La patronal rompe toda relación con la Consellería de Turismo balear e “inicia la desconexión” con el Govern, descartando cualquier colaboración con la Administración autonómica.

La Federación Hotelera de Ibiza y Formentera (Fehif) se ha inventado un nuevo tipo de soberanismo: el soberanismo empresarial. Y es que la patronal, parafraseando a Artur Mas, ha anunciado que “inicia la desconexión” del Gobierno de Baleares y rompe toda relación y colaboración con la administración autonómica por el nuevo impuesto turístico y por la intención de impulsar una nueva regulación del alquiler turístico.

“Por estos despropósitos, que son dos enormes disparates, hemos decidido no colaborar con una administración que perjudicará seriamente nuestra actividad”, avisa la patronal hotelera pitiusa en un comunicado a medio camino entre la dureza y el chascarrillo.

Hemos perdido toda la confianza en la Consellería de Turisme del Govern Balear, que para nosotros ha perdido la credibilidad”, dice la organización, que se encomienda a los Consells Insulares de Ibiza y de Formentera “para defender los intereses de nuestras islas” frente a las “medidas concebidas en Mallorca” (y es que este figurado soberanismo de nuevo cuño puede ser también interinsular).

La Fehif arremete contra el nuevo impuesto turístico que se implantará en Baleares, una materia en la que la patronal se ha sentido desoída e ignorada para su elaboración. Los hoteleros de Ibiza y Fomentera consideran que el nuevo tributo (con el que se cobrará entre 0,25 y 2 euros al día a cada turista, según el tipo de alojamiento y la época del año) es “una multa a nuestros mejores clientes”.

Para la patronal el nuevo impuesto “beneficia a la oferta ilegal”, porque augura que sólo lo pagarán los clientes de hotel; “no soluciona nada” porque sólo permitirá recaudar 50 millones de euros, un 1% del presupuesto del Govern y “para tan mísero porcentaje tenemos que perjudicar muy seriamente la imagen y rentabilidad de nuestra principal industria”; y también perjudica más a Ibiza y a Formentera por su mayor dependencia del turismo; perjudica más al turismo familiar, perjudica las temporadas bajas, perjudica a la rentabilidad de los hoteles, y a la atención al cliente… “Y es un impuesto recaudatorio, no tiene nada de finalista y se lo van a gastar como el resto del presupuesto”, concluye la Fehif.

Los hoteleros de las Pitiusas también se quejan de que el Gobierno balear pretende “legalizar (eufemismo al canto, ellos hablan de regular)” el alquiler turístico en edificios residenciales. “Esto supone la entrada en el mercado turístico legal de un número casi infinito de plazas que hará iknviable el actual modelo turístico de Baleares”, sostiene la patronal. “La saturación [en el alquiler] se va a convertir en un recuerdo agradable, y los contratos de seis meses de duración en un objeto de museo”.

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