• El jefe del Ejecutivo pide un acuerdo de «amplio apoyo parlamentario» para superar el bloqueo político al que aboca el resultado de las generales.
• No descarta ofrecer que su número dos en Moncloa sea un socialista, aunque matiza que esos «detalles» tendrían que negociarse más adelante.
• Advierte de que en caso de nuevas elecciones él volvería a ser el candidato del PP.
• Rechaza que un socialista presida el Congreso de los Diputados, pues «desde 1977» lo ha hecho alguien del partido más votado.
• Desvela una conversación con Urkullu (PNV) y adelanta que seguirá dialogando con el resto de líderes, excluyendo al independentismo catalán.
• «Cualquier gobierno apoyado por la CUP es un desastre», indica sobre la situación en Cataluña.

Estabilidad, certidumbre, tranquilidad. Mariano Rajoy está más abonado que nunca al discurso con el que se presentó a las últimas elecciones generales, cuyo escrutinio ha propiciado una situación de bloqueo político al que no se le ve más salida que la reedición de los comicios. Para tratar de desencallar la situación, el presidente en funciones ha comparecido hoy en Moncloa tras la reunión del Consejo de Ministros y se ha reafirmado en su apuesta de una gran coalición con el PSOE, abierta también a Ciudadanos, aunque sin citar expresamente a ninguno de ellos. Además, se ha mostrado dispuesto a que ese Ejecutivo que él lideraría cuente con un socialista como vicepresidente primero.

España cerrará 2015 con un crecimiento económico del 3,2% y 600.000 empleos creados

«Eso son los detalles», «habría que hablarlo», ha asegurado Rajoy al ser preguntado por la posibilidad, dejando así completamente abierta la puerta a negociarlo. Lo prioritario ahora es alcanzar un pacto de gobierno «de amplio espectro» entre los diputados que «coinciden en los grandes asuntos» y que son «más de 200». Solo PP y PSOE suman 213 escaños, pero Rajoy piensa también en el partido de Albert Rivera al hacer sus cuentas, pues en otro momento de su comparecencia ha destacado que «más de dos tercios» de la Cámara Baja está de acuerdo en los asuntos de Estado. Esos dos tercios (234 escaños) serían efectivamente superados por un pacto a tres bandas PP-PSOE-C’s, que incluiría a 253 parlamentarios.

Con una alianza así, argumenta Rajoy, se transmitiría un mensaje de «estabilidad» capital para mantener el buen rumbo de la economía, que prevé cierre el año con un crecimiento del 3,2% y la creación de 600.000 puestos de trabajo. Además, ese pacto podría emprender las reformas que se consideraran oportunas con un «consenso amplio», sin imponer el criterio «de un partido». De este modo, el líder del PP se abre también a estudiar los cambios constitucionales que PSOE y Ciudadanos llevan en sus programas.

Rajoy no parece afectado por el «no» rotundo que Pedro Sánchez ha dado a cualquier entendimiento con él. Considera que esa posición se produjo en una primera «toma de contacto» a la que han de seguir otras, con Sánchez y con otros líderes. El presidente tiene claro que el mandato de los españoles es que el PP continúe al frente del Gobierno, pues ganó las elecciones «con siete puntos de ventaja sobre el segundo», 1,7 millones de votos y 33 escaños. Además, ha subrayado, se impuso en 39 provincias, mientras que el PSOE solo lo hizo en seis. Rajoy trata así de restar legitimidad al líder socialista para explorar una alternativa de Gobierno, maniobra para la que ayer le facultó su comité federal.

Esa alternativa sería, según el actual jefe del Ejecutivo, algo «realmente muy malo para los intereses generales de los españoles», pues consistiría en un heterogéno pacto entre PSOE, Podemos, IU, ERC o DiL. Por eso, él está decidido a postularse en la sesión de investidura: «Mi intención es presentarme al debate».

Conversación con Urkullu (PNV)

A esa cita, que podría tener lugar a finales de enero o principios de febrero, quiere llegar Rajoy con un pacto entre los partidos que coinciden en seis materias de Estado fundamentales: la unidad de España, la soberanía nacional, la igualdad de todos los ciudadanos, el papel que el país debe jugar en la UE, la consolidación de la recuperación económica y la lucha contra el terrorismo. PP, PSOE y Ciudadanos están inequívocamente de acuerdo en todas ellas, ha venido a decir el presidente, mientras Podemos y los independentistas no lo están y por eso quedarían al margen de las negociaciones.

Rajoy quiere un Gobierno que se ajuste «a la voluntad mayoritaria» de los españoles y por eso está dispuesto a negociar una coalición, aunque no la presidencia. Ni siquiera para dejar paso a otro candidato de su partido que genere menos rechazo en el socialismo -«ese asunto ni siquiera está planteado»- daría un paso atrás. Como tampoco lo haría en caso de que fracasara en sus propósitos y hubieran de reeditarse los comicios.

Rajoy remarca que el Congreso debe presidirlo alguien del partido que ganó los comicios, como ha ocurrido siempre

«Yo quiero ser el candidato del PP», ha subrayado al ser preguntado por ese supuesto. Además, ha recordado que el comité ejecutivo del partido le ha dado recientemente un «apoyo importante», si bien «el tema no está ahí» sino en construir una alianza de gobierno. Sobre la presidencia del Congreso, ha rechazado la postura del PSOE -que quiere que un diputado de su bancada sea el designado- y de Ciudadanos -que plantea que la tercera autoridad del Estado sea de un partido distinto al que gobierne-, manifestándose a favor de que presida la Cámara Baja alguien del partido que ganó las elecciones, «como ha sucedido siempre desde 1977». «Pretender presidir el Congreso y el Gobierno con 90 escaños no parece excesivamente razonable», ha rematado.

Rajoy también ha desvelado que ha mantenido una conversación telefónica con el lehendakari, Íñigo Urkullu, para sondear la postura del PNV y que hará lo propio «con otras fuerzas». Entre ellas no se encontrarán las del independentismo catalán, pues permanecen ancladas en el desafío a la ley y «no tiene sentido» establecer diálogo en esas condiciones.

En cuanto a la incertidumbre que vive Cataluña, el presidente ha dicho que «cualquier gobierno apoyado por la CUP es un desastre» y ha emplazado a Artur Mas a estudiar «otras fórmulas» o convocar elecciones, pues aunque finalmente logre la adhesión del partido antisistema, su Ejecutivo «no va a parte alguna». Además, ha conminado al presidente de la Generalitat en funciones a «rectificar» su órdago secesionista y dar «un paso atrás».

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