Anda Ramoncín de actualidad por un oscuro asunto y a los tuiteros les ha faltado tiempo para volver a hacer bromas con el cantante, más conocido entre la chavalería por su cuestionable versión del clásico de Nirvana “ Come as you are ” y por su cruzada anti-piratería que por sus aportaciones a la música española. Y el caso es que haberlas haylas.

Mucho antes de convertirse en esa luminaria renacentista, que podría haber vendido sus proyectos al mismísimo Steve Jobs, incluso antes de presentar el concurso televisivo “Lingo”, de editar su “Tocho cheli”, de actuar en el cine o hacerse la rinoplastia, Ramoncín fue un precursor del rock urbano, también del punk, y compartía público y cazadora de cuero con grupos como Burning, Leño o La banda trapera del río. Cierto es que nunca fue ni de lejos el Bruce Springsteen vallecano que le hubiera gustado ser, pero ¿quién podría serlo?

No puedo dejar de sentir cierto cariño por el personaje cuando pienso en las discusiones, a altas horas de la noche en la “Arradio La voz de la experiencia” de la Cadena del Water, entre los que consideraban a Ramoncín más “auténtico” que Rosendo y los que ya detectaban cierta impostura callejera en ese veinteañero arrogante y de verbo fácil, al que bautizaron como el “Rey del pollo frito”.

También recuerdo su multitudinario concierto en el ya desaparecido Rockódromo de la Casa de Campo de “Madriz”, en el año 86, que fue recibido con elogiosos comentarios de la prensade la época. Al finalizar, mi amigo “Juli” y yo bajamos por el Paseo de Extremadura cantando a voz en grito su canción “Hormigón, mujeres y alcohol”, compartiendo una litrona y riendo como si no hubiera un mañana.

Poco tiempo después, el mañana llegó y “Juli” se incorporó a la Guardia Civil como voluntario para realizar el servicio en el País Vasco porque allí pagaban un plus de peligrosidad y así podría enviar más dinero a su madre. Y no puedo evitar relacionar ese concierto con la cara asustada de mi amigo cuando nos despedimos. Creo que ETA no le mató porque, aunque durante años buscaba su rostro en las crónicas de cada nuevo atentado, nunca lo vi. Era duro Julián.

Pero me he desviado del tema. Yo pretendía partirme la cara por Ramoncín y sus aportaciones como artista multidisciplinar a la cultura española y resulta que, quizás, la memoria me esté jugando una mala pasada y confunda su música con la música que a mí me pareció escuchar, las letras de sus canciones con el relato imaginado de mi vida pasada, recuerdos con vivencias… Así que ya no sé ni a quién defiendo cuando defiendo a Ramoncín.

Puede que solo haya sido otro vano intento de protegerme a mí mismo del paso del tiempo, de aferrarme a lo que me pareció que fue pero nunca ocurrió. Puestas así las cosas, que José Ramón Julio Márquez Martínez se vindique solo, que bastante tengo yo con sobreponerme a mi propia decrepitud. Así que, si os interesa la gloria pasada del personaje, leed esta vieja entrevista que le hizo Francisco Umbral. Para mí ya es solo una sombra, otra más.

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