«Pido disculpas por Donald Trump, es una broma y no representa a los estadounidenses». Así empieza Guy Kawasaki su intervención ante un grupo de directivos y periodistas en la Fundación Rafael del Pino. Es curioso que comience así su pequeña charla si tenemos en cuenta que ha venido a Madrid en el marco de la promoción de su libro El arte de empezar 2.0 (Deusto).

Ahora que la película de Steve Jobs está en la cartelera, Kawasaki aprovecha estos minutos para hablar de su relación con el genio de Cupertino durante el periodo en el que trabajó en Apple, entre 1983 y 1987. 

«En aquel entonces yo era un evangelista de software, me dedicaba a hacer que las empresas creasen programas para Macintosh. El proyecto era muy ambicioso, intentábamos que mucha gente que nunca utilizaba el ordenador empezase a hacerlo, destapando así toda su productividad y creatividad», explica. «Pensábamos que era una forma de revertir la distopía del libro 1984 de George Orwell e, irónicamente, lo presentamos en 1984».

Para Kawasaki, la de Jobs era una personalidad muy difícil de interpretar para quien no la haya vivido. «Era muy difícil trabajar con él, no soportaba la estupidez ni la mediocridad. Una anécdota de aquella época es que un día se presentó en mi cubículo con un hombre que no conocía y me preguntó por los servicios de una empresa. Después de que yo los criticase duramente durante un buen rato me dijo que estaba hablando con su consejero delegado. Así era él. Sí, es cierto lo que dicen de que aparcaba en las plazas para discapacitados o que avergonzaba en público a la gente, pero había que estar ahí. Fue una experiencia para todos».

«No quiero decir que no se toleraban los fallos. Incumplíamos los plazos una y otra vez. Pero sólo se admitían los fallos ambiciosos, no los fallos idiotas. Decidía muy rápido si eras ambicioso o incompetente. ¿Su principal fallo? El lado oscuro de su principal virtud: su capacidad para distorsionar la realidad. Era capaz de convencerte de casi cualquier cosa porque, además, casi siempre tenía razón. Pero cuando estaba equivocado era casi imposibile corregirle».

Lecciones de Jobs

«Me enseñó muchas lecciones de marketing y de liderazgo. En el primer campo, aprendí que la gente no te puede decir lo que quiere. Si les preguntas, sólo te van a decir que quieren una versión más barata o mejor de lo que ya existe. Hay quien dice que Steve Jobs vio el futuro, yo creo que tenía su propia visión y consiguió que a la gente le gustase», relata.

Sobre liderazgo, otra importante lección: «Tienes que contratar siempre a gente que sea mejor que tú en lo suyo».

La visión de Kawasaki sobre Apple, en realidad, no parece demasiado halagüeña: «Es una compañía complicada, y creo que podría hacer más. Su éxito se basó siempre en llegar a la siguiente curva antes que los demás y no creo que ahora lo esté haciendo».

En la película escrita por Aaron Sorkin, curiosamente, se habla de un artículo que escribió Kawasaki en April´s Fool (la versión estadounidense del Día de los Inocentes) y en el que anunciaba con años de ventaja la compra de Next por parte de Apple y el regreso del hijo pródigo como CEO de la compañía.

A pregunta de SABEMOS, Kawasaki bromeó con que, pese a que siempre se le ha otorgado el crédito por su predicción, «en realidad lo que hice fue inventarme una noticia y expresar un deseo en voz alta». Más sorprendente aún, reconoce que no ha visto la película y que en general esquiva los libros y filmes sobre su antiguo jefe. «Los errores me dolerían y, cuando hablan de lo que sí sucedió en realidad, yo estaba allí», señala, antes de bromear: «Terminaré viéndola en casa con mis hijos, para que entiendan lo importante que soy».

La importancia de la educación

Kawasaki sorprendió por su defensa de las artes liberales y el derecho a elegir carrera en función de tus gustos y no sólo pensando en la empleabilidad. «La escuela tiene que formar a la gente para el resto de sus vidas, y hay cosas, como escribir o vender una idea (pitch) que son capacidades esenciales», indicó. Eso sí, hizo un guiño para los programadores: «Todo el mundo debería hacer un curso de programación al menos una vez para tener una idea de cómo piensan los ingenieros».

Fue también duro con los MBA, y reconoció que en Silicon Valley un MBA puede ser visto más como una frivolidad que como una ventaja. «Hay gente que más que valorarte por ello te preguntará por qué perdiste dos años haciéndolo en lugar de crear algo».

Respondiendo sin cesar a las preguntas que le iban llegando, y sin esquivar ningún tema, Kawasaki habló de la industria de la edición («leo mucho más desde que tengo un Kindle, la idea de que cinco empresas de Nueva York decidan qué se va a leer en todo el mundo es absurda»), de las start-ups («no hay nada tan mágico en Silicon Valley como para pensar en que no pueda nacer en Madrid el próximo Google»), o del Internet de las Cosas («todo va a tener inteligencia y conectividad, pero el coche autónomo va a cambiar el mundo. No sólo es que vaya a haber menos tráfico o contaminación, es que las casas dejarán de necesitar garaje. Es un gran salto, no puedo esperar». 

Imagen | Travis Isaac en Flickr

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