El acuerdo entre Orange y Groupama para lanzar un banco 100% online es sólo un paso más de lo que se avecina: la progresiva irrupción de las operadoras de telecomunicaciones en el negocio bancario. Incluso la pequeña operadora Pepephone está en la fase embrionaria de un proceso para que sus clientes puedan tener cuentas con ellos. Que el lector de SABEMOS se prepare para más novedades ‘Fintelco’ en 2016.

El móvil es ya el mayor canal de la banca por volumen de transacciones en todo el mundo, y el crecimiento de la base de usuarios es espectacular, sobre todo en mercados en los que el móvil es una herramienta especialmente efectiva para la bancarización, como los de China o India. 

Según un informe sobre banca móvil publicado por KPMG el pasado verano, la oferta móvil no sólo es uno de los factores clave para elegir banco para los usuarios, especialmente los treintañeros –el público más importante para este sector–, sino que se ha generado un nuevo tipo de cliente mucho más infiel que el tradicional, el de hacer la mañana en la sucursal con la cartilla entre los dientes. Es un consumidor mucho más infiel que el tradicional y que exige más que nunca a su entidad.

España, con un 39% de clientes de banca móvil, está, según dicho informe, a la cabeza de Europa, empatada con italianos y suecos, y a poca distancia de Reino Unido, Alemania y Francia. ¿Lo más importante? La edad media de los clientes de banca móvil en general es entre diez y veinte años más baja que los de la banca tradicional.

¿Es casualidad que Caixabank haya lanzado Imaginbank, un producto de banca móvil y centrado en los llamados millenials? ¿O que ING esté bombardeando Youtube con los anuncios del sistema de micropagos entre amiguetes Twyp? Ni mucho menos. Y los bancos no son los únicos que quieren atacar este segmento. 

Historia del romance banco-móvil

Los bancos llevan siendo un actor fundamental en el móvil desde finales de los 90. En 1999, el sueco Postbanken y Telia ofrecían el servicio Mobil Smart, que permitía a los consumidores hacer pagos desde sus terminales; los clientes de MeritaNordbanken podían comprobar sus balances, y Citibank tenía un producto en Singapur que permitía a los clientes acceder al móvil para pagar facturas y transferir fondos. 

JNB, el primer banco por Internet nipón, puso en marcha en noviembre de 2000 servicios de banca para sus clientes a través del servicio de DoCoMo i-Mode, y alcanzó un éxito notable.

En 2001 se llegó a una gran alianza en España para lanzar Mobipay, un servicio para pagos por el móvil que se constituyó con un capital de más de 20 millones de euros y que contó con la participación de BBVA, BSCH, Telefónica, y las antiguas Airtel (Vodafone) y Amena (Orange). Se puso en marcha al año siguiente y, tras unos resultados francamente modestos, dejó de prestar servicios en 2009. 

Aunque la tecnología ha ido cambiando, la relación no ha hecho más que estrecharse en todo este tiempo. Los cajeros automáticos de los bancos son casi desde el principio uno de los principales sistemas para ingresar crédito en las tarjetas prepago y desde la irrupción de las aplicaciones para los smartphones los consumidores se relacionan más que nunca con sus entidades. Algunos servicios han evolucionado desde los SMS hasta el mundo de las aplicaciones. Es el caso de Halcash, una actividad que Bankinter puso en marcha en 2005 junto con las antiguas Bancaja y Caixa Galicia.

Este servicio de transferencias a través de SMS está hoy integrado en las aplicaciones de banca móvil de Bankinter, Banco Popular, ING Direct, EVO Banco, Abanca, Laboral Kutxa, Cajamar y otras. El sistema te permite enviar dinero a cualquier teléfono móvil desde cualquier teléfono móvil, y hoy puede ser utilizado, por ejemplo, para evitar las nuevas comisiones interbancarias o enviarle dinero a tu descerebrado hijo adolescente.

La relación entre móvil y banca se formalizó cuando, durante la pasada década, se produjo el intento por parte de algunos bancos de transformarse en operadores de telecomunicaciones. Fue el caso de Bankínter, que tuvo su propio operador móvil virtual durante unos años, sobre la red de KPN. 

Hoy vamos en la dirección contraria, con los operadores queriendo entrar en el negocio de los bancos. Y tiene sentido por varios motivos.

En primer lugar, los operadores ya están actuando, en cierta forma, como bancos, a través de iniciativas como el crédito para compra de terminales a bajo o nulo interés para sus clientes. Vodafone Wallet, por ejemplo, es un ejemplo del móvil como medio de pago, ya que permite integrar la tarjeta de crédito en el terminal y utilizar el móvil para pagar. Movistar Fusión, al integrar cada vez más servicios dentro de la misma factura, incluso servicios de internet como Spotify, realiza una suerte de pseudo-domiciliación de los servicios convergentes. ¿Quién dice que el óctuple play o el nonuple play no será la cuenta corriente?

Asimismo, el móvil se considera especialmente seguro debido a la presencia de un instrumento de autentificación preciso como la tarjeta SIM. Si bien se está trabajando con otros sistemas, como la autentificación en la nube, el elemento físico tiene una cierta importancia simbólica a la hora de convertir el banco en un móvil.

El futuro inmediato

El plan de Orange, anunciado recientemente, pasa por aprovechar su entrada en Groupama para lanzar Orange Bank a principios del próximo año en Francia, y después en otros mercados como España o Bélgica, cubriendo servicios bancarios como cuentas corrientes, préstamos o servicios de seguros. El objetivo fijado por Stéphane Richard en la presentación de su plan estratégico en marzo de 2015 y avanzaba el interés en banca móvil, con el objetivo de alcanzar 400 millones de euros en ingresos por servicios financieros de aquí a 2018.

Y no van a ser los únicos en entrar en este mercado en nuestro país. Quizá ni siquiera los primeros.

Pepephone, por ejemplo, estudia la entrada en este mercado, si bien en ningún caso utilizará la marca Pepebank ni se plantea colaborar con el BBVA, como han especulado otros medios. Desde la compañía reconocen que están en la fase embrionaria de un proyecto que, de ponerse en marcha, podría utilizar la marca Pepepay y para la que están en conversaciones con entidades y compañías tecnológicas. ¿El objetivo? En una compañía que ha basado su éxito en tratar bien a los clientes frente a las malas prácticas en distintos sectores (ya ha entrado en telefonía y energía), tiene todo el sentido realizar alguna aventura en este territorio. 

En ningún caso Pepephone utilizará la marca Pepebank ni se plantea colaborar con el BBVA

En todo caso, estas aventuras dependerán mucho de que salga bien la operación, explicada con todo detalle por SABEMOS, en la que la compañía controlada por Javier Hidalgo y Rosauro Varo tiene previsto vender una participación importante al fondo de capital riesgo Proa. 

En realidad, la propuesta de Pepephone no se diferencia demasiado a la propuesta de valor de la startup alemana Number26, una aplicación que te permite no sólo tener tu propia cuenta corriente y tarjeta de crédito con ellos, sino realizar funciones de banca y gestión de la economía doméstica. Recién entrada en el mercado español, cuenta con 100.000 clientes en los países europeos en los que ya opera. 

¿Se atreverá Vodafone? 

Aunque Vodafone no ha avanzado ninguna noticia en este sentido, no podemos olvidar que es uno de los grandes pioneros en la bancarización a través del móvil gracias al popular servicio M-Pesa, que comenzó en Kenia y Tanzania y que se ha expandido a Afganistán, Sudáfrica, India y, desde el pasado año, a Europa del Este, en uno de los escasos casos de transferencia tecnológica que se recuerda desde el África subsahariana hasta Europa. 

En enero se anunció la entrada en Ghana, y el servicio cuenta ya con 23,4 millones de usuarios en todo el mundo, si bien Kenia sigue siendo su territorio natural, con cerca de 17 millones de clientes. El objetivo de los británicos es que, con el tiempo, sus actividades de dinero móvil alcancen el 10% de sus ingresos por servicios en mercados emergentes. 

En una entrevista concedida a RFI por Michael Joseph, director de Mobile Money de Vodafone y fundador de M-Pesa, éste insistía en la importancia que ha tenido para ellos atacar al sector que sustenta la pirámide económica y trabajar con poblaciones con bajos ingresos y pequeñas transparencias. 

«Al principio los bancos reaccionaron como si estuviéramos quitándoles negocio, pero no lo estamos haciendo. Los bancos no pueden competir donde estamos, en la base de la pirámide. La transacción móvil es de 10 dólares, y mover 10 dólares de un banco a otro es bastante caro. Pero no lo es para operadores móviles porque es un servicio de valor añadido que ofrecemos para fidelizar a nuestros clientes. No tenemos que ganar mucho dinero con él, así que podemos financiarlo para que los precios sean bajos (…) Tenemos límites estrictos del regulador sobre cuánto dinero podemos enviar cada día, cada semana o cada mes. (…) Además los bancos no están en zonas rurales, porque es muy caro tener sucursales tradicionales en estas zonas. Así que estamos tapando el agujero que ellos mismos han dejado», subrayó.

Y esto incluye las cuentas corrientes: «M-Pesa tiene mucho recorrido. En dos países, Tanzania y Kenia, hemos lanzado préstamos y créditos. La gente puede ahorrar incluso un céntimo de euro en una cuenta libre de comisiones, ganar intereses y, al cabo de cierto tiempo, pedir prestado dinero, un múltiplo de sus ahorros. Cuando los ahorros y los préstamos crezcan, los microseguros serán parte de la ecuación, con microseguros de salud por ejemplo. Cuando una mujer se queda embarazada, por ejemplo, puede empezar a ahorrar pequeñas cantidades de dinero en una cartera específica que puede dedicar para cuidados antenatales o cuando vaya al hospital a tener al bebé. El cielo es el límite, a medida que más y más gente se siente cómoda utilizando sus móviles como instrumento de pago. Vas a ver cada vez menos gente con grandes carteras llenas de tarjetas de crédito y débito.

La importancia de los datos

Otro elemento en el que coinciden los bancos y los operadores pasa por tratarse de compañías que lidian con grandes avances tecnológicos disruptivos que amenazan patas enteras de sus respectivos negocios. A cambio, ellos disponen de infraestructuras y, casi más importante, de un conocimiento íntimo de sus clientes.

Aunque la legislación impedirá que un banco o un operador puedan decir que uno de sus clientes saca dinero de un cajero determinado o ha estado en un sitio en particular si no le requieren las autoridades dicha información, los datos brutos, anonimizados, tienen un enorme potencial para otras empresas. 

Saber en qué barrio, por ejemplo, gasta más un perfil determinado de cliente a través de su tarjeta, qué cajeros mueven más efectivo o cuándo tienen más liquidez sus usuarios son datos muy útiles a la hora de definir todo tipo de campañas. Los operadores, por otro lado, pueden decir por dónde se mueve cada cliente, si bien tienen un retrato aproximado sobre su capacidad de pago. Un banco/operador con el perfil completo de ingresos, perfil económico y localización de los clientes es un tesoro a explotar en los próximos años, siempre protegiendo las identidades personales de los consumidores. 

No es que vayamos de inmediato fusiones inmediatas entre grandes bancos y grandes operadoras. Pero sí es más que probable que a las entidades les crezca otro enano.

Imagen | Flickr – DncnH

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