La más famosa de las Hogueras de las Vanidades no es la grandiosa novela de Tom Wolfe, ni la posterior película dirigida por Brian de Palma y protagonizada por Tom Hanks, Bruce Willis, Melanie Griffith, Frank Murray Abraham y Morgan Freeman, entre otros, sino la que tuvo lugar el 7 de febrero de 1497, cuando seguidores del monje Girolamo Savonarola recogieron y quemaron en público miles de objetos en Florencia durante la fiesta del Martes de Carnaval.
Esta destrucción tenía como objetivo la eliminación de aquellos objetos que se consideraban pecaminosos, objetos de vanidad como espejos, maquillajes, vestidos refinados e incluso instrumentos musicales. También tenía como objetivo libros inmorales, manuscritos con canciones seculares y cuadros. Entre los objetos destruidos durante esta campaña había varias pinturas originales sobre temas mitológicos clásicos realizados por Sandro Botticelli, puestas por él mismo en la hoguera.
Tales hogueras no fueron invento de Savonarola, sino que ya eran un acompañamiento usual a los sermones al aire libre de Bernardino de Siena en la primera mitad del siglo XV.
En estos tiempos presentes también se están produciendo incendios, destrucción y ruina provocados por los Savonarola de turno, actos inspirados por acciones anteriores pero que tienen unos directores concretos que se mantienen en la sombra pero que son los que recogen los beneficios. En España tenemos a un Savonarola y se llama Miguel Zorita Lees.
Pero, realmente ¿quién es Miguel Zorita y por qué su nombre siempre está presente en el mundo empresarial y financiero español? Él se presenta como un experto en la reestructuración de empresas en dificultades aunque su capacidad para ello es bastante cuestionable, según fuentes consultadas por Grupo Diario16, fuentes que nos aseguran que es más bien un hombre que dice saber de todo pero que sólo tiene una idea general y su propia trayectoria profesional lo demuestra. Nunca ha despuntado pero siempre ha estado ahí generando, eso sí, relaciones con los más poderosos, relaciones que luego utilizará para sus propios fines.
En el mundo financiero, ocupó puestos directivos en la extinta Argentaria durante la segunda mitad de la década de los 90. Durante este periodo es nombrado, además, presidente de la constructora Huarte S.A., cargo que ocupó durante tres meses.
Tras su salida de Argentaria, Zorita se dedica a actividades de consultoría durante la década del 2000. Antes de incorporarse a Deloitte trabajó en proyectos de fusiones y adquisiciones. En Deloitte, la auditora del Banco de Santander y la empresa que hizo el informe «secreto» de la intervención del Banco Popular, llegó a ser Presidente de su filial en España en el año 2003, cargo que ocupó hasta el año 2005 en que, sorprendentemente, dimitió. Un movimiento en el que muchos vieron la mano de su amigo Miguel Sebastián y que parecía enfocarse a la operación Sacyr y al BBVA como un modo de venganza contra Francisco González. Sin embargo, Zorita, al no haber trabajado en Deloitte como auditor, tenía plena libertad para trabajar para cualquiera de los clientes de la auditora.
Tras abandonar Deloitte, se incorpora a AXPE Consulting como consejero, puesto que mantiene durante tres años, al mismo tiempo que trabaja para la consultora forense estadounidense Proviti Spain. Durante su paso por esta empresa Zorita vivió a lo grande, manejando presupuestos millonarios concedidos por las altas expectativas de crecimiento porque su posición como ex presidente de Deloitte le podría permitir generar grandes contratos. Proviti no llegó a despegar y Zorita abandonó la empresa sin que las expectativas prometidas se cumplieran.
En este periodo se produjo un intento de hacerse con el control de Iberia junto a Francisco Javier Salas y José María Castellano. Este plan tenía el apoyo del Banco de Santander con un gran apoyo mediático. El diario Expansión llegó a publicar un perfil de Zorita en el que se dicen cosas como «Con este curriculum, y con la mentalidad inquieta del más típico profesional financiero, la personalidad de Zorita se dejó notar enseguida en Deloitte, que poco a poco fue adquiriendo un protagonismo en el mundo empresarial del que había carecido hasta entonces». La operación para hacerse con Iberia, a pesar de tener el presumible apoyo incondicional del Santander, no salió adelante, hecho en el que podría haber tenido que ver que uno de los fondos que también presentó oferta por la aerolínea estaba participada accionarialmente por el banco de Emilio Botín.
Tras este fracaso, Zorita decide dedicarse a la dirección de empresas. En 2008 se incorpora al Grupo San José como consejero con el cometido de sanear a la constructora a pesar de su falta de experiencia en el sector inmobiliario. Según distintas fuentes consultadas por Grupo Diario16, llegó a la constructora gracias a la amistad que le unía a Jacinto Rey, el dueño de San José, y de José María Castellano, ex CEO de Inditex. Su principal función era la renegociación de la deuda del Grupo San José con la banca acreedora. Zorita se vendía como el Cristiano Ronaldo de las reestructuraciones y de las fuciones y le vendió a Jacinto Rey un proyecto para convertir al Grupo San José en el líder del sector inmobiliario español. Como ocurrió con otros proyectos emprendidos y citados anteriormente, erró y no logró su objetivo, además de cometer errores que cualquier verdadero especialista en reestructurciones o fusiones tacharía de fallos de principiante como, por ejemplo, permitir la salida a bolsa de San José en el momento en que se produjo. Según varias personas consultadas, Zorita en las negociaciones o en las reuniones de estrategia no se salía del manual y era incapaz de tomar decisiones fuera de la ortodoxia. Jacinto Rey le retiró la confianza a los tres años.
Tras salir del Grupo San José, Zorita se postuló para dirigir la Sareb, pero no tenía la confianza ni de los bancos, ni de las inmobiliarias, ni del Ministerio de Economía.
Es en este periodo en el que entra en contacto con el financiero suizo Martin Gruscka, el dueño del fondo Springwater que ha llevado a la quiebra a empresas como Unipapel o a la cadena de electrodomésticos Miró. La relación se establece en Daorje del que Zorita pasa a ser el máximo accionista tras una ampliación de capital que sorprendió al propio Gruscka. En el mes de mayo de este año adquiere el 90% de la empresa de tecnología naval Pine.
Zorita, por otro lado, se sigue presentando como un especialista en la reestructuración de empresas en dificultades. Sin embargo, su experiencia profesional demuestra que cada vez que ha iniciado algún proyecto en este sentido ha fracasado. Entonces, ¿por qué se mantiene en el lugar preponderante en el que se encuentra? La respuesta es sencilla: a través de las relaciones entabladas en cada uno de los puestos de relevancia que ha ocupado en grandes empresas españolas o multinacionales.
Es significativa la relación que mantiene con el Banco de Santander, relación que, seguramente, viene de su paso por Deloitte y de los presuntos favores que le podría haber hecho en las distintas auditorías de la primera entidad española y en operaciones presentes a través de su posible influencia en la auditora. No hay que olvidar que quien ha hecho el informe por el que el BCE tomó la decisión de intervenir al Banco Popular y entregárselo al Santander fue Deloitte.
En la actualidad Zorita está inmerso en otras operaciones para reestructurar a grandes empresas españolas en las que, curiosamente, el Santander también está inmerso. ¿Trabajará para las sociedades que han contratado sus servicios llevando a efecto los resultados prometidos o para otros de los actores que tienen un interés que, puede ser, contrario a la salvación de esas empresas? ¿Realmente Zorita es un reestructurador, un solucionador de problemas, o, tal y como fue Emilio Saracho en el Popular, es un liquidador a sueldo de terceros? De esto hablaremos más adelante, hoy sólo les queríamos presentar al personaje.

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