Y la multa llegó. Después de muchos meses evitando una sanción de este tamaño, finalmente el Gobierno estadounidense ha multado a la tecnológica china ZTE. Todo es fruto de una sentencia del 7 de marzo de 2016, por exportar tecnología a Irán, algo que supone una violación de los términos del embargo de EEUU sobre el país.

De este modo, con la llegada de Trump, y después de un año aplazamientos de la aplicación de la sentencia, los tribunales estadounidenses han impuesto una multa al gigante chino de 1192 millones de dólares. Lo que supone la mayor multa a una firma no financiera.

En el año 2012, el Departamento de Comercio estadounidense inició una investigación sobre las relaciones comerciales que mantenía ZTE con TCI, la primera firma telefónica iraní, a la que presuntamente vendía productos de software y hardware fabricados en Estados Unidos, por valor de unos 30 millones de dólares.

El 7 de marzo de 2016, el Departamento de Comercio de EEUU determinó que, efectivamente, ZTE habría estado haciendo negocios con Irán. Esto supone una grave violación de la legislación estadounidense, que prohíbe la venta de alta tecnología a este país.

El Gobierno entonces presidido por Barack Obama, impuso restricciones al gigante chino para comerciar con sus proveedores estadounidenses. Pero cuando esta sanción se produjo, el Gobierno chino presionó para que se reconsiderase la decisión. Hong Lei, del Ministerio de Asuntos Exteriores chino esperaba que se detuviesen esas prácticas erróneas, con el fin de que no hubiera mayores daños a la cooperación y el comercio bilaterales entre China y Estados Unidos.

El Gobierno americano respondió a las presiones con una prórroga de las restricciones comerciales a ZTE con sus proveedores, primero hasta el 30 de agosto (2016), y luego hasta el pasado 27 de febrero (de este año). Eso sí, siempre y cuando el fabricante de móviles cumpliese con los compromisos adquiridos con respecto a los negocios con Irán.

La sanción para ZTE, llegó

La sanción incluye el pago de una multa de 890 millones de dólares y la condición de operar durante tres años bajo vigilancia, sometiéndose a un programa de monitoreo corporativo que dará “amplio acceso” a los registros de la empresa.

Este acuerdo estipula que, en el caso de que la compañía no cumpla con lo pactado, ZTE deberá pagar 300 millones de dólares adicionales a Washington. También tendría que someterse a un supervisor independiente que revisaría las operaciones de la empresa, durante un periodo de siete años y se suspenderían sus privilegios en las exportaciones.

La multa se desglosa así en las arcas estadounidenses: 430,4 millones para el Departamento de Justicia, 100,8 millones adicionales para el Tesoro y los 661 millones restantes al Departamento de Comercio.

ZTE «no solo violó los controles de exportaciones que mantienen sensible tecnología estadounidense fuera de las manos de regímenes hostiles como Irán, también mintió a los investigadores federales», declaró el fiscal general de EEUU, Jeff Sessions. A esto ha añadido que «este acuerdo les hace responsables, y deja claro que el Gobierno usará todas las herramientas a su disposición para castigar a las empresas que violen nuestras leyes, obstruyan a la justicia y pongan en peligro nuestra seguridad nacional».

La compañía suspendió por un tiempo sus exportaciones a Irán, cuando se conocieron esos negocios en el año 2012, pero reanudó las ventas a fines del 2013, lo que se prolongó hasta la actualidad, pese a haber prometido a las autoridades estadounidenses que las concluiría.

Según el departamento de Justicia, ZTE “creó un muy elaborado sistema para esconderle a una firma de auditoría contable los datos relacionados con esas transacciones” a través de terceras compañías. Este sistema se basaba en “desinfectar bases de datos” con información de las ventas, borrar los correos electrónicos involucrados en los negocios, dar falsos testimonios a las autoridades, exigir un compromiso firmado de silencio a todo aquel vinculado a las operaciones y obviar la declaración de los productos en las aduanas.

Wilbur Ross, Secretario de Comercio estadounidense, ya avisó que sería estricto contra los países que no respetaran las reglas de juego, y no ha tardado ni una semana desde asumió el cargo para actuar en consecuencia. Resulta paradójico que la primera sanción que impone el nuevo ejecutivo, sea contra una empresa de origen chino, colectivo muy atacado por el discurso de campaña de Trump.

“Con el liderazgo del presidente Trump aplicaremos agresivamente las políticas comerciales con el doble objetivo de mantener la seguridad de los estadounidenses y proteger a los trabajadores estadounidenses”, a lo que Ross añadió: “Se acabó el juego sucio”.

ZTE reconoce los sucedido

“ZTE admite los errores que cometió, asume responsabilidad por ello y sigue empeñada en un cambio positivo”, declaró en un comunicado Zhao Xianming, jefe de la firma. Aseguró que se comprometía a ser un modelo “de respeto a las normas de exportaciones y de excelencia de gestión” y a realizar significativos cambios de personal, aunque ya renunciaron 3 altos cargos de la empresa cuando el Gobierno estadounidense descubrió la tramade ZTE.

La compañía ha informado de la suspensión temporal de la cotización de sus acciones en la bolsa de Shenzhen»con el objetivo de proteger los intereses de los inversores».

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