justo recordar a Fidel Castro, quien se apropió del puesto de Primer Secretario en Cuba en 1965 y no lo soltó hasta 2011, casi medio siglo después. Más aceptable es, quizá, la comparación con Rosa Díez, madre amantísima y asesina de UPYD, cuya querencia por el control del partido y la anulación del debate interno estuvo entre las muchas causas de su rápida desintegración. 

Iglesias, en realidad, sólo puede compararse con He-Man. Un muñeco de Mattel convertido en serie de animación por Filmation. Si tengo que atender a las opiniones de aquellos de mis amigos que están entre sus partidarios, tienen mucho en común.

Para empezar, siempre tiene razón. Cualquier crítica u opinión volcada sobre Iglesias es, por el hecho mismo de serla, una agresión dirigida desde sectores contrarios al cambio en España. Si él es el cambio, atacarle supone atacar el cambio. No hagamos caso de los Skeletors que nos rondan y quieren desgastarnos el cambio… 

Asimismo, todos sus amigos le adoran. Da igual la situación del partido, que los hechos se empeñen en arruinar sus perfectos argumentos de venta o que se produzcan destituciones a deshoras. Errejón es para Pablo Iglesias como Cringer, un gatito bueno que, si es necesario, es capaz de convertirse en el Tigre de Combate. ¿Que encarna otra corriente dentro del partido? ¡Qué absurdo! ¡Con lo que todos se quieren ahí!

¿Y el resto? Teela, Man-at-arms, La Hechicera y Orko, todos ellos esenciales para el futuro de Eternia. Da igual que Fisto haya tenido que salir por la puerta de atrás, o los problemas de disciplina de Rotor y Ram-Man. Son todos una pandilla y se quieren más que los hombres del Cholo Simeone. Que nadie lo dude.

Para colmo, sus historias siempre tienen una moraleja. Podemos, como He-Man en Filmation, no utiliza nunca su espada. Y, si puede, evita golpear a sus enemigos. En la serie de Filmation, para poder entrar en horario infantil, te encontrabas con el héroe venciendo a sus enemigos con inocuos movimientos de wrestling. Las normas de los productores impedían utilizar la espada contra los humanos. Era violencia nacida para no violentar, como la revolución que surge para no revolucionar.

El de mis amigos es un enfoque que va mucho más de lo terrenal y entra en lo superheróico. Pablo Iglesias pide defender la belleza desde el núcleo irradiador con el mismo convencimiento que He-Man empleaba en gritar: ¡Por el poder de Greyskull, yo tengo el poder! 

Y vaya si lo tiene. Se lo ha ganado a espadazos, los veamos o no en la pequeña pantalla…

 

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