Foto: Juan Carlos Ruiz

Dice que la imagen que guarda de aquellos días es la de «las sillas de ruedas y los andadores de las personas que habían fallecido, apelotonados en el exterior de la residencia». El testimonio de Laura Espallardo, hija de residente y miembro del Comité de Familiares de Vitalia y la Unión de Residencias de Leganés, dos años después de la primera ola de la pandemia por COVID-19 que, sólo en esta residencia, se cobró de un plumazo la vida de 107 personas, es básico para comprender la tesitura en la que se vieron las familias de residentes de toda la Comunidad de Madrid. «Ese tiempo fue angustioso. Recuerdo que un día le decía a mi marido: se van a morir todos. Ahí no va a quedar vivo nadie. Cada día morían 2, 3, 5…11. Todos los días intentaba hablar con alguien, desde consejeros al alcalde, con medios de comunicación, pero nadie se atrevía a hablar, hasta que vino la UME una noche y se encontró 11 cadáveres, y ya llevábamos más de 40 fallecidos. Aquí nadie se dignaba a venir».

A lo largo de los dos años transcurridos, desde que se estableciera el Estado de Alarma, a Laura y otros familiares les ha dado tiempo de conocer el lado más oscuro de aquellos a los que poco o nada les interesan los problemas de los mayores que viven en residencias. También han logrado tímidos avances, pero ha habido gestos que lamentan.     

“La directora que estaba en esos momentos fue trasladada a otra residencia e incluso antes de marcharse se reunió con todas las trabajadoras y les pidió perdón y les dijo que, durante la pandemia, le había sobrepasado toda la situación. Aunque a nosotros, los familiares no se nos comunicó nada. Después vino un director que duró también muy poquito, tres meses o algo así. Y al final pusieron de directora a la que había sido subdirectora”.

Falta de personal

En la actualidad, la situación de la residencia Vitalia «es casi de normalidad», pues, como explica Laura, «podemos entrar a las habitaciones, a las casas de convivencia y estar con nuestros familiares. Podemos ir a la residencia, ver al médico, a la psicóloga… Ahora estamos bien, pero ¿qué ocurre? Que sigue habiendo falta de personal. Sí es cierto que ahora estamos más comunicados porque nos informan de todo, los positivos que hay, si están en el hospital o no. Se cumplen los protocolos, que es lo que nosotros queríamos. Hemos reclamado continuamente a la Dirección General del Mayor y a la Dirección de Coordinación Sociosanitaria, y desde entonces se están cumpliendo todos los protocolos. No nos hace falta ni reclamar”.

107 fallecidos

Fue la residencia de la Comunidad de Madrid con más casos de personas fallecidas en la primera ola de la pandemia: 107 en total. “No sabemos cuántas murieron de COVID-19 y cuántas no, porque hubo fallecimientos que no se produjeron por COVID-19, pero como no iban a los hospitales, entonces a la gran mayoría le pusieron en el certificado de defunción parada cardiorrespiratoria, y ya está”.

El oscurantismo del Gobierno Ayuso a la hora de ofrecer información sobre lo que estaba sucediendo en las residencias unido a la orden de no trasladar a los mayores enfermos a los hospitales desencadenó que por parte del Comité de Familiares de Vitalia Leganés, 24 familias presentaran una querella que, después, «se ha adjuntado a la interpuesta por Marea de Residencias. Inicialmente llegó al Juzgado Nº1 de Leganés. Este se inhibió y dijo que, como Marea de Residencias había presentado primero la querella, se trasladaba al Juzgado Nº5. El Juzgado nº1 ya veía indicios de delito para abrir diligencias, pero el Juzgado nº 5 no lo vio así, y cerró el caso. Tanto nosotros como Marea de Residencias presentamos un recurso y la Audiencia Provincial lo volvió a mandar al Juzgado diciendo que se tenía que investigar. Entonces la jueza hizo como que investigaba, pero no investigó nada porque ni siquiera se leyó nuestros relatos, ni verificó pruebas e informes médicos que le entregamos. Y el verano pasado volvió a cerrar el caso afirmando que todo fue un cúmulo de circunstancias y que no se conocía la enfermedad. Entonces, tanto nosotros como Marea de Residencias, pusimos un recurso y, en enero, la Audiencia Provincial lo envió al Juzgado nº5 explicando que antes de cerrarse el caso se debería tomar declaración tanto a directores como a los médicos de las residencias y de los hospitales”, detalla Espallardo.

Ahora esperan que, como está previsto, a partir del 9 de mayo comiencen a declarar los directores de las residencias y la geriatra del Hospital Universitario Severo Ochoa. «A los médicos de Vitalia aún no les han llamado a declarar, pero a otros médicos de centros de Marea de Residencias sí les han citado», matiza.

La actuación de la Fiscalía cuestionada

Mientras esperan que se haga justicia, relata Laura que “más de dos años después de todo lo ocurrido, todavía nadie se ha dignado a investigar, porque la Fiscalía cerró el caso. Por la presión de los grupos de familiares han reabierto diligencias, pero tampoco están haciendo mucho. La fiscal de Leganés, una vergüenza. Le solicitó a Vitalia un escrito con todo lo ocurrido, lo dio por bueno cuando la mitad era mentira y no siguió investigando. Y ahora no sé si la Fiscalía estará investigando algo. Pero su actuación es pésima y muy contraria a defender a la ciudadanía que es su labor, se supone”.

Un nuevo modelo de residencias públicas

Por todo ello, exigen un nuevo modelo de residencias, pues «nosotros lo queremos es que realmente los mayores tengan la dignidad suficiente en estos centros. Lo que creemos es que una vez que se institucionalizan los mayores en las residencias, los directores y empresas piensan que estas personas dejan de ser personas, son números y son las subvenciones que reciben de las Comunidades Autónomas. Entonces piensan más en sus beneficios que en los mayores. Por eso, todas las residencias deberían ser públicas para que los beneficios no sean importantes, sino las personas».

Sin embargo, reconoce que es difícil cambiar el actual modelo, especialmente en la Comunidad de Madrid, «cuando el 90% está privatizado. Pero entendemos que se tienen que cambiar las reglas, ser residencias más pequeñas, donde los mayores tengan habitaciones individuales, que la comida sea realmente de calidad, no lo peor que haya en el mercado, que estén al cuidado individualmente con sus necesidades, que si tienen que ir al baño sea cuando los mayores consideren y no cuando lo dicen las trabajadoras, no porque lo digan ellas y punto, sino porque tienen tanta gente a su cargo que no pueden hacerlo a demanda, que es como debería ser”.

Economizar azúcar, galletas que nadie compra y ausencia de tostadoras

Laura continúa haciendo balance de las situaciones más surrealistas a las que se han tenido que enfrentar residentes y familiares. “Aquí en Vitalia antes recortaban hasta en los sobres de azúcar. Antes podían ser a lo mejor de 20 gramos y han llegado a comprar sobres de 10 gramos. Cosas así. Recortar en tonterías. Para las meriendas, las galletas que nadie compra, de baja calidad. Al final, los mayores se las comen porque tienen hambre, pero en los desayunos y meriendas que se pueden hacer cosas muy saludables con frutas, con cereales…Aquí para conseguir que compren tostadoras y les den a los mayores pan tostado hemos tenido que sacar los colores y decir: ¿Cuánto cuesta un tostador? ¡Que te doy yo el de mi casa!”.

Medicación y noches eternas

Otro aspecto en que había un gran desorden -sostiene- era la medicación. «Ahora sí es cierto que están más organizados, pero depende del turno o la supervisora, hace que la desorganización lleve a que los mayores estén bajando a desayunar a las 10:30 de la mañana, cuando comen a las 13:00”. Comenta que hay mayores con problemas cognitivos «que cenan a las 18:00 y les acuestan a las 18:30. ¿Qué ocurre? Pues que la gran mayoría de los mayores no son personas que duerman mucho. Entonces se pasan acostados desde las 18:30 de la tarde a las 7:30 u 8:00 de la mañana del día siguiente. Entonces, muchos se levantan. Y claro, por la noche no tienen personal para andar persiguiendo a todos los mayores que se levantan. Y al final, les medican, porque atar no se les puede atar. Convencen a los familiares diciéndoles: oye, que tu madre es muy andarina…”.

Un fondo buitre detrás de Vitalia

Vitalia sigue perteneciendo al fondo buitre británico CVC. «Y esta gente no tributa en España, lo hace en paraísos fiscales. Y además el margen de beneficio que tienen es uno de los más altos, al menos en la Comunidad de Madrid, que está en más del 20%. En el año anterior a la pandemia, en 2019, Vitalia Leganés tuvo unos beneficios de 1 millón de euros. Esto es una pasada. Por eso hay tantas empresas y fondos de inversión invirtiendo en las residencias», dice Laura.

14 residencias excluidas por no cumplir las normas

Ahora, con el nuevo acuerdo marco de la Comunidad de Madrid han quedado excluidas 14 residencias, «porque o no quieren cumplir los ratios o las nuevas normas, o bien no las cumplen y por eso no pueden acceder a las plazas públicas. Las plazas de estas residencias que han pasado a ser privadas, se han tenido que aumentar en otras residencias. En total 753 plazas. Es decir, 753 familias que tienen que trasladar a sus mayores a otras residencias. Les han dado a elegir 5 residencias. Habrá residentes que llevan 20 años en una residencia y ahora tendrán que cambiar. Y estos cambios para las personas que tienen deterioro cognitivo son importantes». 

Control sobre los protocolos

Entretanto, el Comité de Familiares de Vitalia y la Unión de Residencias de Leganés están reuniendo información información qué residencias incumplen los protocolos, pues aún hay residencias «donde hay que pedir cita previa para ver a los familiares, porque los directores lo consideran así, no porque sea lo que se establece en los últimos protocolos. Pero lo niegan ante la Comunidad de Madrid y nadie pone solución a estas actuaciones», concluye.

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