El candidato de IU a La Moncloa pasa página tras fracasar la negociación con Podemos y avanza un programa «rupturista» para competir con la formación morada. Defenderá la nacionalización de empresas, la banca pública y una auditoría de la deuda. «Vamos a disputar claramente el espacio de la izquierda con un Podemos que está girando hacia el centro», advierte.

«Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten». Hace cinco siglos que Maquiavelo teorizó la maniobra que Alberto Garzón empezó a ejecutar ayer. El candidato de IU se dejó «la piel» por lograr una lista unitaria de las «fuerzas rupturistas» ante las generales pero Podemos no ha aceptado ningún proceso que no lidere. La situación aboca a la competencia electoral y a Garzón le queda el último recurso: dar la batalla para desnudar las debilidades del partido de Pablo Iglesias, que «no es el enemigo» pero lucha por su mismo electorado.

El diputado por Málaga no perderá el tiempo lamentando la pérdida de una oportunidad histórica para noquear al bipartidismo «y a su sostén, Ciudadanos», sino que se centrará exclusivamente en difundir un discurso muy ideológico y de clase que permita a IU conservar el espacio que tradicionalmente ha ocupado en la política española. Ayer mismo, apenas 16 horas después de que Podemos diera por rotas las conversaciones con él, dejó claro que su campaña «ha comenzado» y desgranó las líneas generales de su estrategia electoral.

El diputado malagueño reivindicará «una izquierda clara, que no sea ambigua» en su discurso.

Garzón reivindicará «una izquierda clara, una izquierda que no sea ambigua», en evidente contraposición a Iglesias. Son muchas, aseguró, las divergencias que separan a IU de la formación morada. Esas diferencias no impedían buscar «espacios de intersección» en aras del bien mayor de desalojar al PP del poder pero ahora serán explotadas para desmarcarse y pedir el voto de la izquierda sociológica. Según él, Podemos es una «maquinaria electoral» con menos bagaje para trabajar a partir del 21 de diciembre, un proyecto donde los principios ideológicos se supeditan al cálculo político y una formación menos «ambiciosa» en lo que a programa se refiere.

Considera que Podemos se ha convertido en una «maquinaria electoral» donde los principios se supeditan al cálculo político 

El parlamentario pone así el foco en la tacticista moderación de Iglesias, circunstancia que tantos recelos ha provocado entre las bases de Podemos. «Entendiendo que la política es fundamentalmente programática, vamos a disputar claramente el espacio de la izquierda con un Podemos que está girando hacia el centro con objetivos electorales», avanzó Garzón en un desayuno informativo en el Congreso. A su entender, «lo que necesita la gente trabajadora es un programa de izquierdas, lo vamos a ofrecer y a dejar claro en la campaña», con un proyecto «rupturista, feminista, ecologista».

No tuvo problemas incluso en detallar cuáles serán las medidas que compondrán ese programa, algunas de ellas claves en el éxito de Iglesias en las europeas de 2014. Auditoría de la deuda, nacionalización de empresas estratégicas, banca pública, alquileres públicos baratos o trabajo garantizado estarán entre las propuestas de la marca con que Garzón concurra el 20D y «ninguna de estas cuestiones está en el programa de Podemos».

Ahora en Común, marca «secuestrada»

Una de las incógnitas a despejar es precisamente la de cuál será su marca electoral. El parlamentario malagueño se presentará -y con toda seguridad ganará- a las primarias de Ahora en Común, el espacio de confluencia donde IU decidió integrar a sus candidatos, pero el nombre lo tienen registrado afines a Podemos que ya abandonaron el proyecto. Es una marca «secuestrada» y se consensuará una alternativa después de designar al cabeza de cartel, que será proclamado el día 29.

Tras ello, se emprenderá una carrera a las generales que IU encara «con fuerzas» y el convencimiento de poder salvar los muebles dignamente. A su favor juega, señalan fuentes de la dirección, el retroceso que Iglesias sufre en todas las encuestas y el espacio que ha dejado libre con su viraje ideológico. «Si conseguimos erigirnos como referente para los desencantados de Podemos y mantenemos nuestro suelo histórico, el resultado será bueno», argumentan.

IU sacó hace cuatro años 11 diputados: tres por Madrid, tres por Barcelona y uno en Asturias, Zaragoza, Valencia, Málaga y Sevilla. Como en Cataluña sí se ha alcanzado un acuerdo con Podemos para concurrir juntos, la estrategia se centrará en las otras seis provincias, que siempre han sido las más favorables para sus intereses. La coalición calcula que tiene que llegar al 6% del voto en Sevilla y al 7% en Málaga para obtener representación, guarismos similares a los que obtuvo en las autonómicas de marzo, «en el mejor momento de Podemos».

IU centrará sus esfuerzos en Madrid, Andalucía, Zaragoza, Valencia y Asturias

Más asequible aún se considera lograr actas madrileñas. Los 35 escaños que designa esa circunscripción hace que el reparto sea casi proporcional, por lo que bastaría con superar la barrera del 3% para que Garzón mantuviera su puesto en el Congreso. Su tirón personal podría apuntalar un segundo diputado -se obtendría «a partir del 4,5%»-, mientras que el tercero dependería ya del grado de fragmentación del voto, que en cualquier caso será superior a todos los comicios anteriores.

Asturias, por su parte, fue la comunidad donde mejor aguantó IU en las autonómicas de mayo, llevándose el 12% de los sufragios y cinco escaños. Ese es uno de los mayores feudos de la coalición, que gobierna Mieres -sexta localidad más poblada- con mayoría absoluta, y se mantiene por encima de Ciudadanos en los Ayuntamientos de Gijón y Oviedo. Su portavoz en la región, Gaspar Llamazares, ha sido la figura que con más firmeza se ha opuesto a una alianza con Podemos que suponga subordinarse a dicho partido.

Cábalas electorales al margen, lo cierto es que el enfado con Iglesias es mayúsculo después de que este tratara de culpar a Garzón de la falta de acuerdo. IU cree que ese mensaje no puede calar y que ha quedado claro que «la arrogancia» del líder morado es lo que ha imposibilitado el entendimiento. Si se explota eso y se defiende sin fisuras un discurso rupturista de izquierdas, aseguran, el 20D quizá haya sorpresas: «Parte de la campaña nos la va a hacer Podemos».

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