El sector del vino quiere vivir una segunda juventud. Para ello recurre a enseñar carne (y no precisamente de buey), arrojarse a los brazos del ecommerce o poner música durante los procesos de fermentación. Todo vale para seguir consagrando a Baco y dejar que el paladar disfrute una vez más.

Pese a que el vino es uno de los productos más arraigados a la cultura española, sobre todo al imaginario colectivo, nuestro país es cervecero. Muy cervecero. Y si algún tipo de bebida espirituosa ha ganado la modernidad como postureo, ha sido la ginebra o el vodka. Parece, por tanto, que el vino es el hermano pobre entre los jugos alcohólicos. Sus arcaicas denominaciones, la asociación a personas mayores y a ciertas fiestas patrias, le han otorgado una etiqueta de la que ahora quiere desprenderse.

En este contexto serán la tecnología y las nuevas formas de distribución comercial las que pongan el vino en su lugar pertinente. Al menos así lo han abordado durante la ponencia La transformación tecnológica del vino, celebrada esta semana, donde se ha dado un repaso sobre la evolución experimentada en el sector vinícola en España en los últimos años. Eduardo Esparza, Country Manager para España de Webloyalty, ha sido el encargado de dar conocer las principales conclusiones. Además ha moderado una mesa redonda en la que han participado Jorge Mirat, fundador y CEO de A por vino; Francisco Ropero, director Comercial de Vino Premier; Sergio Fernández, e-Commerce Manager de Bodegas Osborne; y Jorge Vallet, fundador de Champagne Decibel.

Durante el encuentro, y para creer sus propios argumentos, una de las principales conclusiones que se han obtenido es que el sector del vino está en medio de un ‘boom’ de consumo, marca y distribución como no se había visto desde hacía años. De hecho, en este contexto, surgen proyectos como el de Champagne Decibel, fundado por Jorge Vallet, que han maridado música y producción de vino (espumoso en este caso como el champán). Lo que hacen es poner música durante los procesos de fermentación para que los caldos catalicen (en sus burbujas) los diferentes sonidos de la música electrónica, una de las esencias de la cultura en Ibiza en estos momentos.

Aunque no se trata de un caso concreto. La tendencia en el sector del vino va hacia nuevas marcas y tendencias. En cierto modo se mira con envidia (y recelo) la explosión de consumo que ha tenido la ginebra estos últimos años. Y ese parece el camino. Además, lo más importante es que se buscan nuevos consumidores, concretamente los millennials. Este segmento de población tiene una vocación muy proactiva a la hora de difundir sus gustos, por lo tanto, si las marcas consiguen atraer para el consumo a estas personas, parte de la difusión ya estará hecha.

Otro aspecto fundamental que pretenden buscar los profesionales de este sector es la creación de una nueva tendencia cultural. De hecho, ahora mismo hay diversas exposiciones organizadas en torno al vino, así como toda clase de actividades, incluso relacionadas con el maridaje entre vino y erotismo. En este sentido, Francisco Ropero asegura que desde todos los ámbitos se debe buscar la forma de hacer nuevas catas para llegar a más público. Y sin duda, este es un buen ejemplo.

Asimismo, durante la ponencia han destacado algunos datos relevantes, como el hecho de que en 2013 aumentó un 50% la publicación de información sobre el mundo del vino en los diversos medios de comunicación. Además, la investigación para encontrar nuevos sabores también se suma a la lista de tareas que tiene que hacer el sector para reencontrar ese lugar que dice buscar.

Nuevas estrategias digitales

Según datos de Jorge Mirat, fundador y CEO de A por vino, más del 80% de clientes consultan por internet el vino que posteriormente compran. Es decir, la capacidad de tener unos canales de comunicación bien desarrollados es fundamental. En este sentido, las redes sociales, la web corporativa y los blogs ganan en importancia para el posicionamiento de la marca, en este caso en el canal de distribución.

La tendencia, según afirma Jorge Mirat, es que la gente compre cada vez más online. Para ello, y como aseguran todos, los etiquetados deben tener más importancia, así como la información y la interacción final con esos potenciales clientes.

A fin de cuentas, insisten, se trata de reconvertir la cultura del vino. Conseguir que un público distinto, aunque realmente se refieren a “más joven”, empiece a ser consumidor de un producto tradicional como el vino, pero que no deja de innovar. El ecommerce pasa a ser el lugar natural donde se produce el negocio. Internet modifica los hábitos de consumo y, lógicamente el vino no se ha visto respetado por estos cambios (para su bien).

El gran reto de la exportación

Un gráfico que muestran durante la ponencia es demoledor:

España es una potencia exportadora de vino, pero sus beneficios son muy bajos. La explicación reside en que la mayoría del producto exportado es de mala calidad (vino a granel), por lo que países de nuestro entorno que no optan por ese tipo de crecimiento obtienen mejores resultados.

En este sentido, todos reconocen -por lo tanto- que es un problema de imagen que España debe resolver. Se niegan a asumir que en otros países tengan la sensación de que el vino español es de mala calidad. Los expertos saben que no, pero los paladares menos acostumbrados pueden caer en ese error.

Imagen | Flickr – Andrei Niemimaki

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