Dirigentes populares redoblan esfuerzos para asociar la figura del líder socialista a la del expresidente del Gobierno. Remarcan que ambos adolecen de la misma frivolidad y falta de consistencia política. La estrategia evoca los primeros años del zapaterismo, cuando el secretario general del PSOE fue rebautizado como Bambi .

Sánchez es el nuevo Zapatero. El PP ha encontrado un filón para desacreditar al líder de la oposición comparándolo con el expresidente del Gobierno, que abandonó el poder en medio de una enorme impopularidad tras una segunda legislatura marcada por el paro y el hundimiento económico. Pese a que ya han pasado cuatro años desde que dejó la primera línea, la gestión del leonés sigue siendo recordada a diario por los populares, que la utilizan para justificar las medidas más controvertidas de Mariano Rajoy y para advertir de que volver a aquella época es lo que está en juego las próximas elecciones. Una tercera causa se ha encontrado ahora para airear el fantasma de Zapatero.

“Yo le tengo aprecio personal y pensé que era otra cosa, pero la realidad ha demostrado que [Sánchez] es igual que Zapatero, una máquina de lanzar globos sonda sin conocimiento”, declaraba un miembro destacado del PP la víspera del debate de Presupuestos. La reflexión se ha extendido como la pólvora entre las filas populares, aunque desde el partido se niega una estrategia. Sea acordado o tácito, lo cierto es que en las últimas semanas se ha reiterado ese mismo mensaje que ayer difundió el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, durante su intervención en el pleno del Congreso sobre los Presupuestos de 2016.

“No me cabe ninguna duda de que si usted llegara al Gobierno iba a cambiar las cosas, no me cabe ninguna duda. Pero ¿sabe lo que iba a cambiar? Se lo resumo: la recuperación económica”, dijo Montoro a su adversario en la Cámara. El vaticinio sería la consumación, afirmó, de una actitud idéntica “a la de su predecesor” en el PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Ya él “endeudó a España hasta las cejas”, “¿se entiende bien o no se entiende bien?”

Montoro ironiza sobre las lecciones de Economía que Sevilla prescribió para Zapatero y se pregunta si hará lo mismo con Sánchez

Para reforzar el símil, el ministro se refirió al coordinador del programa económico socialista, Jordi Sevilla, quien “estaba” en aquel Gobierno cuya gestión ha lastrado a España hasta hoy, según su versión. Montoro citó incluso las “dos tardes” de lecciones económicas que Sevilla prescribió a Zapatero ironizando que ahora podría estar haciendo lo mismo con Sánchez. No en vano es un miembro destacado del comité de expertos que Ferraz ha designado para elaborar el programa de las generales. “Es el que le va a asesorar”, le dijo, “señor doctor en Economía”.

El titular de Hacienda empleó además los mismos argumentos que antaño esgrimía el PP contra el exjefe del Ejecutivo. “Usted no viene a hacer propuestas porque no tiene ni una”, “usted es el conjunto vacío en expresión política” o las medidas que defiende son “vaguedades” fueron algunas de las frases elegidas por el diputado andaluz para remarcar esa presunta falta de sustancia de Sánchez. Una retórica que Génova explotó en los primeros años del zapaterismo hasta estigmatizar al expresidente con el sobrenombre de Bambi.

Experto en «crear problemas»

Pero Montoro no fue el primero en señalar públicamente el parecido entre esta etapa socialista y la que se inició en el verano del año 2000 con el triunfo de Zapatero en el 35 Congreso del PSOE. A primera hora de la mañana, el vicesecretario popular de Comunicación, Pablo Casado, afirmaba que Sánchez es  «Zapatero dos», un líder especializado en «crear problemas cuando no tiene ninguna alternativa».

Casado hizo esas declaraciones en Onda Cero para criticar la reforma de la Constitución que defienden los socialistas sin concretar y sin que en este momento sea una reivindicación de los ciudadanos. “Como es imposible aglutinar en un bloque a Susana Díaz y al señor Iceta, o a Sánchez con el socialismo andaluz pues saca esto, que es un engendro que no tiene definición«, aseveró.

Lo cierto es que el portavoz del PP ya había hecho la comparación en alguna ocasión anterior, como cuando la trajo a colación para criticar los pactos de los socialistas con candidaturas apoyadas por Podemos: “lo que ha confirmado Pedro Sánchez es que solo hay dos alternativas: el centro y la moderación que encarna el PP y todo el puchero en el que entran el PSOE, Podemos, Esquerra, la CUP y los demás. Y se van a unir solo para que no gobierne el PP. En fin, Pedro Sánchez es el nuevo Zapatero”. La idea ha ido cuajando y todo indica que será uno de los mensajes más manidos de aquí a las generales.

Aunque las relaciones entre ambos distan mucho de ser buenas, los populares pueden encontrar argumentos para establecer la analogía: uno y otro llegaron a la cúspide de Ferraz por sorpresa y siendo unos semidesconocidos, los dos han explorado acuerdos a varias bandas para apartar al PP del poder y han acaparado titulares por ocurrencias que luego se han visto obligados a rectificar. Pero, de ser cierto que llevan vidas paralelas, el PP debería vigilar la evolución de Sánchez, pues ya Zapatero enterró en su momento la personalidad Bambi para revelarse como un político ganador y con iniciativa, por más que luego le consumiera su gestión ante la crisis. Alfonso Guerra lo resumió con agudeza: «Zapatero ha resultado ser un Bambi no de peluche, sino de acero».

rajoy, accesible y locuaz

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se mostró ayer en el Congreso de lo más accesible con la prensa. Hasta en tres ocasiones atendió las demandas de los periodistas para hacer declaraciones en los pasillos, algo poco habitual en él. Rajoy se paró ante las cámaras antes, durante y después del combate dialéctico entre Montoro y Sánchez. Primero, para lamentar el fallecimiento de Txiki Benegas -«era un adversario político pero un hombre competente, capaz, con el que se podía hablar y llegar a acuerdos»-, luego para anunciar que el Gobierno indultará el viernes a Josefa Hernández y para ratificar que no llevará en su programa una reforma de la Constitución, y por último para valorar la intervención del líder de la oposición, que consideró de poco nivel.

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