Póngase usted en pie para leer esto, joven lectora o lector. No todos los días puede uno recibir el deleite conceptual y estético que penetra en los sentidos cuando conocemos la historia de un auténtico luchador por la libertad, de un defensor de los oprimidos.

Su nombre es Quim Portet, al que ustedes recordarán por haber formado parte de El Último de la Fila, ese grupo tan de moda en los 90. Quimi Portet tuvo que hacer el supremo sacrificio, entonces, de ganar millones y millones de pesetas escribiendo letras de canciones y cantándolas en (¡puaj!)…. en… (maldita sea, me cuesta hasta decirlo) EN ESPAÑOL.

Él, uno que como tantos y tantos otros ha vivido oprimido (Nascut en captivitat, dice su bio de Twitter, como un oso panda cualquiera), conoce bien el terrible sufrimiento de los muros del gulag que hay levantados en cuanto cruzas el Ebro, ha decidido lanzarse a la acción. Como Rosa Parks el día en el que se negó a ir a la parte de atrás del autobús. Como Harvey Milk, como Martin Luther King, como Jesús, como Gandhi. Quimi está decidido a dejar su impronta en el mundo.

Quimi sabe que lo único que da sentido realmente a su vida es decir adeu en una nota tan ricamente a los opresores, a los que no se hará a la idea de no volver a ver. Ese es su destino, al cabo de la calle está, como un burro, heroico y sacrificado, amarrado a la puerta de un baile.

Por eso cuando ayer viajaba a bordo del ferry que le llevaba entre Formentera e Ibiza, los dos puntos de los Paisos Catalans donde el proletariado más sufre a manos del estado ultranacionalista y explotador (no en vano un menú en Sublimotion vale 1650 euros), Quimi sufrió un atropello intolerable. Cuando Quimi ejercía su derecho a pedir un café amb llet en perfecto catalán, ya que se encontraba dentro de las sagradas aguas territoriales de la imperecedera e inmarcesible nación catalana.

Pero, oh sorpresa, el camarero opresor españolista se negó a atenderle en catalán. SE. NEGÓ. A. ATENDERLE. EN. CATALÁN. Y oye, mira, chico, eso ya no. Uno puede escribir en (puaj) español y cobrar millones en (puaj) pesetas al lado de uno que se llama (puaj) García, pero ESO. YA. NO.

Así que Quimi Portet, en lugar de pedir el libro de reclamaciones, llamar al supervisor o berrear escandalizado, actitudes todas que le parecían repulsivas y de españolazo de esos repugnantes [1] que van por la Rambla EXIGIENDO. QUE. LES. ATIENDAN. EN. CASTELLANO. EN. LA. SAGRADA. CAPITAL. DE. CATALUNYA, decidió desquitarse y de paso romper una lanza por la libertad de la nación catalana, publicando los anteriores mensajes en Twitter. Porque la defensa de la libertad está por encima del derecho a la intimidad y la propia imagen del camarero. Porque la defensa de la libertad está por encima del propio trabajo del camarero, contra quien la empresa ha anunciado medidas disciplinarias. Porque la defensa de la libertad está por encima de lo sospechosamente parecido que es esto de denunciar a alguien públicamente al 4º principio de la propaganda de Goebbels, que exige convertir cualquier anécdota en ofensa grave. Porque la defensa de la libertad está por encima de lo sospechosamente parecido que es hacer esto con lo que hacen los españolazos repugnantes [2] en la Rambla.

Así que, póngase en pie ante el héroe Quimi, joven lector o lectora. Porque ahora necesita amor. Es su única ambición. Y llévenle a comer un arrocito a Castellón, que total son cuatro días y para qué exprimirse el limón.


[1] Ni pizca de ironía en esto.

[2] Véase nota anterior.

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