En Europa, la degradación del suelo es la consecuencia de contaminación localizada del terreno, salinización, compactación, erosión hídrica y eólica en extensas zonas

Los suelos en Europa, como en muchas partes del mundo, se degradan por las actividades humanas como la agricultura, la industria, el desarrollo urbanístico y el turismo.

A pesar de que se trata de un recurso, en principio, renovable, los procesos naturales para su formación son muy lentos. Los suelos deteriorados por un uso excesivo o por otros medios pueden tardar miles de años en recuperarse totalmente. Si bien en Europa los problemas del suelo son, en general, menos graves que en otros lugares del planeta, se genera contaminación localizada del terreno, salinización, compactación, erosión hídrica y eólica en extensas zonas.

Esta degradación del suelo representa un coste de 112 euros al año para los ciudadanos de la UE y Reino Unido, «una sangría económica alarmante pero desapercibida», según un estudio dirigido por Presidente del Grupo de Economía de la Producción de la Universidad de Bonn, Alisher Mirzabaev.

A modo de ejemplo del ritmo de pérdida irreversible de los suelos europeos, cabe señalar que el desarrollo urbano durante el decenio de 1970 tuvo como consecuencia la pérdida de tierras potencialmente productivas a 120 hectáreas por día en Alemania, 35 ha. por día en Austria y 10 ha. por día en Suiza (Van Lynden, 1995).

En Europa occidental se han identificado más de 300.000 emplazamientos potencialmente contaminados. El aumento de las concentraciones de sal y la alcalinidad afectan a casi 4 millones de hectáreas, principalmente en los países mediterráneos y de Europa oriental. De hecho, alrededor de 115 millones de hectáreas están amenazadas por la erosión hídrica y 42 millones de hectáreas por la erosión eólica. Todo ello produce la desertización, en particular en la región mediterránea a causa de sus frágiles condiciones medioambientales.

Tratamiento urgente

La urgencia de abordar la degradación del suelo y su restauración es una de las conclusiones del estudio de Mirzabaev. Pero -explica- que para ello serán necesarios 181.000 millones de euros, «lo que significará un ahorro de 3.700 euros a cada ciudadano europeo en el mismo periodo de tiempo». De lo contrario, el coste de la degradación de los suelos podría estimarse en los 921.000 millones de euros en 30 años.

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