Este era el año para que comenzara la segunda gran oleada de fusiones bancarias. Los bajos tipos de interés y los crecientes requisitos de capital han convertido al mercado financiero en un campo minado en el que pocos son capaces de sobrevivir, dada la escasa rentabilidad que se obtiene del negocio bancario. Por mucho que la incertidumbre sobre la formación de un nuevo Gobierno se haya despejado, los principales directivos de los bancos se dedican a jugar al escondite; no tienen prisa por dar comienzo a la subasta.

El consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, no cree que el desbloqueo de la situación política vaya a acelerar el proceso de integraciones bancarias que se prevé para el futuro cercano.

“Se habla mucho de las fusiones bancarias porque el sector tiene una dificultad alta de generar ingresos, y en esos escenarios siempre se recurre a la vía de las fusiones para consolidar y reducir los costes. Pero yo en este momento no veo demasiado apetito por que este sea un proceso rápido”, explicó en la rueda de prensa en la que presentó los principales resultados financieros de la entidad durante el tercer trimestre de este año.

Y es que ni siquiera está claro que el Gobierno tenga nada que ver con la reactivación de este proceso, que ya se preveía que la sucesión de fusiones bancarias comenzara en 2016.

Para que un Gobierno impulse la integración en el sector, lo primero es que haya un Gobierno, advirtió el consejero delegado de BBVA, Carlos Torres. En ese momento el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, todavía no había recibido la luz verde para conformar su Ejecutivo, así que Torres afirmó que lo primero era ver “qué apoyos tiene y qué cosas puede decidir” el nuevo gabinete. En cualquier caso, al consejero delegado del gran azul le parecía “difícil” especular sobre las intenciones del Gobierno sobre la ordenación del mercado financiero.

“Sí que parece bastante claro que en el entorno en el que estamos, las fusiones son una buena vía para reducir costes”, matizó Carlos Torres.

El consejero delegado de Bankia, José Sevilla, ve “razonable” que se produzca alguna integración a lo largo del año 2017, tal y como aseguró durante la presentación de los resultados de su entidad.

“Lo normal es que sí. en un entorno de bajos tipos de interés la eficiencia es clave. Lo normal es que en general las entidades busquemos mejorar nuestro ratio de eficiencia”, indicó Sevilla. En su opinión, esta tendencia se va a vivir no sólo en España sino en toda Europa, a tenor de las declaraciones recurrentes del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, defensor de la consolidación en el sector bancario de la Eurozona.

El primer movimiento

El de la nueva oleada de fusiones de las entidades españolas ha sido uno de los temas que han tenido que abordar esta semana los consejeros delegados de los bancos ante las preguntas de los periodistas. Además, han tenido que referirse a la operación que está estudiando el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que anunció que analiza una posible integración de Bankia y BMN, las dos entidades nacionalizadas que controla.

Desde Bankia se aprecia este movimiento como una operación con “lógica industrial”, según el consejero delegado de la entidad, quien aún así advirtió que se tiene que decidir si la integración tiene “lógica financiera”.

En el sector prefieren no entrar a criticar esta decisión y se centran en recordar que las entidades nacionalizadas tienen que volver al mercado. En teoría, los bancos privados se podrían beneficiar de la venta de BMN por separado, puesto que podrían pujar por sus activos a precio de derribo. La cuestión se complica más si aparece Bankia de por medio y consigue crear una gran corporación pública junto a BMN, un ente que podría salir de las manos estatales directamente al terreno bursátil de manera independiente y sin diluirse en ninguno de los gigantes financieros españoles. Eso implicaría, probablemente, ampliar los plazos: tal y como se acordó con Bruselas, Bankia debería volver a manos privadas en 2017. Por ahí se trasluce algo de crítica de los jefazos de la banca.

“Al final, lo importante es que el sector público salga del sector, que privatice lo antes posible. Que se vendan esas entidades, que se recuperen esas ayudas tanto en Bankia como en BMN”, defendió Carlos Torres desde BBVA. “En un proceso de este tipo, lo que tendría más sentido es un proceso de subasta para asegurar que se hace el mejor uso de esas ayudas, que se defiende el valor de la mejor manera posible y que se distorsiona lo menos posible la libre competencia”, añadió.

“El proceso previsto es que [las antiguas cajas] acaben de nuevo en el sector privado”, secundó José Antonio Álvarez desde el Santander. “El interés de todos es que vayan lo mejor posible para que se pueda conseguir en el mercado el mejor precio posible. Su obligación es vender al mejor precio posible y conseguir recuperar lo máximo posible de las ayudas públicas inyectadas en el sistema”.

Sin decir nada lo dijeron todo: hay que subastarlas, y rápido. Nada de hacer una oferta pública de venta (OPV), como con Telefónica, sino una colocación acelerada entre inversores cualificados. Tampoco esperar hasta que el mercado mejore y planear una salida a bolsa, mejor devolver las ayudas cuanto antes mediante la venta de activos a las entidades privadas.

En cualquier caso, ni Álvarez ni Torres le quisieron poner el cascabel al gato. Ambos enfriaron la ola de fusiones bancarias con su equidistancia sobre el proceso de BMN: ninguno de ellos adelantó qué harían en caso de que esta entidad se vendiera, en lugar de integrarse en Bankia.

“No nos gusta opinar sobre operaciones concretas. Siempre lo miramos lo analizamos, y si tiene sentido hacemos una propuesta”, zanjó Carlos Torres desde BBVA. “Nuestra política con carácter general es que solemos mirar las cosas que se venden en los mercados core donde estamos. Si eso ocurriera, es demasiado especulativo todavía”, concluyó Álvarez.

Foto: Efe

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