Iván Espinosa de los Monteros y de Simón nació en 1971. Cuando contaba 7 años y estudiaba la EGB, es decir, en 1978, «Cosmos», no la serie documental de Carl Sagan, que también es una sugerencia videográfica interesante, sino aquel libro de la editorial Anaya que difundía el conocimiento sobre las leyes de la naturaleza, ya hablaba del agua, sus usos y la contaminación. Quizás el pequeño Iván lo olvidó.
También el «amigo de los animales», el inolvidable naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, nos dio lecciones que solo quien carece de un mínimo de sensibilidad hacia la vida se atrevería a infravalorar u olvidar, porque muchos de los problemas ambientales a los que hoy se enfrenta el planeta ya fueron vaticinados por él en las distintas series para TVE.
¿Y qué decir del capitán Cousteau?, quien nos adentró en las profundidades marinas a través de una de las series más apasionantes jamás filmadas en el mundo.
¿Y Érase una vez la vida…tampoco? ¿Fracasó el sistema con el pequeño Iván a la hora de enseñarle a amar la vida, el medio en que habitamos y a defenderlo de cualquier daño?
Por estas razones, sorprende su argumentario colmado de aspavientos negacionistas en relación al cambio climático o el estado de putrefacción del Mar Menor, como ocurrió hace unos días. El portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados, afirmaba, sin despeinarse, en declaraciones a La7 de Murcia, que “la situación del Mar Menor no es tan grave como los ecologistas dicen”, además de otras reflexiones relacionadas con el agua.
Sobre la culpa de los ecologistas
Para conocer la carga de conocimiento de la intervención televisiva de Espinosa de los Monteros en relación al asunto de fondo, tres expertos hablan con cifras y datos. Los responsables de los programas y campañas de Agua de Greenpeace, WWF y SEO BirdLife abren el libro del saber para revisar las nociones sobre el Mar Menor y la gestión del agua ofrecidas por el diputado.
En este sentido, respecto al intento de quitar hierro al estado de deterioro del Mar Menor por parte de Espinosa de los Monteros, poniendo en tela de juicio el criterio de los ecologistas, el responsable del Programa de Aguas de SEO BirdLife, Roberto González, afirma que «no es cuestión de lo que digan los ecologistas, es cuestión de lo que dicen los científicos. No hay ningún debate. En ningún ámbito académico de investigación científica sobre el Mar Menor y ni siquiera en alguna administración autonómica que esté haciendo seguimiento de la laguna. El Mar Menor ha colapsado varias veces en diversas crisis en los últimos años. La situación de base es la modificación completa de su funcionalidad y de los servicios ambientales que aporta. Esto lo dice la Confederación Hidrográfica, la Administración Autonómica, el Instituto Oceanográfico, lo dicen los estudios científicos que se desarrollan allí. Por tanto, reducirlo a lo que dicen los ecologistas es absurdo».
«Nosotros lo que hacemos es dar la voz de alarma de lo que la ciencia dice. Hacemos como de transmisores. Esa transferencia que, a veces, desde el ámbito científico la comunicación no llega a toda la sociedad. Pero no solo lo decimos nosotros, lo dice la ciencia. Y negar eso preocupante», explica Teresa Gil, responsable del Programa de Agua de WWF.
Para Julio Barea, responsable de la Campaña de Aguas de Greenpeace, «no es que lo digamos nosotros. La situación es la que hemos visto. La mortandad de peces, la contaminación…pero es que esos datos no son nuestros, son datos oficiales del propio Gobierno de Murcia, del IEO…ahí están los datos. No nos hemos inventado que el Mar Menor está muy contaminado. Yo sé que estas personas, lo de la ciencia y demás no va mucho con ellos, porque incluso niegan el cambio climático. Nosotros nos basamos en hechos científicos, porque si no nuestra credibilidad quedaría detrás. Con lo cual hacemos caso a lo que nos dicen los científicos».
Criminalización de ganaderos, agricultores y regantes
Espinosa de los Monteros también comentó que “no se puede dejar el cuidado del medio ambiente en manos de radicales que se hacen llamar ecologistas», porque se está «ideologizando un problema que nada tiene que ver con la agricultura”. Asimismo criticó que se estuviera criminalizando a los ganaderos, agricultores y regantes.
«No se criminaliza a los agricultores, a los ganaderos y a los regantes, en particular, porque de eso se trata, de analizar con profundidad de dónde vienen los problemas. Allí, en términos generales, como en otros sitios de España, no se instala una economía porque uno quiere, ¿no?. Se instala una economía porque hay una política sectorial que establece las bases para ello. El problema es de políticas sectoriales y de una planificación agraria, territorial, hidrológica. Los problemas son las políticas sectoriales, no son los paisanos. Lo que no se puede obviar es que el Mar Menor está como está por una serie de circunstancias y por una serie de elementos que distorsionan su ecosistema, y dentro de esos elementos está el sector agrario. Eso no limita que haya otros elementos distorsionadores como, por ejemplo, las descargas de depuradoras, entorno urbano, la masificación de la línea costera, la transformación, etc… Cada gota en el vaso tiene su peso y la agricultura es la que más peso tiene, es evidente», explica González.
«Lo que se está explicando a la sociedad es un problema que permanecía ahí, como latente, y que la sociedad no percibía. Y no se puede negar que hay un tipo de agricultura que tiene afecciones en los ecosistemas acuáticos, que no solo en el Mar Menor, que es en Daimiel, que está seco hace meses, es en Doñana, que está también prácticamente seco. Y luego hay un tipo de ganadería con determinadas prácticas que sí está provocando una contaminación difusa del suelo y de los ecosistemas acuáticos. Mar Menor es un caso de libro. Es donde ha saltado la alarma. La sociedad se ha levantado. No solo los grupos ecologistas», comenta Gil.
Según Barea, «A pesar de nuevos informes que ha hecho la Fundación Ingenio intentando quitar la responsabilidad de esos nitratos a la agricultura -ahora están diciendo que son de los vertidos urbanos y las aguas residuales-, apunta, nada tiene que ver con los agricultores de la huerta murciana. Aquí lo que se han instalado son macroempresas e incluso fondos de inversión que están produciendo 3 cosechas al año. Y, lógicamente, un suelo para que produzca 3 cosechas al año lo tienes que estar más que fertilizando. Y esas grandes empresas cuando aquello esté arrasado se irán a otra parte y ahí te dejarán el problema. Y a los primeros que van a dejar fatal es precisamente a los pequeños agricultores que hay en la zona. Nosotros estamos defendiendo esa agricultura tradicional y a esos agricultores y agricultoras pequeñitos, familiares y demás. Eso sí, ellos parece que están defendiendo el gran capital, los fondos de inversión, y al final se han cargado esto. Este es el problema».
Gestión del agua
Otro de los asuntos al que se refirió el portavoz de Vox fue la gestión del agua para asegurar que “en España sabemos gestionar muy bien un recurso escaso como el agua y preservar el medio ambiente».
Comenta González que «aquí no hay opiniones. Aquí lo que hay es información. Y la información nos dice que en España se ha gestionado el agua, ha habido una política de aguas muy exitosa desde unos puntos de vista, que en su momento había unas formas de entender el desarrollo socioeconómico. Y ahí estaba España con una política de aguas muy productiva. Se incrementa la oferta del recurso, más embalses, más infraestructuras, un despliegue importante del sector del regadío con importantes transformaciones agrarias…Ahora lo que no se puede olvidar es que casi la mitad de las aguas subterráneas, de los acuíferos de los ríos, lagos, humedales, de las aguas de transición y las aguas costeras del Estado español están en mal estado ecológico. Y eso, siendo cautos. Si introdujéramos todas las variables que se deberían de analizar para conocer ese estado ecológico, estaríamos por encima de eso. Por lo tanto, si tenemos la mitad de nuestro recurso en mal estado, no creo que sea una política muy acertada, porque esto ha pasado en los últimos 30 años. Si sumamos otros 30 años más con esta política de aguas, nos quedamos sin recurso. Y esto no es una opinión. Es tan sencillo como entrar en los documentos públicos de las administraciones públicas estatales y autonómicas en relación con las planificaciones hidrológicas y con la planificación y la conservación de la naturaleza. Eso es un hecho. Los distintos planes hidrológicos presentan unos paquetes de presupuestos de decenas de miles de euros con el objetivo de mejorar el estado de esas bolsas de agua. Por tanto, esto no es una opinión, ni una cuestión banal. Si un Estado presenta un paquete de decenas de miles de euros en presupuestos de aquí a los próximos 6 años para recuperar el estado de uno de los recursos más importantes que tiene a nivel ambiental, económico, patrimonial, etc… eso es un hecho. Ningún país presenta un presupuesto para algo que no existe. Es evidente que existe. Y tampoco somos una excepción en el ámbito europeo. Otros países tienen sus problemas. En algunos casos más derivados con la industrialización en el centro de Europa, con la gran transformación que hubo de los sistemas fluviales. En nuestro caso, el gran elemento distorsionador del estado de las masas de agua es el sector agrario que consume de forma directa más del 80% y probablemente de forma indirecta más del 90% del recurso del agua en España. Entonces, si de partida tenemos 100 litros y 90 los consume el sector agrario, poca capacidad de margen para solucionar los problemas que ese sector está generando».
Gil dice que «hay que darle la vuelta. Como no se gestiona bien el agua, tenemos problemas ambientales. Y eso es una afección del agua que no se ha adaptado a los retos del cambio climático. Se está priorizando atender demandas del sector agrícola en lugar de hacer una gestión sostenible».
España no tiene agua de sobra
Finalmente, Espinosa de los Monteros, declaró que “el agua tiene que llegar a toda partes, no es de izquierdas ni de derechas, es de sentido común, porque España tiene agua de sobra y es de todos”. A su vez, rechazaba que “se pueda compartimentar por comunidades o provincias, porque es un recurso estratégico”.
Roberto González sostiene que «el agua es un recurso que está presente en el territorio, como cualquier otro recurso que extraemos del medio natural. Y el agua se gestiona a escala de cuenca hidrográfica. Querer introducir esa variable, pues me parece muy bien, pero en España y en Europa existe una normativa que indica que el agua se tiene que que gestionar desde las cuencas hidrográficas porque es la escala a la cual se encuentra presente el recurso y que es a esa escala donde se tienen que gestionar las demandas. Es decir, conocer los recursos de que puedes utilizar y después de eso establecer las demandas sobre el recurso disponible, sin que eso conlleve una fracción en los objetivos ambientales propios de la directiva comunitaria. Eso es el sentido común y, aparte, que nadie quiere gastarse más dinero de la cartera de lo que tiene. Entonces eso es así. Hay situaciones de choque o delicadas, ya sean trasvases o mercados de agua, diferentes cuestiones propias de la legislación estatal y de la historia de este país. En otros sitios tienen otras particularidades. Es decir que cada uno tiene su realidad y no somos todos homogéneos. Ahí es donde debe de gestionarse para que no existan esas diferencias entre cuencas, para que no externalices los problemas que te genera a ti a otras cuencas. Y sobre eso hay que trabajar. Pero en España la gestión del agua se hace a nivel de cuenca hidrográfica y, mayoritariamente, por el Gobierno español.
Por su parte Julio Barea, «que el agua es de todos, desde luego, ¿que tenga de sobra…? En algún momento ha podido tener de sobra. Ahora mismo, nos remitimos a los estudios oficiales y científicos: hemos sobrepasado el límite de utilización de agua. Estamos usando más agua de la que se renueva de forma natural. Estamos sobreexplotando los recursos. De nuevo le pedimos que se remita a la ciencia y a los datos oficiales. Si no no se los cree, que haga él sus propios estudios».
Respecto a los trasvases, añade, «crean muchos conflictos entre Castilla- La Mancha y la Región de Murcia. Estamos viendo que ese trasvase está dejando absolutamente muerto al río Tajo y que los pueblos que ceden agua en el Alto Tajo o en el Tajo algunos años se han tenido que surtir con camiones cisterna. En el Segura, nosotros planteamos una hoja de ruta para cerrar el trasvase Tajo-Segura en 3 años, utilizando los recursos propios de la cuenca. Lo que pasa es que no podemos crecer hasta el infinito. O sea, yo quiero tener 50.000 millones de hectáreas de regadío. Es que esto no puede ser. La inmensa mayoría del agua va para negocios, campos de golf, urbanizaciones, regadíos ilegales…pues es que este señor no sabe de lo que está hablando claramente. Igual se ha pasado al campo dos minutos a hablar con dos caciques y con dos oligarcas de la agricultura de la zona y ya se cree que tiene una idea de lo que es. Pero por el campo no se ha pasado para nada».
«En cuanto a esto de que sobra agua, habría que asumir que el cambio climático está aquí, que nos hemos bebido mucho agua de manera insostenible y tenemos muchos acuíferos sobreexplotados. No estamos en una situación de decir que sobra el agua, sino de hay que tener cuidado porque si no está en peligro nuestra seguridad hídrica, no solo de los ecosistemas, sino de los seres humanos. Este verano hemos visto que más de 300 municipios han tenido restricciones. Incluso en zonas del norte de España que normalmente no las tienen, las han tenido», concluye Gil.