Hasta la década de 1960, la Manga del Mar Menor era un extenso cordón de dunas de gran valor natural con buena representación de especies típicas de este ecosistema y en la que aún perduraban salinas en funcionamiento. | Foto: Fundación ANSE

El Mar Menor, una de las mayores lagunas litorales hipersalinas de Europa, presenta un estado de deterioro muy elevado como consecuencia de diversas actividades humanas que han destruido muchos de sus hábitats ribereños y eutrofizan sus aguas, incumpliendo diferentes normativas estatales y europeas, con consecuencias ambientales, sociales y económicas que requieren de soluciones efectivas y amplias medidas de recuperación.

El proyecto «RESALAR: Regeneración de salinas y arenales en el Mar Menor» promovido por la Fundación ANSE, pretende contribuir a la recuperación de la actividad salinera en una superficie de 8 hectáreas de Dominio Público Marítimo Terrestre y algo más de una hectárea de terreno privado anexo. Se plantea la adquisición de infraestructuras históricas de las salinas, fundamentales para la recuperación de la actividad salinera y la biodiversidad, y el desarrollo de actividades educativas y de divulgación sobre el Mar Menor, generando empleo.

El proyecto complementa las investigaciones iniciadas por el Instituto Español de Oceanografía para conocer el efecto y capacidad que los moluscos filtradores podrían desempeñar en la depuración de las aguas del Mar Menor en general y para su aprovechamiento salinero en particular, y pretende evaluar el uso de las salinas para la recuperación de poblaciones de estos animales en la laguna litoral.

El objetivo principal es promocionar la bioeconomía en el sector salinero mediante la puesta en funcionamiento de una salina abandonada, y en el sector turístico mediante la creación de nuevos nichos con la regeneración de arenales.

Para ello se han establecido varios objetivos específicos, como la recuperación de la biodiversidad en salinas y arenales para mejorar e incrementar sus servicios ecosistémicos; la reducción del impacto de la agricultura intensiva y la minería en el Mar Menor mediante el cultivo experimental de ostras; la adaptación al cambio climático mediante la regeneración y manejo de dieciséis hectáreas en primera línea de costa y el cultivo experimental de la ostra, y el desarrollo de un proceso de participación que involucre a agentes locales clave.

Las salinas de Marchamalo

El origen de las salinas de Marchamalo, o de Cabo de Palos, no está claro pero seguramente ya existían en tiempos de los romanos que usaban la sal para las salazones de pescado y la preparación del garum. A finales del siglo XIX llegó la industrialización de las salinas que supuso una de las principales fuentes de ingresos para la población local de Cabo de Palos hasta los años 50.

A mediados de los años noventa, y como otras muchas otras salinas del Mediterráneo, las salinas fueron abandonadas cuando dejaron de ser rentables.

El espacio cuenta con varias figuras de protección medioambiental por sus valores naturales asociados. Son Red Natura 2000 al formar parte de la Zona de Especial Conservación «Espacios Abiertos e islas del Mar Menor» y de la Zona de Especial Protección para las Aves del «Mar Menor». Además está reconocido como Humedal RAMSAR y también forma parte de la Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo «Mar Menor y zona mediterránea oriental de la costa murciana». Finalmente, está incluido dentro del Espacio Natural Protegido de la Región de Murcia «Espacios Abiertos e islas del Mar Menor”.

Además, las salinas también gozan de protección por su valor cultural, habiendo sido declaradas recientemente como Bien de Interés Cultural con la categoría de sitio histórico.

En 2019, la Fundación ANSE adquirió la concesión para la explotación de la sal de una parte de las salinas, con el objetivo de impulsar de nuevo la actividad salinera compatible con la conservación y recuperación de la biodiversidad de este singular espacio litoral, a orillas del Mar Menor. La iniciativa partió después de muchos años de protestas y denuncias a las administraciones sin que se tomaran las medidas adecuadas para la recuperación de las salinas, en las que el patrimonio natural y cultural se estaba perdiendo tras su abandono.

Cristalizadores de las Salinas de Marchamalo. | Foto: Fundación ANSE

Caleta del Estacio

Con cerca de 25 hectáreas de arenales en Dominio Público Marítimo Terrestre, la caleta del Estacio se considera a día de hoy el mayor espacio de La Manga del Mar Menor libre de edificaciones. Situada en el norte de La Manga, junto al canal del Estacio, a comienzos del siglo presente, fue el lugar elegido para la construcción un gran puerto deportivo, conocido como Puerto Mayor, cuya capacidad alcanzaría las 900 embarcaciones, además de contar con diversas infraestructuras y edificaciones asociadas. De haberse llevado a cabo dicha edificación, habría supuesto la destrucción de los arenales y de 1 km de playa.

Las obras se iniciaron en 2004, sin contar con las autorizaciones necesarias, por ello, se lograron paralizar a finales de 2005, gracias a las acciones de protesta de ANSE y Greenpeace, y con el apoyo del entonces Ministerio de Medio Ambiente, que interpuso el contencioso administrativo que a la postre demostraría la ilegalidad de las obras.

Desde entonces, se inició un largo proceso judicial que finalizó en 2021, cuando el Tribunal Superior de Justicia en Murcia rechazó el recurso interpuesto por la sociedad promotora del puerto deportivo. Durante este tiempo, la caleta ha permanecido abandonada y en su interior se han expandido numerosas especies exóticas invasoras, destacando tres especies de acacias australianas (Acacia salignaA. cyclops y A. retinoides) con un elevado carácter transformador. Estas han formado pequeños bosquetes donde sólo hay cabida para ellas. Además, quedaron abandonadas numerosas estructuras de las obras, como las tablestacas metálicas que configuran el perímetro interior del puerto, que actualmente se encuentran en un avanzado estado de deterioro, muchas de ellas están rotas y oxidadas, mientras que otras son grandes fragmentos o piezas enteras incrustadas en el fondo marino.

ANSE viene trabajando de manera ininterrumpida en esta Caleta, desde antes de 2005. Primero, para lograr paralizar las obras de Puerto Mayor, después, para conseguir la restauración ambiental de los arenales de la Caleta del Estacio y enfocarlos hacia un uso público responsable. Desde 2021, la asociación cuenta con la autorización para restaurar 2,6 hectáreas ocupadas por acacias. Recientemente, esta ha sido ampliada hasta un total de 6 hectáreas.

Voluntarios en Caleta del Estacio. | Foto: Fundación ANSE

Monte Blanco

El Monte Blanco es uno de los promontorios volcánicos que se formó durante el mioceno en el Campo de Cartagena, hace entre 7,2 y 6,6 millones de años. Su presencia fue crucial para la formación del istmo arenoso que cerró y separó la Laguna del Mar Menor del Mar Mediterráneo, actualmente, conocida como La Manga.

Este espacio ha compartido las vicisitudes que han sufrido el resto de espacios y arenales de La Manga, viéndose afectado por el urbanismo descontrolado y los problemas derivados de este, hasta acabar convertido en un lugar altamente degradado y dañado por la proliferación de especies vegetales exóticas introducidas, tales como acacias, la uña de gato o la lantana, así como por vertidos ilegales de escombros y basura.

Durante la década de 2010, ANSE, en colaboración con el vecindario, puso en marcha un proyecto de regeneración y puesta en valor de parte del espacio no urbanizado, que supuso, por un lado, la retirada de basura y escombros y, por otro, diversas actuaciones para controlar las especies exóticas invasoras. El objetivo era recuperar un hábitat similar al de los arenales costeros que ocupaban la Manga antes de su urbanización. Por ello, se replantó la zona con plantas autóctonas características de estos ecosistemas, tales como las muy amenazadas sabinas de las dunas o las esparragueras del Mar Menor.

Actualmente, Monte Blanco cumple un papel fundamental como reserva de vegetación dunar y es un recuerdo de lo que en su día fue La Manga. Sin embargo, continúa siendo un espacio amenazado y susceptible de ser urbanizable.

Entre los planes de ANSE está el de continuar con la labor de restauración, ya que todavía las actuaciones han alcanzado la mitad del espacio que resta sin urbanizar.

Plantación de lentisco y zanahoria marina realizada por ANSE en Monte Blanco. | Foto: Fundación ANSE

Este proyecto, que coordina la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU y se encuentra vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

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