Bipartidismo en estado puro en el cierre de campaña. Las fuerza mayoritarias no quieren ceder ni un ápice de protagonismo a los dos partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos). Los socialistas apelan al voto útil de la izquierda para captar apoyos en el partido morado de Pablo Iglesias. Los populares, por su parte, invocan el sufragio del miedo, para que no haya trasvase a Ciudadanos. El uno y el otro tratan de lanzar el mensaje de que sólo PP y PSOE pueden ganar los comicios.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pide no dividir el voto de la izquierda. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mientras tanto, alerta sobre la creación de un nuevo frente popular cuyo único objetivo sería, en su opinión, desalojar al PP de las instituciones municipales, provinciales y autonómicas, poniendo en riesgo la recuperación económica.

Los partidos mayoritarios echaron el cierre a una campaña atípica, de bajo nivel y calidad, como dicen muchos analistas políticos, que dará paso mañana a las elecciones más reñidas y abiertas, no sólo por el número record de indecisos –alrededor de siete millones, según los expertos demoscópico consultados por SABEMOS-, sino por la irrupción con fuerza de dos partidos emergentes -como Ciudadanos y Podemos- y el acercamiento el PSOE al PP, ambos en empate técnico. Hace justo cuatro años, en las anteriores elecciones municipales y autonómicas, los populares lograron en las urnas una ventaja de diez puntos sobre los socialistas.

Echó el resto Pedro Sánchez durante el cierre de campaña en Madrid –arropando a los candidatos socialistas en la comunidad, Ángel Gabilondo y Antonio Miguel Carmona-, para atraer el voto de los descontentos con los gobiernos del PP, en especial a los jóvenes y, dentro de estos, a los nuevos votantes, que según todos los sondeos se decantan por Podemos. Hay que recordar que el barómetro del CIS señala que el 27 por ciento de ese electorado joven da por seguro que votará al partido de Pablo Iglesias. Al PSOE sólo le apoya el 7 por ciento de ese sector de menor edad.

«No es hora de diluirnos ni de dividirnos. Es hora de unirnos en torno al partido del cambio que es el PSOE», señaló el máximo dirigente del partido, antes el del puño y la rosa y ahora el del pulgar hacia arriba.

Rajoy, tanto en Guadalajara –donde acudió a apoyar a la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal- como en Madrid –para arropar a Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes-, se esforzó por frenar a toda costa el trasvase de votos al partido de Albert Rivera. «Cuando se vota al PP se sabe lo que se vota, al PP. Y cuando se vota a otro partido que no es el PP, se puede estar votando al PSOE sin que uno se entere», dijo Rajoy en referencia a la información de un periódico próximo a los socialistas, que publicó a bombo y platillo que Ciudadanos se decantará por apoyar al partido de Pedro Sánchez, antes que a los populares.

Rajoy: «Nosotros no somos bisagra de nadie»

Con la intención de no perder votos entre los descontentos y los indecisos, Rajoy sostuvo el PP no «juega a la ambigüedad», no va a «engañar a nadie», ni es «muleta de nadie». «No ponemos precio a nuestro voto ni lo sacamos a subasta. Queremos gobernar y no ser bisagra de nadie», ha resaltado, en clara alusión al partido de Albert Rivera.

Pedro Sánchez, por su parte, apeló a la gestión socialista en el pasado para reclamar el voto, particularmente a los socialistas «de corazón», en estas elecciones municipales. «Lo mejor que le ha pasado a este país ha venido siempre del PSOE», manifestó el secretario general de los socialistas. Por ello, instó a los electores a votar a los socialistas si quieren «un cambio seguro». «Eso es el PSOE y no otra opción»,

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