Big data , el término tecnológico de moda. Se utiliza para describir la necesidad de gestionar a través de la tecnología los ingentes volúmenes de datos, estructurados y no estructurados, que generamos hoy en día.

El presidente de Telefónica, César Alierta, hablaba recientemente de cómo sus programas están ayudando al F.C.Barcelona en sus entrenamientos. «¿Quién me hubiese dicho hace años que Telefónica iba a ser el mejor entrenador del Barça?», se preguntaba el directivo.

IBM tiene al superordenador Watson, un prototipo de inteligencia artificial capaz de responder preguntas utilizando lenguaje natural. 

Y, sorprendentemente, el Real Madrid tiene en Microsoft un socio tecnológico que no sólo le ha ayudado con la creación de su aplicación, y con la explotación comercial de los datos de sus aficionados sino que, al menos sobre el papel, también tenía el objetivo de contribuir a mejorar aspectos de rendimiento.

El director general del equipo, José Ángel Sánchez, afirmaba recientemente a Quartz dos hechos que han probado no ser ciertos. El primero, que volverían a ganar la Copa de Europa, justo antes de que la Juventus apease al equipo. El segundo, que el club utilizaría la tecnología del coloso de Redmond para mejorar el equipo sobre el terreno del juego e incluso para ayudar a prevenir lesiones.

«Acabamos de empezar, pero es un área muy interesante y podría ser una forma de dar ventaja al equipo en el futuro», afirmaba.

Durante días, los periodistas insistimos en señalar todas las posibilidades que estarían al alcance del equipo gracias a esta tecnología. Una de ellas era la de analizar todo tipo de variables de rendimiento para facilitar el trabajo de los ojeadores del club. O incluso para hacerles el trabajo.

Paradójicamente, muchos aficionados al ver estas noticias tenían enfoques ligeramente escépticos: «El único análisis estadístico que acepta el Madrid es uno en el que al final ofrezca como resultado una línea en blanco en el que el mismo de siempre pueda escribir el nombre que quiera por los motivos de siempre», rezaba uno de ellos.

En suma, la percepción generalizada era que, del mismo modo que resultaba difícil explicar la salida de Carlo Ancelotti del equipo, o las adquisiciones multimillonarias de jugadores como Bale o James, la persistencia de Florentino Pérez al frente de la institución sólo garantiza el dominio de lo analógico frente a lo digital, de lo antiguo frente a lo moderno. Sólo hace falta un buen software de gestión de nóminas, para pagar a las decenas de directivos con sueldos estelares pero incapaces de contar hasta tres (tarjetas amarillas de Cheryshev, se entiende). Si en ACS se siguen los mismos criterios de contabilidad que los utilizados para medir las sanciones que reciben los jugadores, no nos extraña que Bodenholm haya dudado de su veracidad como si de un Gowex cualquiera se tratase. 

Al parecer, el Real Madrid no necesita ningún programa capaz de ayudarle. ¿Para qué? Tiene a un Ser Superior, un enviado de los dioses del fútbol, un semidiós hermanado con otros titanes como Mendes y con Blatter en su abultado sentido de la autoimagen. ¿Quién necesita tecnología o sentido común siquiera pudiendo disfrutar de tan cómoda teocracia?

No dudamos ni por un momento, quede claro, de las virtudes de la tecnología de Microsoft, dudamos de que nadie en el Madrid actual haya sido capaz siquiera de encender la maquinita.

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