El diputado madrileño dirigió la campaña de Rajoy en 2004 y encuentra pocos paralelismos con la situación actual, pese a que su partido encara las elecciones de nuevo desde el poder. «Es irrelevante si Ciudadanos es de centro izquierda o de centro derecha, lo evidente es que está a la derecha del PSOE y que nos está restando fuerza», analiza.

No corren buenos tiempos para el Partido Popular. El ascenso fulgurante de Ciudadanos capitaliza el desgaste de la formación de Mariano Rajoy, que por primera vez ve cómo otro partido le disputa el electorado de centro derecha a nivel nacional y provoca el hundimiento de sus expectativas. Gabriel Elorriaga (Madrid, 1962) dirigió la campaña del PP para las generales de 2004 y se encargó de la comunicación en la de 2008, conoce bien la realidad socioelectoral de España y muestra preocupación por una situación inédita y muy difícil de combatir para su partido. Considera que los cambios implementados por Rajoy tras los comicios de mayo se han demostrado insuficientes y que es un error culpar solo a la comunicación. Conversa con SABEMOS de pasado, presente y futuro del PP desde su despacho del Congreso, que tiene repleto de libros y de figuras de Tintín, personaje por el que siente debilidad. 

Empecemos hablando de aquella campaña del año 2004, que usted dirigió y que acabó con el desalojo del PP del poder. ¿Qué recuerdo guarda de ella?

Fue una campaña peculiar en todos los sentidos. La primera en la que el presidente del Gobierno había renunciado a ser el candidato, proponiendo a uno nuevo, Mariano Rajoy. Y eso lo hizo Aznar en un momento de una potentísima imagen y presencia pública en España y marcaba una dificultad de campaña, tenías que hacer aflorar un nuevo liderazgo que iba a suceder a otro que estaba en su momento más alto. Y por otro lado era una campaña a hacer desde el Gobierno, que es muy distinta a hacerla desde la oposición. Se combina la necesidad de exponer un balance de actuación con una proyección hacia el futuro, porque se pide el voto tanto por lo demostrado como por lo que puedes hacer. Se presuponía la continuidad en el Gobierno y por tanto nuestras propuestas eran percibidas como de aplicación inmediata, no una posibilidad remota como pueden ser las que se hacen desde la oposición. Y eso define la campaña. Se mantuvo el Gobierno a pleno rendimiento hasta diciembre, tratamos de dar a conocer el perfil de Rajoy como líder en esos primeros meses y a partir de enero el plan de campaña era que el Gobierno apagaba su proyección publica y era sustituido por el partido, que estaba llevando a cabo una renovación potente. Y es una campaña difícil de evaluar porque se truncó completamente por acontecimientos impredecibles. Tuvo muchas críticas pero lo cierto es que las encuestas garantizaban al PP una muy holgada mayoría hasta los atentados del 11-M.

¿No había una tendencia a la baja?

Había una dificultad grande de mantener la mayoría absoluta y la cuestión era saber cuán cerca nos quedábamos de ella, porque en ningún momento tuvimos encuestas dándonos la mayoría absoluta. Estábamos entre 168 y 170 escaños. El punto crítico, la campaña más difícil, fue la anterior, la de las municipales de 2003. Se realiza en plena movilización contra la guerra de Iraq, fue muy dura y muy difícil pero salió bien parado el PP, con un castigo electoral muy inferior al que se apuntaba. Superado ese hito, se vio que las sensaciones que muchas veces producen las movilizaciones callejeras no se corresponden con los sentimientos de fondo de una sociedad. Eso nos ayuda en las generales porque ya se había testado que seguíamos siendo una opción mayoritaria. Y se volvió a demostrar porque el resultado con que se pierde en 2004 fue el segundo mejor de la historia del PP hasta esa fecha.

¿Todos los trackings y estudios que manejaron dieron siempre al PP por delante del PSOE hasta el 11-M?

Pero sobradamente, holgadamente. Por supuesto. Solo Pepe Blanco, que yo recuerde, dijo después de las elecciones en algún momento que ellos tenían unos trackings que les daban ganadores. Yo jamás lo vi en ningún sitio.

Un gran logro del partido fue sujetar en torno a él y tras una derrota tan dolorosa el conglomerado de centro derecha, no descomponerse. Se mantuvo la cohesión adoptando un perfil duro en esa primera etapa de Zapatero que mantuvo prietas las filas y a todo el electorado del PP plenamente activo y movilizado.

Yo creo que en la primera legislatura de Zapatero confluyen dos cosas. Una es nuestra necesidad de mantener aglutinado nuestro electorado y otra la inesperada deriva del PSOE, que resulta enormemente provocadora. No se comporta como un partido socialdemócrata convencional, no es como el PSOE de Felipe González, que fue muy poco rupturista, que intentó transformaciones socioeconómicas siendo respetuoso en otras cosas, como las relaciones con el Ejército, con la Iglesia, las relaciones internacionales… Fue un Gobierno pactista e integrador. Frente a eso, el de Zapatero es desde el primer día un Gobierno radical. Lejos de intentar aterrizar cómodamente tras una victoria inesperada, lo que hace es plantear conflictos frontales. No creo que se pueda explicar lo que ocurrió entre 2004 y 2008 exclusivamente, ni tan siquiera mayoritariamente, como un éxito de la estrategia del PP. El PP no hubiese podido hacer una oposición firme si no hubiese tenido cosas a las que oponerse firmemente.

Se refiere a la negociación con ETA, al desarrollo del Estatut…

Negociación con ETA, Estatuto de Cataluña, pérdida de sintonía con la Iglesia en muchos campos, reformas educativas… Se abren todos los frentes a la vez, confluyen el hambre con las ganas de comer.

Y sin embargo Zapatero reeditó victoria en 2008.

Sí, pero la estructura territorial del voto fue completamente diferente. El resultado del PSOE en 2008 está respaldado por Andalucia y Cataluña y no tanto en el resto del país, donde avanza mucho el PP. Pero las dos comunidades más pobladas sostienen a Zapatero. Y cuando pierde esos dos apoyos se desploma al peor resultado de su historia en 2011. Aunque de nuevo va a ser superado ahora.

Ahora el PP vuelve a encarar unas generales desde el poder, como en la campaña que usted dirigió. Sin embargo, no parece que la situación sea muy parecida…

«La crisis no ha alterado el equilibrio izquierda-derecha, no ha crecido la izquierda sociológica como sí ha ocurrido en otros países»

No hay mucho parecido, no. Lo que caracteriza la situación actual es la aparición de fuerzas emergentes, que está condicionando todo. Hay una cosa curiosa y es que la crisis económica y a pesar del potente discurso anticapitalista generado como consecuencia de ella, no ha alterado el equilibrio izquierda-derecha, se mantiene bastante estable. Si hay un ligero avance de la izquierda es por la sobremovilización de esta y por la paralización de la derecha, no porque sociológicamente haya crecido la izquierda. Cosa que en otros países sí ha ocurrido. En España siempre ha habido una distribución del voto que obliga al centro derecha a aglutinar en torno a un proyecto a todo lo que está a la derecha del PSOE. Esa era la forma de Aznar de verlo e incluso de Fraga, aunque no fuera capaz de ejecutarlo con éxito. Si tú consigues eso, ganas; si no lo consigues, no ganas.

¿Comparte el análisis de Aznar de que Ciudadanos supone una amenaza muy considerable para el PP y que los «avisos» electorales requieren una respuesta?

Que la presencia de Ciudadanos compromete el resultado electoral del PP no necesita decirlo Aznar, es una obviedad. Es evidente que es un nuevo adversario en tu espacio político y que todo lo que tenga, poco o mucho, te lo está restando.

Pero en Génova se dice que es un partido de centro izquierda…

Eso da lo mismo. Lo que es obvio es que está situado a la derecha del PSOE. A mí me parece que no aclara nada discutir si está en el 5,5 o en el 4,3. Lo que está claro es que está compitiendo en tu espacio o que ha llevado a tu electorado a posiciones más de izquierda. Esto lo ves en cualquier estudio y me atrevería a decir que también sin estudio alguno. La parte difícil es la segunda: por qué surge ese competidor. Ahí el PP tiene que hacer una reflexión y la está haciendo para dar una respuesta.

¿Esa reflexión la ha hecho usted a nivel personal?

Sí y no es del todo fácil. No hay conclusiones unívocas, confluyen muchas cosas. No es sencillo. Yo no he tenido responsabilidad en la dirección del partido pero reconozco que la respuesta que cabe dar no es sencilla.

¿Cree que al partido ha reaccionado bien?

No lo sé. Para ese análisis me faltan datos. Hay una cosa evidente que es que ha tenido que enfrentarse a un crisis profundísima, desconocida. Y eso tiene un coste que es muy similar al sufrido por otros gobiernos del sur de Europa. Es casi inevitable. España ha tenido una reacción muy variable al respecto, en algún momento llegó a ser Podemos primera fuerza en las encuestas y ahora es la cuarta. Se ha volatilizado la estructura de partidos. Y la corrupción también ha hecho mucho daño al PP. ¿Se podían haber hecho las cosas mejor? Pues seguro que sí, no tengo ninguna duda, pero tampoco me atrevería mucho a decir qué. La gestión era compleja.

En su célebre artículo de 2008, donde cuestionó el liderazgo de Rajoy, afirma: «El líder y su equipo, junto con un correcto análisis de la realidad política en la que toca trabajar constituyen la base de cualquier estrategia. Si falla alguno de estos tres pilares, cualesquiera que sean las ideas que se defiendan, el proyecto fracasará». ¿Le falla ahora al PP alguno de esos tres pilares?

Los que nos dedicamos a la política damos pesos distintos a las cosas. Las campañas se ganan y se alcanza el Gobierno cuando confluyen tres circunstancias: tener el producto adecuado -personas e ideas-, disponer de una organización fuerte y unida y tener una estrategia de comunicación acertada. Las tres son imprescindibles y probablemente por ese orden. Uno de los problemas que se plantean es que se focaliza mucho en los problemas de comunicación. Eso es muy típico de todos los Gobiernos. Culpar a la comunicación. Quizá ahí respire un poco por la herida, ya que fui responsable de comunicación del PP muchos años, pero creo que los problemas de comunicación en los partidos grandes, que tienen capacidad objetiva para emitir mensajes, son un problema absolutamente menor. El problema suele estar detrás: en el equipo, en el producto o en la organización interna. Y ahí es donde caben mejoras. Es verdad que por ejemplo hace unos meses se ha hecho una renovación muy fuerte en el partido y creo que ha funcionado bien. Pero también es cierto que parece insuficiente. A pesar de que el laboratorio catalán sea muy malo para medir tendencias generales, es cierto que el problema de tener una cuña metida entre el partido y la alternativa de Gobierno, que es el PSOE, aparece consolidada.

¿Los cambios han sido insuficientes porque hay un crisis de liderazgo por encima de las estructuras renovadas?

No. Un partido cuando está en el Gobierno si hay una cosa que tiene clara es la jerarquía y orden de mando. El problema está más en la definición del mensaje. Saber por qué una parte de tu electorado busca alternativa requiere un análisis de cierta complejidad.

¿La divergencia de opiniones al respecto ha provocado tensiones en el PP y entre el PP y FAES, donde usted es patrono?

No lo creo, sinceramente. Por supuesto que dentro del PP hay preocupación con los resultados que se han ido sucediendo, sobre todo con los de mayo, de los que se resiente la organización en su conjunto. Las cosas no han ido bien y una percepción muy compartida, por obvia, es que esas derrotas respondieron a una dinámica general más que a cuestiones particulares.

Sobre la lectura quizá no hay discrepancias pero, ¿sobre la respuesta que se debe dar?

En eso tampoco hay un debate. Al final el PP, y eso puede ser virtud o un defecto, según se mire, es un partido muy jerarquizado y muy disciplinado.

Debate, no. ¿Opiniones distintas?

Opiniones distintas por supuesto, es una organizacion humana con cientos de miles de personas.

¿Y están estructuradas en torno a dos polos diferenciados? 

No, eso no existe. Y en mi opinión es lógico que no exista el debate cuando estas en el Gobierno, hay una respuesta natural de aglutinamiento en torno a la dirección. En el PSOE pasa lo mismo. ¿Qué discrepancias hubo con Zapatero? ¿Y no fueron conscientes muchos socialistas de que les llevaba a un mal resultado?

¿Hay nerviosismo por la confección de las listas electorales?

Bueno, eso siempre hay.

En su caso concreto, ¿tiene voluntad de repetir?

Yo soy muy respetuoso con las consignas, el proceso aún no ha empezado, empezará en quince días o así. Y ahí ya veremos.

¿No adelanta cuál será su postura?

Esperaremos, esperaremos.

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