Cada país de la UE deberá crear e implementar un plan nacional de rehabilitación antes de que acabe 2025. | Foto: Comunidad de Madrid

Cada día está más presente la necesidad de reflexionar sobre la importancia de proteger nuestro planeta y promover prácticas sostenibles en todos los aspectos de nuestra vida. Datos como los del informe realizado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), indican que solo en España más del 80% de las viviendas tiene una calificación energética E, F, o G, las tres categorías con el rendimiento energético más bajo (siendo la etiqueta A la de mayor eficiencia y la G la de menor). Ahora, con la entrada en vigor de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios de la Unión Europea, los edificios residenciales deberán reducir su consumo energético al menos en un 16% hasta 2030, y como mínimo en un 20% hasta 2033.

Es por eso que cada país de la UE deberá crear e implementar un plan nacional de rehabilitación antes de que acabe 2025. La inversión en la mejora de la eficiencia energética de hogares y edificios, una asignatura pendiente hasta ahora, deberá, por tanto, acelerarse.

El aislamiento térmico, la calefacción y la iluminación, prioridades para mejorar la eficiencia

Entre las principales fuentes de consumo de energía en un hogar, destacan sobre todo la calefacción, que representa un 42% del consumo total de energía, seguida por el uso de los electrodomésticos (26%) y el consumo de agua caliente (19%). En contraposición, la mayor parte de la energía del hogar se pierde a través de las paredes (35%), el techo (25%) y las ventanas (20%).

Es por ello por lo que la mejora de la envolvente térmica del hogar se erige como un factor fundamental a la hora de optimizar el consumo de energía y garantizar el confort en todas las estaciones del año. Este proceso implica intervenir en diferentes áreas de la vivienda, como tejados, ventanas, muros y suelos.

La rehabilitación energética de la fachada, por ejemplo, puede representar incluso  hasta un 50% de ahorro energético en el consumo de sistemas de climatización. Otro aspecto crucial es la elección adecuada de puertas y ventanas, ya que pueden suponer una reducción hasta del 70% de la pérdida de energía, reduciendo así el consumo de calefacción y aire acondicionado.

En cuanto a la calefacción, sistemas como las calderas de condensación, de biomasa o las bombas de calor aire-agua destacan por su capacidad para optimizar el consumo de energía. Una caldera de gas de condensación puede alcanzar un rendimiento del 109%, en contraste con el 85% de una caldera estándar de gasóleo tipo C. Sin embargo, para maximizar su eficacia, los expertos recomiendan combinar estos sistemas con calefacción por suelo radiante.

Por otro lado, la iluminación eficiente desempeña un papel importante en la reducción del consumo eléctrico. La sustitución de lámparas convencionales por tecnología LED puede disminuir el consumo en iluminación hasta en un 75%. Además, la implementación de sistemas de domótica para controlar la iluminación permite programar horarios y ajustar la intensidad lumínica según las necesidades, lo que promueve un ahorro a largo plazo.

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