A pesar de estar aún dando sus primeros pasos como gobierno, el tripartito valenciano sabe que su proyecto no podrá sobrevivir sin una confrontación con el gobierno central por un nuevo modelo de financiación autonómica.

En su lucha contra Cristóbal Montoro el tripartito de izquierdas ha conseguido un valioso aliado en los empresarios valencianos. Quienes siempre fueran apoyo y sustento del Partido Popular en Valencia claman hoy contra un PP al que consideran sinónimo de menosprecio hacia la Conunidad Valenciana. En el núcleo central de este cambio de postura se encuentra un tramo paralelo del Corredor Mediterráneo del que poca gente habla, pero todo el mundo señala en los círculos empresariales: el proyecto CLYMA.

“Hartazgo”, está es la palabra que mejor define las conclusiones ofrecidas tras el encuentro empresarial que ha reunido en Valencia a los principales representantes del patronal valenciana. En el documento “Infraestructuras estratégicas y reactivación sostenible”—presentado por los presidentes de AVE, las Cámara de Comercio de la Comunidad Valenciana, la Cámara de Contratistas, CEV, CIERVAL, Coepa, Fecoval y la Fundación PRO AVE— los cabezas visibles de la clase empresarial valenciana insisten en la necesidad de una nueva financiación autonómica más equitativa con la Comunidad Valenciana, defendiendo que esto repercutirá en el bienestar de España.

A pesar de que los empresarios matizaron que en la batalla por la nueva financiación autonómica su postura será la de apoyar y no la de presionar, “son los que nos representan los que tienen que usar su legitimidad para forzar un acuerdo. No nosotros” llegó a asegurar el presidente de Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), a nadie se le escapa el endurecimiento del léxico del empresariado valenciano cuando se refieren a las relaciones entre Valencia y Madrid. En el citado documento “Infraestructuras estratégicas y reactivación sostenible”, pueden leerse expresiones tan duras a la hora de referirse al gobierno español como: “creencia(…)de que este es un pueblo blando que traga con lo que le echen”, “discriminación irrefutable”, “agobiante lentitud”, “miopía política”, “estrangulamientos en materia de infraestructuras ferroviarias”, “poco peso de la racionalidad económica entre los criterios que informan la política pública del país” o “miopía y ausencia de una estrategia de desarrollo a largo plazo”. En sus intervenciones públicas el tono no mejora, en la presentación del informe se hablo de “dignidad” a la hora de defender las reivindicaciones valencianas y de “atropellos” a la hora de referirse a la actitud del gobierno.

La patronal valenciana encuentra incomprensible el escaso peso político en Madrid de la que ha sido una de las regiones más importantes en el panorama económico español y ya señalan directamente con el dedo a los miembros valencianos del congreso de los Diputados que votan, por disciplina de partido, en contra de cuestiones beneficiosas para la Comunitat Valenciana.

No es la primera vez que los empresarios valencianos levantan la voz contra Madrid. Hace un año ya emitieron un informe similar pidiendo al gobierno central que tuviera en consideración las reivindicaciones valencianas. Sin embargo el golpe de este año es más importante ya que el partido que manda en Valencia ya no es el mismo que ocupa La Moncloa, y por tanto la Generalitat ya no ejerce como apagafuegos del conflicto, más bien será un altavoz de las reivindicaciones.

CLYMA:El punto de inflexión del empresariado valenciano

No es casualidad que a la hora de hablar de los desplantes del gobierno central, los representantes de los empresarios mencionen el nombre de Ana Pastor. El núcleo de todo el enfado de los empresarios valencianos está el lento desarrollo del Corredor Mediterráneo y fue la ministra de Fomento quien anunció que la infraestructura estaría lista para 2015.

Con una industria en retirada, como demuestra el cierre de ThyssenKrupp Galmed, el ERE de extinción de la planta de Bosal en Sagunto, o la situación que atraviesa Ros Casares, y proyectos fallidos de industrialización como Parc Sagunt o la zona franca de Paterna, las esperanzas del empresariado valenciano pasan por el potencial del Corredor Mediterráneo para dinamizar sus puertos marítimos. Sin embargo la sensación generalizada en Valencia es que el gobierno central no sólo no comparte la urgencia valenciana por desarrollar la infraestructura, sino que se empieza a pensar que, quizás, la está boicoteando.

Varias veces ha tenido que salir Bruselas a recordar al gobierno español que lo prioritario es el desarrollo del corredor mediterráneo, que unirá Algeciras con la frontera francesa y no el central, que pasa por Madrid. Pero es que cuando todo parecía claro llegó el proyecto CLYMA.

El proyecto CLYMA es, técnicamente, un ramal auxiliar del corredor mediterráneo. Este pretende ser una conexión entre Madrid y Lyon—CLYMA es un acrónimo de “Conexión Lyon-Madrid”— pero que pasa por Zaragoza antes de conectarse con el corredor Mediterráneo por Barcelona. Esta conexión ya por sí sola irrita a los empresarios valencianos quienes llevan años demandando que se arregle la vetusta conexión ferroviaria entre Zaragoza y Valencia para poder competir con el puerto de Barcelona en el transporte marítimo de mercancías de zonas industriales como PLAZA,. Pero mientras la línea que une Aragón con Valencia sigue igual, Barcelona planea una línea de alta velocidad con la capital aragonesa que le ayude a mantener su hegemonía.

Para más irritación todos los mapas de Clyma señalan que está planificado que enlace con una conexión entre Algeciras y Madrid, una para la que se asegura tener ya financiación. El temor de que una conexión Algeciras-Barcelona se acabe antes que el trazado del litoral es algo palpable en los puertos de la Comunitat Valenciana.

Nadie lo ha dicho aún a micro abierto, pero una parte significativa de los empresarios valencianos empiezan preguntarse como es posible que el gobierno central sea capaz de perjudicar a una región que siempre ha sido leal a España como la valenciana para favorecer el desarrollo de la más conflictiva Cataluña. Y más de una voz empieza a preguntarse si la conflictividad no será más rentable que la sumisión.”Es necesario un partido regionalista potente o por qué no uno nacionalista” lanzaba, como aviso a navegantes, Vicente Boluda, presidente de AVE. La condición de ex-presidente del Real Madrid de Boluda lo hace poco sospechoso de afinidades catalanistas, así que su mensaje sólo puede interpretarse en clave económica: los empresarios ya se han dado cuenta que se premia más a quien combate que a quien muestra su lealtad a España.

¿A las puertas del giro nacionalista valenciano?

Lo cierto es que la Comunitat Valenciana ya tiene un partido nacionalista en plena ascensión, Compromís cuyo núcleo principal lo forma el Bloc Nacionalista Valencià. Y aunque el nacionalismo valenciano está lejos aún de contar con una base que le permita aspirar a ser un movimiento relevante en la sociedad valenciana, un agravio en la financiación autonómica, y la marginación del corredor son un inmejorable abono para cualquier nacionalismo. Dependerá pues del gobierno español, el actual o el que salga de las urnas en noviembre, cual será el nivel de la conflictividad de la sociedad valenciana.

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