Los usuarios prefieren las aplicaciones sencillas y fáciles por encima de las que ofrecen muchas posibilidades y opciones, pero que no son tan comprensibles

Un estudio ha constatado que el uso de aplicaciones para la depresión puede tener un efecto significativo en el tratamiento de los síntomas de esta enfermedad mental cada vez más prevalente, especialmente cuando se trata de intervenciones híbridas, es decir, que combinan la tecnología con la participación de un profesional.

Esta es una de las conclusiones principales de la investigación que el equipo liderado por Carme Carrion, investigadora principal del eHealth Lab, ha obtenido a partir de la recopilación y el análisis de las investigaciones científicas más cuidadosas en este campo de los últimos años. Los investigadores de este grupo de investigación, vinculado a los Estudios de Ciencias de la Salud y colaborador del eHealth Center, han estudiado las aplicaciones sobre la depresión en el marco del proyecto EvalDepApps, que cuenta con financiación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y quiere profundizar en la metodología para evaluar las aplicaciones que tienen por objetivo el manejo de la depresión.

Gracias a las investigaciones que están llevándose a cabo, el programa desarrollará una herramienta que pretende ayudar a pacientes y profesionales a determinar cuáles son las mejores aplicaciones para tratar esta enfermedad, que afecta a más del 5 % de la población.

«En los repositorios de aplicaciones hay decenas que quieren prevenirla o tratarla, pero muy pocas tienen evidencia científica detrás o han contado con la ayuda de profesionales o pacientes», explica Carrion.

La revisión de la literatura científica ha permitido detectar 29 trabajos científicos rigurosos que estudian la eficacia de las intervenciones en salud móvil aplicada a la depresión. De su análisis, se desprende que el uso de las intervenciones de mHealth tiene un efecto moderado y puede ser un método viable para ofrecer atención a la salud mental, pero también quela oferta de recursos actual tiene un alto nivel de diversidad, que hace difícil su caracterización.

Cuanto más grave es la depresión, más uso

Además de la eficacia para reducir los síntomas depresivos, con las intervenciones híbridas consiguiendo mejores resultados que las puramente tecnológicas, uno de los patrones observados es que los usuarios prefieren las aplicaciones sencillas y fáciles por encima de las que ofrecen muchas posibilidades y opciones, pero que no son tan comprensibles. Además, también se ha visto que, cuanto más alto es el grado de depresión, más tendencia hay a usarlas. En cambio, no se han observado diferencias significativas en cuanto a la edad o el género.

«Todo ello nos indica la necesidad de enfoques personalizados que tengan en cuenta las diferencias, las preferencias y las necesidades individuales. Y, para garantizar su eficacia, es importante priorizar los principios basados en la evidencia y las herramientas de evaluación estandarizadas como las que queremos desarrollar», apunta Andrea Duarte, investigadora de la Fundación Canaria Instituto de Investigación Sanitaria de Canarias (FIISC), adscrita al Servicio de Evaluación del Servicio Canario de la Salud (SESCS), y quien ha liderado este metaanálisis.

En la investigación, de acceso abierto, también han participado Antoni Pérez Navarro, investigador del eHealthLab y profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC; Noemí Robles, del eHealth Center, y también personal de la Universitat Autònoma de Barcelona, la Universidad de Vic, la Universitat Internacional de Catalunya y del Instituto Catalán de la Salud.

«En general, hay mucha diversidad en las características y los componentes que tienen. Ninguno de ellos por sí solo se relaciona con más o menos eficacia, así que habría que ir más allá de intentar hacer una aplicación para todo el mundo y saber qué aplicación y con qué características tiene que desarrollarse para las personas con determinadas necesidades», explica Duarte.

La investigadora admite que la introducción de la tecnología en el tratamiento de la salud mental «todavía está en pañales«, pero a la vez coincide con Carrion en que es una vía que hay que explorar: «Visto el incremento de la demanda y la limitación de recursos, para conseguir mejorar la efectividad de los tratamientos, pero también para la eficiencia del sistema sanitario, será imprescindible introducir herramientas tecnológicas, pero hace falta que sean buenas, validadas y que aporten valor».

Una vez terminado este estudio, la investigación en este campo sigue: ahora ya se está trabajando en una tesis doctoral sobre cómo debería introducirse la tecnología en Cataluña en el manejo de la depresión leve y, además, hay varios talleres programados con pacientes que sufren o han sufrido depresión para que puedan decir su opinión y orientar a los investigadores sobre las aportaciones que añaden más valor a las intervenciones.

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