Anoche, a las doce de la madrugada, la militancia del Bloc Nacionalista Valencià daba por fin el visto bueno a la propuesta de concurrir junto a Podemos a las próximas elecciones generales. Con esta alianza, el Bloc consigue sumar para sí los votos del partido de Pablo Iglesias en la Comunidad Valenciana; la posibilidad real de tener un grupo parlamentario propio en el congreso de los Diputados por primera vez en su historia; y una amenaza de fractura interna que puede romper para siempre Compromís. Ya se sabe que, en esta vida, no se puede tener todo.

El largo proceso de negociación entre Compromís y Podemos para crear una candidatura conjunta electoral ha revelado a Mónica Oltra como la auténtica All Black de la política valenciana. Desde que empezó a fraguarse la alianza entre ambos partidos a principios de junio, Oltra ha esquivado a todo el que ha intentado derribar la confluencia denostando la alianza antes incluso de conocer sus detalles, ha corrido más que sus rivales buscando fórmulas electorales con Podemos mientras sus oponentes dilataban un proceso que la ley marcaba que tenía que cerrarse antes del seis de noviembre, y ha empujado ella sola a los 1.300 votos en contra cosechados en dos referéndums hasta llevar el pacto con Podemos hasta la zona de ensayo. El problema es que a quien se ha enfrentado es a sus propios compañeros de equipo y eso nunca gusta demasiado.

Compromís concurrirá pues junto a otras formaciones de izquierdas a las generales en unas elecciones en las que no sólo se jugará los escaños sino también su última oportunidad de lograr la paz social de su coalición. Pero para entender esto lo mejor es ir por partes.

¿Qué se votó anoche?

Técnicamente la militancia del Bloc dio ayer el visto bueno a “impulsar una candidatura de amplio espectro político y social que incluya los valores del valencianismo, la izquierda, el ecologismo, y el progreso”, que tenga una campaña separada de cualquier otro partido nacional y que esté liderada por Compromís. En la práctica han votado crear inmediatamente una coalición con Podemos, a la que se ha invitado también a la rama valenciana de Izquierda Unida, a cambio reciben la promesa de tener un grupo político propio en el Congreso de los Diputados dirigido por Compromís si se alcanzan los escaños necesarios.

La alianza está tan avanzada que la semana pasada el diario digital El Temps no sólo desvelaba que la nueva coalición se llamaría Decidim—Decidimos en castellano—, sino que detallaba como se realizará el reparto de candidatos en las listas para el congreso y el senado. Un duro comunicado de Esquerra Unida criticando la filtración de documentos “que aún no han sido presentados ni consensuados”—palabras literales de la nota de prensa enviada—,confirmaba accidentalmente (puesto que originalmente la nota aseguraba desmentir cualquier acuerdo) la exclusiva del Temps firmada por Víctor Maceda.

¿Por qué hay enfado ante el acuerdo?

Compromís se ha apuntado un tanto al lograr imponer su decisión de que su imagen se separe en la campaña de la de Podemos, y el acuerdo está bendecido por la cúpula del Bloc. ¿Por qué entonces esos logros llegan con polémica? Porque lo que ayer se aprobó ya había sido rechazado por las militancia del Bloc el pasado mes de septiembre. Anoche 963 personas dijeron sí a una alianza con otras fuerzas frente a las 310 que preferían concurrir en solitario, pero hace poco más de un mes los partidarios de la confluencia eran sólo 399 votantes que se veían superados por las 1.133 personas que manifestaron que preferían ver a Compromís en solitario que participando con Podemos aunque se mantuviera el nombre de su coalición en la candidatura y les ofrecieran la posibilidad de un grupo propio.

Tres factores han influido en el vuelco electoral que se ha vivido el Bloc en poco más de un mes: El menos importante es el cambio en la forma de votar que ha pasado de una votación presencial y online abierta durante varios días a un proceso de 24 horas exclusivamente telemática, algo que los críticos responsabilizan de la bajada en la participación. El segundo, con mayor influencia en el cambio de opinión, ha sido la intensa labor de promoción del pacto entre las bases que han hecho figuras destacadas del partido como el portavoz en Les Corts Fran Ferri y el Secretario General del Bloc Enric Morera. La tercera y más importante es el cambio en la pregunta que ha hecho a la militancia el aparato del partido. Si en septiembre las opciones a elegir eran ir con otras fuerzas o ir solos como Compromís, la pregunta que se respondió ayer era si confluir con otras fuerzas o acudir a las generales con las siglas del Bloc Nacionalista Valencià. Es justo ahí donde los más críticos señalan directamente con el dedo a Mónica Oltra.

Todo gira en torno a Oltra

Preguntar si el Bloc ha de ir a las elecciones con Compromís y otras fuerzas o marchar sólo con sus propias siglas es interpretado por los sectores críticos como una prueba fehaciente de que Mónica Oltra estaba dispuesta a pactar en solitario con Podemos si los nacionalistas no daban su brazo a torcer. Como la propuesta del referéndum partió  del órgano rector del Bloc y no de Compromís no hay forma de probar sus acusaciones, no obstante los críticos recuerdan como a pesar de que tanto el Bloc, como Gent de Compromís habían rechazado la confluencia—y ambos suman cerca de 3.800 militantes de los 5.500 que conforman la coalición— Oltra no se ha privado de repetir públicamente que confiaba en que se llegaría un acuerdo pronto. “No es una cosa de partidos. Dentro del Bloc hay gente a favor y en contra, igual que en Iniciativa hay gente que está a favor y gente que está en contra” aseguraba Oltra cada vez que se le preguntaba sobre el tema.

A favor del enfado de los críticos con el proceso también juega el que no es la primera vez que Oltra sale vencedora de un pulso con el Bloc. Hace menos de un año las tensiones por decidir el reglamento para las primarias dejó al descubierto los problemas entre el núcleo duro del Bloc y Oltra. Los nacionalistas no veían con buenos ojos que se le facilitaran tanta cuota de poder al considerar que esta diluía la fuerza del Bloc en Compromís, cosa que ahora consideran probada. Además en aquel momento se especuló con la posibilidad de que Oltra estuviera negociando con Podemos para liderar la rama valenciana del partido de Pablo Iglesias que por aquel entonces no contaba con un rostro visible en la Comunitat. La amenaza de perder a la política mejor votada de la Comunitat Valenciana es algo que los críticos retoman a las puertas de las generales. “Dejó Esquerra Unida en plena coalición para irse con nosotros. ¿Por qué no nos va a hacer lo mismo cuando pacte con Podemos?” argumenta uno de los nacionalistas contrarios al pacto que prefiere no ser identificado.

¿Existe peligro de que se rompa Compromís?

A pesar de que los más críticos anuncian bajas de afiliados tras la nueva cesión del Bloc a las exigencias de Iniciativa del Poble Valencià, es difícil creer se produzca una ruptura de Compromís sin catástrofe electoral el próximo 20 de diciembre.

Es cierto que Oltra, que viene de postulados de izquierda y que es partidaria de sustituir el término reivindicativo de País Valencià alegando que la gente lo rechaza por sus connotaciones catalanistas, nunca ha acabado de encajar junto a un Bloc que tuvo un origen más conservador y fue capaz de presentarse junto a CiU a las europeas. Pero más cierto es que ha sido el cada vez mayor protagonismo de Oltra tanto en el plano mediático como el ideológico, el que ha permitido que la Coalición Compromís crezca en afiliados y votantes. Está por ver cuantos de los afiliados del Bloc se han acercado a las agrupaciones comarcales de los nacionalistas atraídos por el carisma de Oltra y cuantos por los postulados nacionalistas de una formación que no hace tanto que votaba a favor de la privatización de la gestión de servicios municipales tan básicos como el agua.

Que no haya terremoto, no obstante, no quiere decir que no vaya a haber tormenta. Dos referéndums se han celebrado y han quedado en papel mojado, y eso es difícil de olvidar. Los críticos con Oltra no sólo han crecido en el Bloc Nacionalista sino que suman ahora a los descontentos del colectivo Gent de Compromís. La palabra “refundación” empieza a sonar en los pasillos de la coalición. Pero mientras llegue habrá que esperar a ver cuales son los resultados del 20N pues son los que decidirán al final si Oltra es la mujer que logra que por primera en la historia haya un grupo de “obediencia valenciana” en el congreso de los diputados, o si tendrá que sentarse en el Consell General de la coalición a escuchar como los críticos le acusan de haber secuestrado a Compromís.

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