• Los republicanos se resisten a reeditar alianza electoral con CDC ante los nuevos comicios catalanes, donde optarían a la victoria.
• Mas se postula para ser candidato a la Generalitat por sexta vez en 13 años mientras numerosos cargos de Esquerra le piden que deje la primera línea.
• «Que ceda la presidencia a alguien de su partido. Si no lo hace, que no espere reeditar JxSí en marzo», avisa un correlegionario de Junqueras.
• El líder de ERC elude reclamar en público el paso atrás de su socio y ruega a convergentes y cuperos que retomen las negociaciones.
• Colau, que gana enteros como cabeza de cartel de Podemos, podría dar la puntilla a la hoja de ruta secesionista.
• Baños dimite y acentúa la división interna de la CUP.

La política catalana ha entrado en combustión. El “no” definitivo de la CUP a investir a Artur Mas ha fracturado a la formación antisistema y abocado a nuevas elecciones donde con casi toda seguridad CDC y ERC concurrirán por separado. Antonio Baños, candidato cupero en los comicios de septiembre, dio ayer por concluida su carrera política tras sentirse “incapaz” de defender lo que en multitud de ocasiones había defendido en campaña electoral: no facilitar un nuevo mandato de Mas. Su dimisión hace aún más visible la división interna de la CUP -sobre la que se cierne la amenaza de escisión-, que también afecta a Junts pel Sí (JxSí). La heterogénea alianza que en verano establecieron CDC, ERC y entidades sociales para presentarse juntos a unos comicios catalogados de plebiscitarios parece tener los días contados, pese a los esfuerzos de los convergentes por reeditarla.

Dicho pacto escondió el 27-S lo que ya es una realidad absoluta en Cataluña: el sorpasso político que ha relegado a CDC en favor de ERC por primera vez en democracia. Las urnas lo reflejaron en las europeas de 2014 y en las generales del 20-D y con toda seguridad lo harían también en unas autonómicas, cita en la que CiU siempre ganó en escaños, manteniendo una distancia sideral sobre Esquerra. En 2010, sin ir más lejos, sextuplicó sus registros.

Pero el órdago independentista lanzado por Mas ha legitimado el proyecto de Junqueras, disparando sus expectativas electorales. Por eso se negó a una lista conjunta en las europeas y se resistió hasta que no hubo más remedio el año pasado. Ahora, ante la inminencia de unas nuevas autonómicas, las voces que se distancian de Mas han empezado a asomar con fuerza. Joan Tardá, referente de ERC en el Congreso desde hace 11 años, abrió el fuego pidiendo al president que se apartara de la primera línea. «Momento de grandes decisiones y patriotismo. Si Mas da paso al lado y cede la Presidencia a un miembro de su partido, formamos Govern y proceso adelante», escribió ayer en Twitter. A Tardá le siguieron numerosos cargos de ERC con mensajes muy parecidos.

Ese fue el caso de los concejales republicanos en L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de Cataluña. «La independencia es lo más importante. Mas, dé un paso al lado» y «Ahora es cuando Mas y CDC deberían demostrar la generosidad y sentido de país que no ha tenido la CUP. Si lo tienen» fueron las consignas emitidas por los ediles Antoni García y Coque García. Este último, además, le recordó al presidente en funciones su promesa de que el secesionismo estaría siempre por delante de cualquier personalismo.

Idéntica postura de distanciamiento manifestaron los excompañeros de Oriol Junqueras en Sant Vicenç dels Horts, municipio del que era alcalde el líder de ERC hasta hace una semana. Junqueras dejó el cargo para centrarse en la política autonómica, un gesto de lo más elocuente. Ayer, ediles republicanos de dicha localidad se expresaron con rotundidad meridiana. «Por patriotismo, que Mas dé un paso al lado y ceda la presidencia a alguien de su partido. Si no lo hace, que no espere reeditar JxSí en marzo», señaló Arnau Mata, portavoz del Gobierno municipal. «CDC tiene que demostrar que es primero el proceso que la persona», añadió la también concejala Marta Sugrañes.

Junqueras, por su parte, se limitó a pedir a convergentes y cuperos que retomen las negociaciones para evitar los comicios. «El acuerdo es posible, es factible y tenemos la obligación de buscarlo porque es aquello que nos encomendaron los ciudadanos; pedimos a todo el mundo que sea tan responsable como sea posible», indicó tras reunir a la dirección de su partido. Lo que no hizo fue aclarar si quiere que JxSí proponga otro candidato o sí él mismo está dispuesto a erigirse en alternativa, aunque dejó abierta esa puerta: «La forma de negociar no es hacer propuestas en público». La CUP ya ha avisado de que tanto él como Romeva tendrían el apoyo «unánime» de sus diez diputados. Pero CDC no está por la labor de renunciar a la presidencia.

Hasta ahora, Esquerra se ha mantenido fiel al pacto, defendiendo a Mas como único candidato posible, pero ante la casi segura reedición de los comicios se abre un nuevo escenario. El president no puede ya presionar con el ultimátum que dio en 2015 -o lista unitaria o no a nuevas elecciones y suspensión del procés– y se ha dejado por el camino más jirones al ser incapaz de ganarse el apoyo de la CUP pese a ofrecer incontables concesiones programáticas y, sobre todo, al perder la hegemonía soberanista el 20-D.

ERC, por delante de CDC

Nunca antes CDC había tenido menos fuerza que ERC en el Congreso. Sus ocho escaños son justo la mitad de lo obtenido en 2011 junto a Unió, el peor resultado de su historia. La propia CUP entendió que ese debilitamiento era definitivo y la misma noche electoral pidió el relevo de Mas. Postura refrendada luego por sus bases en un proceso interno que rozó lo kafkiano con el empate a 1.515 votos de la asamblea de Sabadell. La figura del president ha sufrido una erosión evidente al rogar hasta en su discurso de fin de año el apoyo de un partido en las antípodas de la ideología que se le supone. Una actitud que le valió contestación interna por parte de personajes tan destacados como su consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, o su lugarteniente orgánico, Françesc Homs, que hace días que pidió buscar una alternativa al pacto con la CUP.

Pero Mas no da síntomas de agotamiento. «Estoy tranquilo, con ganas de plantar cara a Madrid y a las fuerzas de aquí que no lo ponen nada fácil», declaró ayer antes de presidir una reunión de la Ejecutiva de su partido. En el encuentro, se volvió a ratificar que no habría candidato alternativo y se apostó por reeditar Junts pel Sí. El líder convergente está decidido a impulsar por sexta vez su candidatura a la Generalitat, tras presentarse en 2003, 2006, 2010, 2012 y 2015. También Jordi Pujol, su mentor, acumuló seis citas electorales de 1980 a 1999, si bien resultó elegido presidente después de todas ellas.

Mas quería ganar tiempo para refundar su partido, carcomido por el deterioro electoral y la corrupción. No lo tendrá

Lo más probable es que Mas repita en marzo, principalmente porque no hay liderazgos emergentes en CDC que le hagan sombra. Su intención era ganar tiempo para refundar en 2016 una formación carcomida por el deterioro electoral, la corrupción y la ruptura con Unió. No lo tendrá. Habrá nuevas elecciones en dos meses y Convergència se presentará, salvo que vuelva a seducir a ERC, en solitario y con peores perspectivas que nunca, teniendo difícil superar la cota del 17-18%. Aparte de Junqueras, están en disposición de superarle Ciudadanos, el PSC y, sobre todo, la candidatura de confluencia que impulse Podemos, quizá con Ada Colau como candidata.

Dicho proyecto ya triunfó en las generales, rozando el 25% del voto en Cataluña, el 27% en la provincia de Barcelona. Los rumores que sitúan a la alcaldesa de la ciudad condal como cabeza de cartel cobraron fuerza a lo largo del lunes, alentados por quien fue su apuesta personal el 20-D, Xavier Domenech. Primero en la cadena SER y después en el Congreso, al recoger su acta de diputado, Domenech subrayó la «proyección» de Colau, que «va mucho más allá de Barcelona».

ERC, Podemos, C’s y PSC están en disposición de superar a CDC en las urnas

La regidora encabezaría así una alianza que incluiría a su plataforma, Barcelona en Comú, a Podemos, a ICV y a EUiA, además de otras fuerzas minoritarias y figuras independientes, y apostaría por el derecho a decidir como solución al conflicto catalán. Al igual que el 20-D, se situaría entre la ilegalidad manifiesta que plantean CDC y ERC y el «no» al referéndum de autodeterminación que pregonan Ciudadanos, PSC y PP. Una postura que contraviene la hoja de ruta pactada por Mas y Junqueras el año pasado, que provocó el abandono del barco soberanista de ICV y de Unió. Tanto CDC como ERC dan por superada la fase del derecho a decidir y solo se conforman ya con una secesión acordada con el Estado.

De modo que Mas está ante la encrucijada más difícil de su carrera política, siempre tortuosa. El presidente catalán acumula un historial de pactos multicolor, donde figuran entendimientos con socialistas, populares y republicanos en función de la coyuntura. Solo la CUP se ha resistido a los intentos de seducción de este camaleón de la política. Además de eso, ha provocado un inaudito conflicto entre las instituciones regionales y el Estado, fracturado la sociedad catalana, dinamitado la histórica federación de CiU y se ha situado fuera de la ley en su deriva independentista. Todo ello acompañado de un rosario de casos de corrupción surgidos en torno a la formación que dirige y a la familia Pujol, a la que debe su carrera. Pero nada mina la moral de un político que demsiadas veces ha sido dado por amortizado y que ayer, ajeno a todo y en desbocada huida hacia adelante, se dijo “tranquilo” y “con fuerzas” para continuar su aventura hacia quién sabe dónde. Quiere ser candidato por sexta vez. Y continuar sobreviviendo.

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