El secretario general aborda un nuevo match ball interno en el Comité Federal del 9 de julio, donde los barones autonómicos de más peso le pedirán que favorezca la gobernabilidad de España. Europa y agentes sociales y económicos también urgen a un acuerdo rápido. Ferraz pretende retrasar el Congreso ordinario hasta otoño y postergar el intento de Sánchez de revalidar mandato.

Nueva amenaza de tormenta en el PSOE. Como ocurrió en los días previos a los cónclaves orgánicos del 28 de diciembre y del 30 de enero, las filas socialistas se preparan para una batalla interna que debe dirimir dos aspectos cruciales: la estrategia postelectoral y el calendario orgánico. Al menos en el primer caso están abiertamente enfrentados la dirección de Pedro Sánchez y las baronías territoriales. Respecto al segundo, el secretario general tratará de ganar tiempo y posponer el 39 Congreso del partido -que tocaba en febrero y fue aplazado primero a mayo y luego sine die– hasta otoño. Es posible que logre convencer a sus críticos de que esa es la mejor fórmula, que sería contraproducente abrir el melón interno sin que haya echado a andar la legislatura.

El 39 Congreso tocaba en febrero, fue aplazado a mayo y luego ‘sine die’; Sánchez quiere que sea en otoño

Pero Sánchez y su núcleo duro tendrán que ser muy persuasivos para evitar el choque de trenes en la cuestión estratégica. Es cierto que el PSOE ha amagado varias veces en los últimos meses con implosionar y al final la sangre nunca ha llegado al río, pero esta vez se aprecian subidas de tono y discursos tan antagónicos que obligan a Ferraz a ser muy creativa si quiere que del Comité Federal del 9 de julio salga una hoja de ruta de consenso y coherente con lo defendido por la Ejecutiva desde el domingo –no se facilitará la reelección de Rajoy en ningún caso-.

La presidenta de Andalucía y principal rival interna de Sánchez, Susana Díaz, viene defendiendo un discurso que, sin expresarlo textualmente, solo deja una opción al PSOE: permitir que gobierne Rajoy y repensar el proyecto desde la oposición. Díaz sostiene que bajo ningún concepto se puede pensar en ocupar La Moncloa -“si con 90 escaños no pudimos formar Gobierno, menos posibilidades con 85”, dijo ayer en la SER- al tiempo que rechaza unos nuevos comicios. “Es impensable que eso se produzca. Sería una irresponsabilidad histórica. No contemplo ningún escenario de repetición electoral”, indicó en la citada emisora. Como el PP no sumaría mayoría absoluta ni logrando los de por sí complicados apoyos de Ciudadanos y PNV, la única vía que deja la lideresa es la abstención del PSOE para permitir que arranque la legislatura. Ferraz coincide en dejar la iniciativa al PP, pero es más tibio a la hora de hablar de su paso a la oposición y muy firme al defender el ‘no’ al jefe del Ejecutivo en funciones.

Reconstruir el partido

“Toca reconstruir un proyecto auténticamente atractivo y con credibilidad suficiente para salir de la oposición en la que nos han situado los ciudadanos”, había manifestado Díaz el lunes. El martes aseguró que no le gusta “hacer leña del árbol caído” pero cuestionó la campaña de Ferraz: “Nos han restado credibilidad algunas cosas al proyecto, como la mera hipótesis de que se pudiera gobernar con Unidos Podemos”. Su discurso destila una crítica muy poco velada a la gestión de Sánchez, a quien responsabiliza incluso del retroceso del PSOE-A, superado el 26-J por el PP -“yo no era la candidata”-. ¿Indica eso que esta vez dará el paso de disputarle la secretaría general? Ha amagado ya tantas veces con ello que no se puede colegir tal cosa sin caer en la especulación.

Ferraz tiene que articular una propuesta que contente a los críticos y a la vez sea coherente con su ‘no’ al PP

Pero Díaz no está sola, ni mucho menos, en su convencimiento de que el PSOE debe repensar su proyecto. El presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, considera que “hay un partido que ha ganado las elecciones claramente” y se debe actuar en consecuencia. “Nada me apetece menos que ayudar a quien tanto daño ha hecho este país, pero creo que más daño le haría no tener Gobierno”, declaró el lunes a Onda Cero. Vara cree que el PSOE no puede intentar una alternativa porque ha cosechado “unos resultados muy negativos” que obligan a “revisar el proyecto”. Eso sí, manteniendo su papel de mediador entre la dirección y los críticos, elude cargar toda la responsabilidad sobre Sánchez y rechaza los debates personalistas -“esto no es un problema de liderazgo, centrarlo en el secretario general no sería justo”-. Las presiones para desbloquear la vida institucional española se acentúan también desde Bruselas y los agentes económicos y sociales.

Ferraz tiene apenas once días para articular una postura de consenso que engarce esas actitudes favorables a facilitar la gobernabilidad con el discurso mantenido por la Ejecutiva desde el domingo de no propiciar, ni por activa ni por pasiva, la reelección de Rajoy. “No vamos a apoyar al señor Rajoy para la investidura, tampoco nos vamos a abstener”, aseguró Antonio Hernando el lunes, en una de las intervenciones más claras al respecto. Sánchez podría optar una vez más por ganar tiempo e impulsar una resolución ambigua que, a la vez que se compromete a no tratar de construir una alternativa, deja la decisión final sobre la investidura del líder del PP para cuando esta sea una posibilidad real. Es decir, para cuando reciba el encargo del Rey. Y tener así margen para bien convencer a su partido de que hay que votar ‘no’ a Rajoy o bien ir transformando su discurso poco a poco. Un último recurso sería impulsar la abstención de su aliado Pedro Quevedo (Nueva Canarias) si Rajoy logra avances por la ‘vía 175’.

Hay que recordar que el presidente en funciones todavía no ha convocado al resto de líderes ni ha garantizado que vaya a aceptar la nominación de Felipe VI si no tiene asegurados 176 votos a favor. Su intención es formar gobierno a finales de julio o principios de agosto, pero la realidad es que de momento no tiene más apoyos que los 137 de su grupo parlamentario.

Sánchez necesita una salida intermedia, como en los cónclaves del pasado invierno, y por eso ha dejado este Comité Federal para 13 días después de las generales, en lugar de, como es tradicional, para el primer sábado posterior a los comicios. En la cita medirá sus fuerzas con las de Díaz y el resto de barones críticos –el asturiano Javier Fernández, el aragonés Javier Lambán, el valenciano Ximo Puig-, pugna en la que tendrá de su lado a los fieles secretarios autonómicos de Madrid, Sara Hernández; Baleares, Francina Armengol; Castilla y León, Luis Tudanca; o País Vasco, Idoia Mendía; así como al líder del PSC, Miquel Iceta. Si no logra un acuerdo los días antes, podría forzarse una votación que evidenciaría la profunda división del partido. En caso de perderla, además, dejaría al actual líder a los pies de los caballos.

Menos problemas puede tener a la hora de aplazar el Congreso, puesto que lo que se resolvió en marzo fue dejarlo para después de “la formación de Gobierno”. Y España sigue con un Ejecutivo en funciones. Tampoco parecen los críticos capaces de articular rápidamente una alternativa para enfrentarse a Sánchez -que ha garantizado que se presentará a la reelección-, como no se ve a Díaz cerca de deshojar definitivamente la margarita -cosa que Vara ya daba por hecho en mayo-. Ese puente no se cruzará, a buen seguro, hasta que se resuelva el bloqueo institucional.

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