El escritor asegura en la presentación de su último libro que las democracias liberales no están preparadas para hacer frente al yihadismo y que nuestra civilización caerá: «Tardará medio siglo, un siglo o siglo y medio, pero caerá».

“No hay una solución, Occidente se va poquito a poquito al carajo, viene otro mundo, nosotros no vamos a estar aquí para verlo, porque llegará en medio siglo, en un siglo o en siglo y medio, pero nuestra civilización caerá”. Arturo Pérez-Reverte tiene claro que la lucha contra la yihad islámica “es la guerra, claro que es la guerra”, pero se desarrolla en unos parámetros tan distintos a los de todas las demás que no hay posibilidad de que las democracias liberales salgan vencedoras.

“El confort del viejo, caduco y cobarde Occidente” aparece ante la mirada del escritor “condenado a muerte”, sin posibilidades frente a una forma de violencia brutal, “que veíamos en películas, en reportajes… bueno pues eso ya está aquí; y vendrán muchos París y muchos 11-M, porque se ha acabado la fiesta”. No cabe esperar respuesta de una sociedad que “no está preparada” porque ha sido educada “en el buenismo” hasta el punto de que “debate si debe tener ejércitos o no”, frente a un enemigo cada vez más despiadado y decidido a todo.

El miembro de la Real Academia Española hizo estas reflexiones ayer, en la presentación de su último libro, La Guerra Civil contada a los jóvenes, que fue apadrinada por los periodistas Antonio Lucas y Manuel Jabois. Reverte advirtió al inicio del acto que aquello sería “una conversación entre amigos” y no una oportunidad de avasallar con “titulares”, aunque al final se impuso a relucir su estilo mordaz y directo, que tantas veces le ha colocado en el foco de la polémica. La última, precisamente al valorar en Twitter los atentados del viernes 13 en unos términos similares a los de ayer.

Con el Teatro Español como escenario y ante unos 250 seguidores, el escritor se explayó principalmente sobre la Guerra Civil, objeto de la obra que presentaba, pero Lucas y Jabois lo condujeron hacia una evaluación exhaustiva de la actualidad, marcada por la matanza parisina. Reverte recordó que hace un año ya escribió un artículo titulado Es la guerra santa, idiotas, en el que advertía de lo que venía, “una guerra mundial, diferente, pero una guerra mundial” del terror contra Occidente.

La guerra de Iraq, «detonante»

Preguntado por el detonante del conflicto, el escritor explicó que el fundamentalismo estaba contenido en los regímenes absolutistas de Sadam Hussein, Gadafi o Assad, que cayeron cuando las potencias desarrolladas les quitaron su apoyo y les hicieron frente. “La razón fundamental, el origen, el despelote empieza cuando un imbécil llamado Bush, unido a un cretino llamado Blair y a un soplagaitas llamado Aznar se ponen juntos a hacer una guerra para salvar el mundo”, indicó en referencia a la invasión de Iraq de 2003.

A partir de ahí, continuó, cuando cayeron “los dictadores que aun siendo unos canallas nos tenían egoístamente a salvo”, los “bárbaros” abandonaron la segunda línea: “El equilibrio delicado que se mantenía desde después de la caída del telón de acero se fue a la mierda, se abrió la caja de Pandora”.

«El asunto es muy complejo, hay quien dice que hay que negociar pero, ¿con quién? ¿Con el que corta cabezas?»

Pérez-Reverte también ironizó sobre la reacción de los occidentales que tras los atentados empezaron la campaña de “yo soy París, con velitas, flores, llorando, todo muy solidario y en cuanto sonaron unos petardos salieron todos corriendo… No estamos preparados y por eso van a ganar”. Para el escritor la paradoja estriba en que una sociedad constituida sobre la base de la libertad y la tolerancia está inerme ante un desafío así y cambiar supondría renunciar a las esencias que fundamentan nuestra civilización: “Esa es la contradicción, no hay solución, el sistema en el cual Occidente vive esta condenado a muerte, es insostenible (…) El asunto es muy complejo, hay quien dice que hay que negociar pero, ¿con quién? ¿Con el que corta cabezas?”

Como antídoto, Reverte acabó proponiendo “la cultura, que es la solución como consuelo”, “la biblioteca te serena, aunque no vayas a cambiar el mundo” y luego también “educar a los chicos para que sepan al mundo al que se enfrentan”.

Antes de eso, el escritor había hecho un repaso por la historia contemporánea de España, con especial atención a una Guerra Civil cuyo desarrollo ha querido narrar para las nuevas generaciones, afectadas por el “deseo de apartarla de la memoria, porque como fue mala, sucia y cruel se ha dicho ‘vamos a apartarla’, y es un error”. Reverte incidió en que “la tragedia no fue la guerra, la tragedia es España”, y aquel acontecimiento “es una manifestación más, como la crisis política de ahora” de un mal endémico, de que nuestro país está “históricamente enfermo”.

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