El sistema de elección de alcaldes favorece a la lista más votada al darle prioridad si nadie logra el apoyo de la mitad más uno de los concejales. Izagirre fue proclamado en San Sebastián en 2011 pese a tener cinco votos menos que el socialista Enrique Gasco, situación que ahora podría repetirse en más de un lugar en favor de los populares.

Al PP le queda una bala en la recámara. Tras el revés electoral sufrido el 24-M -que le llevó a perder sus 31 mayorías absolutas en capitales de provincia, además de todas las autonómicas-, puede ver algo mitigados los daños gracias al sistema de elección de alcaldes vigente en España. El mismo que hace cuatro años permitió a Bildu hacerse con el bastón de mando de San Sebastián pese a tener el voto favorable de sólo ocho de los 27 concejales.

Y es que en los municipios no existe la posibilidad de marear la perdiz y alargar la investidura por falta de acuerdos, como en los parlamentos regionales. No es imprescindible aglutinar una mayoría absoluta o, en su defecto, sumar más votos favorables que contrarios. El día de la constitución de consistorios -este año fijada para el sábado 13 de junio- se efectúa una sola votación y, si ningún candidato -puede presentarse todo aquel que lideró una lista que obtuvo representación- obtiene el respaldo de la mitad más uno de los concejales, es automáticamente proclamado alcalde el número uno del partido más votado.

El 13 de junio se hará una sola votación en los ayuntamientos de toda España para elegir a los alcaldes 

De manera que puede darse el caso de que el elegido tenga menos apoyos que alguno de sus rivales, por ser incapaz éstos de sumar mayoría absoluta. Como ocurrió en 2011 con Juan Carlos Izagirre, el todavía primer edil de la capital guipuzcoana. En la investidura sólo le apoyaron los ocho concejales de su partido, Bildu, por los 13 que respaldaron al candidato socialista, Enrique Gasco. El alcaldable del PSE sumó los votos de sus compañeros de filas y del PP pero se quedó a uno de la mayoría absoluta. Como no hubo entendimiento con el PNV, que acabó votando a su propio candidato, el líder de la lista más votada se llevó el gato al agua.

Y eso mismo puede ocurrir el próximo sábado en más de una ciudad. El PP ganó las elecciones en 38 de las 50 capitales de provincia, quedándose en algunos sitios muy cerca de la mayoría absoluta y en otros a bastante distancia. En los primeros es de esperar que acabe gobernando, al ser la única alternativa posible una alianza de toda la oposición en bloque que en muchos lugares habría de incluir a partidos como Ciudadanos, contrario a ese tipo de pactos ‘antinatura’.

Votación secreta

Más difícil lo tienen los populares en esos otros sitios cuya mayoría es precaria y sería neutralizada por un acuerdo entre fuerzas progresistas, cuyo éxito sólo podría frustrar la ‘fórmula Bildu’ y la falta de entendimiento de la izquierda. Esto es lo que permite al PP tener esperanzas en varias capitales, máxime teniendo en cuenta que la votación secreta para elegir alcalde está extendida, aunque no es obligatoria por ley.

Las conversaciones entre PSOE y Podemos están siendo escasamente productivas, apenas hay avances a nivel autonómico y la investidura de Susana Díaz lleva encallada casi tres meses. Esas dificultades se están produciendo también en los municipios. De hecho, en varios de ellos comienza a vislumbrarse ya abiertamente la posibilidad de que siga gobernando el PP, ante la falta de entendimiento de la izquierda.

La falta de entendimiento de la izquierda beneficiaría al PP en las 38 capitales de provincia donde fue el más votado

El caso paradigmático es el de Cádiz, donde el partido de Iglesias ya se veía aupando a la alcaldía a ‘Kichi’, cosa que ahora está lejos de producirse. El propio secretario general del partido recriminó a los socialistas que se estén resistiendo a apoyarle. “Así no, Pedro; así, no, Susana”, proclamó el domingo desde Toledo. Y es que el líder de la candidatura de unidad popular Por Cádiz Sí Se Puede necesita los votos a favor de los concejales del PSOE si no quiere que la ‘fórmula Bildu’ sepulte sus expectativas y mantenga en el poder a Teófila Martínez, alcaldesa popular de la Tacita de Plata desde 1995.

En Madrid, la candidata apoyada por Podemos, Manuela Carmena, necesita que sus 20 concejales y los nueve del PSOE escriban su nombre en la papeleta que meterán en la urna. Si uno solo de ellos falla, Esperanza Aguirre sería nombrada alcaldesa. Lo mismo ocurre en Valladolid, Castellón, Alicante… Los candidatos de la primera fuerza de la oposición requieren del voto a favor de todas las fuerzas de izquierda en esa única votación para desbancar al PP. En la mayoría de capitales donde el bloque progresista es mayoritario ya se ha anunciado un acuerdo, como en Valencia, Badalona o Pamplona, pero ninguno vende la piel del oso antes del día 13. La sombra de un tamayazo se ha extendido ya por algún sitio y nadie podrá verse como alcalde hasta recibir oficialmente el bastón de mando.

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