El cambio accionarial en la empresa de concesiones Globalvia no ha afectado a su apetito inversor. Pese a que Bankia y FCC hayan vendido su participación del 50%, la estrategia sigue igual, incluido uno de los proyectos que Globalvia estaba barajando en el exterior, el que unirá el centro de convenciones de Orlando (Florida) con el aeropuerto de esta ciudad mediante un tren de levitación magnética o “maglev”.

Fuentes de la empresa ha confirmado a SABEMOS que su interés “sigue intacto” pese al cambio en la composición de su capital social. “Al igual que lo está el del resto de proyectos que tenemos sobre la mesa. La situación accionarial de la compañía no afecta para nada a nuestro rumbo estratégico. Seguimos adelante y en la misma dirección”.

La del maglev de Orlando es una apuesta multimillonaria, de 400 millones de dólares (368 millones de euros), en la que Globalvia estaría dispuesta a participar, de acuerdo con las informaciones publicadas en el periódico local Orlando Sentinel.

No es el primer intento de una empresa española para participar en este proyecto, ya que algunas presentaciones vinculan a la promotora del proyecto con la constructora ACS, presidida por el magnate español Florentino Pérez, y con Talgo.

Se trata de una infraestructura con una inversión de 400 millones de dólares, 368 millones de euros

La clave del proyecto, según los medios locales, es la conexión con el aeropuerto internacional de Orlando; en este sentido, el director del aeródromo, Phil Brown, ha afirmado que han estado hablando con la promotora, American Maglev Technology, y con Globalvia desde hace meses, para asegurarse de que la construcción es viable.

También ven el proyecto con cautela las autoridades locales, dado que los consultores contratados por el Departamento de Transporte del estado de Florida advirtieron de que la tecnología necesitaba más pruebas y mejoras de diseño antes de poner los trenes en circulación. No vaya a ser este un caso similar al del monorraíl de Springfield, la ciudad de Los Simpsons, en el que un emprendedor huye con el dinero y luego deja un equipamiento inservible.

A la vista de las posibles complicaciones, de acuerdo con las informaciones locales, Globalvia habría propuesto sustituir la tecnología «maglev» por una más convencional de metro ligero, en caso de que el diseño no sirviera.

El de Orlando no sería un tren tan rápido: de acuerdo con los cálculos de AMT, los convoyes podrían viajar a una velocidad de 50 millas por hora, poco más de 80 kilómetros por hora.

Pero los usos de esta infraestructura no lo requieren, dado que la red serviría para conectar algunas zonas suburbanas al sur de la ciudad, cuya área metropolitana es el tercer núcleo de población del estado de Florida, tras Miami y Tampa -junto con sus alrededores-.

El transporte en Norteamérica

Estados Unidos es uno de los destinos preferidos por las constructoras y concesionarias españolas para expandir sus negocios y buscar gangas en el sector de las infraestructuras.

Por un lado está el mercado de las autopistas de peaje, un área que se recalentó antes de la crisis y en la que se invirtieron grandes sumas de dinero hasta 2008, como han indicado fuentes de una de las grandes empresas del sector.

Ahora, algunas de las que entraron quieren salir, por la caída en los ingresos que se ha producido tras el empeoramiento de la economía estadounidense, así que ofrecen precios de derribo a las que están locas por entrar. Un ejemplo es el de dos firmas españolas, unidas por la autopista Chicago Skyway: Ferrovial, la actual dueña de la vía junto al fondo Macquarie, la ha puesto a la venta y Abertis, concesionaria catalana, es una de las interesadas en comprarla.

El otro terreno de juego de las empresas españolas en las infraestructuras estadounidenses es el ferroviario; la red de trenes del gigante norteamericano está desfasada, teniendo en cuenta el grado de desarrollo técnico y económico del país, motivo por el que la administración Obama activó un ambicioso plan de remodelación. De hecho, el propio presidente puso a España como ejemplo del desarrollo de las líneas de alta velocidad.

La administración Obama activó un ambicioso plan de remodelación de la red ferroviaria estadounidense, con España como ejemplo

Ya que nombró a España -nada más y nada menos que el POTUS-, las compañías de la vieja Iberia pensaron que sería una buena idea hacer las américas. Y para muestra, un riel: el mismo consorcio español responsable del AVE saudí participa en la licitación de la conexión de alta velocidad entre Los Ángeles y San Francisco.

Estados Unidos está -de nuevo- en construcción. No sólo con grandes infraestructuras sino también con pequeñas conexiones como la de Orlando. Aunque no siempre se pueda construir un hyperloop, que lanza a los pasajeros a 1.000 kilómetros por hora, o un homólogo del “maglev” de Japón, que es capaz de viajar a 600 kilómetros por hora, Norteamérica es un fecundo caladero para las empresas españolas en busca de infraestructuras.

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