En apenas un año, la entidad gallega Abanca (la antigua Novagalicia Banco) ha pasado de ser un ruinoso negocio que precisó de 8.900 millones de euros públicos para recapitalizarse, a dar un beneficio neto de más de 1.198 millones en 2014, una vez privatizada, y después de que su actual dueño, el venezolano Banesco, pagara apenas 1.003 millones.

Si la contabilidad de los bancos «es un chicle», tal como dijo en una ocasión el presidente de BBVA, Francisco González, el caso de Abanca podría servir a partir de ahora como paradigma. Solo así se puede explicar que la entidad gallega, heredera de los activos y pasivos de la antigua Novagalicia Banco (NCG), haya pasado de tres años consecutivos de pérdidas (7.664 millones de euros entre 2011 y 2013) a protagonizar en 2014 el tercer mejor resultado operativo de la banca española: 1.198 millones. El segundo, si se contabiliza el resultado de Abanca como un holding (llega a 2.796 millones, por encima incluso del BBVA).

Después de tres años marcados por la crisis, el consiguiente deterioro de sus balances y por los conocidos como decretos Guindos 1 y 2, que obligaron a provisionar todas las carteras inmobiliarias —lo que condujo a una inyección pública de 8.981 millones de euros— Abanca (antes NCG) ha presentado unos beneficios contables históricos justo el primer año tras su privatización. En diciembre de 2013, el FROB vendía esta entidad gallega, ya saneada, al grupo bancario venezolano Banesco por 1.003 millones de euros, apenas un 36% de su valor contable, según se dio a conocer el pasado lunes 14 de abril en la Comisión de Economía del Congreso.

En dicha Comisión, se desvelaba también que los beneficios por la partida de créditos fiscales (601 millones de impuestos a no pagar en el futuro) eran superiores incluso al beneficio de explotación. Es decir, que los beneficios fiscales suponían una partida más importante para el resultado final del banco que incluso su negocio recurrente. El diputado Juan Moscoso, del PSOE, se dirigió al presidente de la Comisión Rectora del FROB, Fernando Restoy, para pedirle explicaciones: «Estamos obligados a preguntarnos si vamos a encontrarnos con sorpresas como esta en el futuro con Catalunya Banc porque, desde una perspectiva económica, se podrá alegar que las subastas en un momento lo que hacen es casar la oferta y la demanda, pero todos sabemos que deben producirse en el momento oportuno, que el entorno es muy importante, y quizá algunas decisiones que han precipitado la venta (…) a posteriori están demostrando que fue algo precipitada».

En su respuesta, Restoy aseguró que, si bien estaba la «espada de Damocles» que suponía el calendario de venta impuesto por Bruselas, se procuró un proceso de subasta lo más abierto y transparente posible, y que incluso se amplió el perímetro de entidades susceptibles de hacer ofertas. «Así conseguimos que hubiera hasta seis ofertas vinculantes, que es un récord histórico en todo el proceso». El máximo responsable del FROB, posteriormente aludió a los extraordinarios resultados de Abanca, de los que aseguró que cuentan con muchos elementos que no son recurrentes, como son las desdotaciones: activos devaluados que se provisionaron en 2011 y 2012, y en 2014, ante la mejora de la situación, liberan esas cantidades en forma de beneficios. También sumó ganancias extraordinarias por venta de activos (todos provisionados con dinero público y puestos a valor de mercado), créditos fiscales…

Es decir, que en apenas un año de gestión privatizada, la entidad rescatada ha presentado unas cuentas anuales con un resultado que ya superaría el coste mismo de la adquisición. Y eso sin tener en cuenta el resultado del grupo Abanca como holding, en cuyo caso el beneficio contable (2.796 millones) casi triplicaría el coste de compra por parte de Banesco. ¿Cuáles son las claves que explican este aumento sin precedentes de la rentabilidad? Fuentes financieras consultadas por este diario hablan de «un beneficio que son apuntes contables, en su mayoría no se ha generado con ingresos en caja», explican.

Un vistazo a las cuentas auditadas de Abanca SA: Del total de 1.198 millones de euros anotados como beneficio positivo del ejercicio, hay varias partidas en la cuenta de pérdidas y ganancias que marcan el resultado final. El Impuesto de Sociedades, por ejemplo, en vez de suponer un gasto (sobre los beneficios) es un ingreso positivo para Abanca de más de 446 millones de euros. Este apunte es posible porque en los años de peor situación de la crisis, la entidad contabilizó unas pérdidas que ahora le permiten, o bien generar créditos fiscales o activos fiscales diferidos (DTA). Esta operativa es común en casi todo el sector, y explica en parte por qué la banca paga proporcionalmente pocos impuestos respecto a sus beneficios.

Otra partida especialmente abultada en el balance de Abanca es la de resultados de operaciones financieras. «Son las carteras de activos no estratégicos y las desinversiones», explica un catedrático de Economía que prefiere permanecer en el anonimato. Estas inversiones han supuesto un beneficio contable de casi 423 millones de euros. También ha servido para engrosar la parte positiva el apunte de pérdidas por deterioro del resto de activos (aquellos que han tenido que ser reevaluados durante el año) que en este caso en vez de un quebranto presenta un resultado positivo para el banco gallego de más de 111 millones.

En las cuentas del holding de Abanca, los beneficios de 2.796 millones de euros se contabilizan a pesar de que el margen de intereses (un indicador del negocio recurrente) ha caído un 67%. ¿Cómo se logra tal resultado entonces? Anotándose más de 2.116 millones del conocido como Badwill; es decir, «la diferencia entre lo que paga el comprador del banco y lo que vale contablemente el mismo. Normalmente se paga más que el valor contable y lo que se genera es un fondo de comercio, pero en este caso ha sido al revés», tal como explican fuentes financieras. La otra gran vía de resultados han sido los créditos fiscales: 720 millones de euros.

«Son puros apuntes contables»

Fuentes financieras consultadas por SABEMOS ven con cierta suspicacia estos resultados, en la medida que apuntan a una venta «a la baja de una entidad rescatada con dinero público» y a la vez una cierta sobreprovisión de la misma, justificada en su momento por los decretos Guindos y el empeoramiento de la situación entre el segundo semestre de 2011 y el primero de 2012. «Pero tras la mejora de la coyuntura y las previsiones a partir de la intervención del Banco Central Europeo, aquellos escenarios sobre los que se basaron los saneamientos se han demostrado demasiado pesimistas», añade este académico. Las consecuencias de esta relativa sobreprovisión: En cuanto la situación se estabiliza o mejora, aquellos activos provisionados mejoran su valoración, y por lo tanto la banca libera esas provisiones y se apunta un beneficio contable.

«Hay sospechas de que dando un beneficio que son puros apuntes contables (que no han entrado en caja) la entidad finalmente reparta dividendo (que sí supondría una salida de caja) y que con ello pretenda pagar al FROB», advierte un analista del sector financiero que también opta por no revelar su identidad. Es decir, que en este caso se pagaría la deuda por la compra de Abanca con beneficios no salidos de la actividad recurrente de la entidad. «Espero que el FROB no lo permita», concluye.

Imagen | Pablo Herrero en FLICKR

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