Waiter Music es la empresa que realizaba los festejos y demás actos de los Ayuntamientos gobernados por el Partido Popular, a cambio de financiar ilegalmente al partido en época de Aguirre, González y Granados. Una trama similar a la Gürtel aunque a escala madrileña, aunque tuviese sus efectos nacionales como el acto ad maiorem dei gloriam de Mariano Rajoy en Valdemoro. Es conocido por los lectores, pues ha sido profusamente difundido, que la empresa recibió contratos muy por encima del costo normal de los festejos en numerosas ocasiones. Festejos que antes se liquidaban con 50.000 euros, gracias a la intervención de Waiter Music pasaban a costar 100.000 euros. Eso sí, sin mejorar la calidad.
La constante pretensión del PP de externalizar los servicios, de algo tan básico como unos festejos, que durante muchos años eran gestionados directamente por las concejalías con los managers de los artistas o las empresas de representación, no era ideológico (aunque así lo vendiesen) sino que tenía un trasfondo privado. Una privacidad ilegal de financiación ilegal del propio partido conservador. Un “dopaje electoral” como han denunciado PSOE y Podemos en las últimas fechas.
Los investigadores de Púnica están revisando con detalle aquellos contratos que tienen unas cantidades más elevadas, aunque no dejan de lado numerosos contratos con Ayuntamiento regidos por el PP de menor cuantía. Pero sospechan que, verdaderamente, la trampa está hecha en esos contratos que exceden los cien mil euros. La gran pregunta que se hacen es ¿estaban informados todos los alcaldes y alcaldesas de los teje manejes de Waiter Music o las órdenes venían de arriba para contratar con ellos? Diario 16 ha tenido contacto con algunos altos cargos populares que gestionaron contratos púnicos y han podido explicar el porqué de esos contratos que, ellos y ellas afirman como totalmente legales y sin conocer que se financiaba el partido.
Una de las versiones que nos ofrece un alcalde es que Waiter Music, como sucede con otras empresas, era una “empresa de amigos”. Esto es, una empresa que colaboraba, desconociendo hasta qué punto, con el Partido Popular y que “tenía grandes artistas que no podíamos contratar por otros medios”. Sucede en esto de la música como con las cooperativas de viviendas, las hay de izquierdas y de derechas, y según el color del ayuntamiento se ha permitido más a unas que a otras. Al ser “amigos cercanos” se prefería contratar con ellos siempre y cuando cumpliesen con el pliego de condiciones. “Vamos que a igualdad de ofertas elegíamos Waiter” afirma un alto cargo del PP.
Y ¿cómo podían calcar mejorar los pliegos para que se les concediese el contrato por un emolumento mayor en muchas ocasiones? “Los tipos lo tenían bien montado” narra un antiguo cargo municipal, “con sus contactos en el mundo musical reservaban los artistas que los pueblos querían llevar a sus fiestas con antelación y exclusividad, así que si querías a tal o cual artista no te quedaba más remedio que contratar con ellos”. Reconoce este ex-munícipe que “tenían a gente dentro de los ayuntamientos para prever qué artistas contactar antes, estoy convencido de ello, porque si no es inexplicable que tuviesen la exclusividad de esos artistas que querías justamente”.
Algo que confirman desde un municipio del sur de Madrid. “No había forma de traer a esos artistas salvo con ellos y daba igual en quien pensases, si pop o flamenco” narra con asombro un ex-dirigente municipal. Reconocen implícitamente estos altos cargos que Waiter Music debía tener topos dentro de los municipios para poder pedir la exclusividad de los artistas. Incluso, en municipios que no tienen contratos púnicos, nos confiesan que ellos han sufrido a Waiter Music por no poder contratar a algunos artistas porque los tenían en exclusiva para varios días, “y como muchas fiestas del sur de Madrid coinciden casi en las fechas, teníamos que buscar otros”.
Lo que se llama ir a tiro hecho. Sabían con antelación a quiénes contactar para poder vender su producto, aunque a precios menores que los contratos “verdaderamente púnicos” a los ayuntamientos del Partido Popular. De hecho en un ayuntamiento del sur hubo un alto cargo municipal que fue cesado con inmediatez al conocerse que filtraba proyectos a diversas empresas, entre ellas Waiter. De esta forma la empresa “púnica” tenía un cuasi monopolio musical-festivalero al tener en exclusividad numerosos artistas que vendían a precio de oro, porque o era con ellos o con nadie.
¿En algún momento les ordenaron contratar con esta empresa desde la presidencia de la Comunidad o del PP? Todos los cargos consultados niegan la mayor. En ningún momento recibieron presiones o llamadas de Granados para contratar los servicios de esta empresa, “u otras” añaden algunos, pero lo que resulta evidente es que ser una empresa “amiga” ayudaba a tener mejores ojos con ellos. “Yo, cuando me devanaba los sesos para hacer las fiestas de mi ciudad, y veía que en Valdemoro o Alcalá tenían unos conciertos buenísimos que yo no podía contratar, pues al final tuvimos que confiar en esta gente” nos cuenta un alto cargo del sur de la Comunidad de Madrid.
“Preguntabas a los compañeros de partido que tenían esas fiestas y te decían que Waiter funcionaban bien” cuenta otro ex-dirigente regional. “A mí no me llamaron en ningún momento, pero que los altos cargos estaban enterados no cabe la menor duda porque Aguirre controlaba hasta la pintura de las estancias de la Comunidad de Madrid” confiesa con pesar y enfado un ex-concejal madrileño. Por tanto, Waiter Music, gracias al contacto con Granados y su red clientelar, se hizo imprescindible para los festejos “populares”, que si se fijan son distintos a los festejos socialistas o podemitas.
Ahora muchos de esos dirigentes políticos, que juran y perjuran que nada tenían que ver con Waiter y los pagos al PP, están con el miedo en el cuerpo. “Es que cualquier papel que hayas firmado, con el visto bueno de intervención y secretaría del ayuntamiento, sirve para empurarte. Y ¡joder! Si no has hecho nada malo, ni te has llevado nada” cuenta con asombro un ex-alcalde. Así se encuentran los alcaldes actuales y anteriores que tienen contratos púnicos, por un lado diciendo que no han hecho nada y, por otro, con el agua al cuello por “esta locura judicial”.

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