No será Pingüinos, porque alcanzar las cotas de popularidad, aceptación y respeto que ha tenido durante años la primera concentración motorista invernal de Europa, a estas alturas, es prácticamente imposible. Pero Valladolid ha querido salvar su condición de ‘capital de la moto’ con otra reunión auspiciada por el Ayuntamiento al abrigo del indudable retorno económico que supone la presencia de miles de moteros durante tres días repletos de actividades.

Pingüinos caminaba hacia su segunda suspensión consecutiva. Las denuncias de Ecologistas en Acción sobre el espacio natural que ocupaba la cita motera en un pinar de Valladolid supusieron el primer freno a la edición de 2015, que fue suspendida a la espera de conseguir alguna solución legal convincente para los organizadores pero que tampoco ha llegado en 2016. A eso se añadieron los problemas internos en el seno del club Turismoto, el auténtico impulsor de esta reunión motera de la mano de su presidente, Mariano Parellada, un funcionario municipal que genera adeptos y detractores a partes iguales. El cisma abierto con el tesorero, José Manuel Navas, que ha acabado en los tribunales, ha roto la sintonía en un moto-club señalado pero con la capacidad de mover sensibilidades en un sector con una indudable capacidad de atracción equivalente a la tremenda generación de recursos que supone la presencia de las motos rugiendo por las carreteras vallisoletanas.

Haciendo cuentas, al Ayuntamiento de Valladolid le faltaban al menos cuatro millones de euros que generan las actividades turísticas en la ciudad. Demasiado botín para dejar escapar por segunda vez consecutiva. El nuevo equipo de gobierno municipal, formado por PSOE, Valladolid Toma la Palabra (IU) y Sí se Puede (Podemos) se enfrascó en la idea de liderar su propio Pingüinos asumiendo que, como tal, en enero de 2016 tampoco iba a ser posible mantener la marca. A partir de ahí nació la denominada ‘Fiesta de la Moto’ que se desarrolla oficialmente desde este viernes 8 de enero hasta el domingo 10, aunque ya han llegado los primeros inscritos al área de acampada y concentración de motoristas.

El Ayuntamiento se ha empleado a fondo, de eso no cabe la menor duda. Primero en acondicionar los accesos y la zona, la antigua Hípica Militar muy próxima al pinar que acogió el último Pingüinos, donde se desarrollará el principal núcleo de la actividad. Después en facilitar las inscripciones con puntos en pleno centro de Valladolid e incluso crear un servicio especial de autobuses y una parada de taxis específica para facilitar la conexión a todos aquellos que quieran pasarse por este espacio donde la música tendrá un especial protagonismo con conciertos de Trogloditas, La Guardia, La Frontera, Rebeldes, Burning, Oscar de Rivera, Carlos Jean, Mago de Oz, Los Extraños y Danza Invisible que esperan atraer no solo a un público de perfil motero. Se ha creado la ruta gastronómica de la tapa, una exposición de motos antiguas, actuaciones en materia de seguridad vial y otras acciones típicas de Pingüinos como las exhibiciones de acrobacia o el desfile de motos en honor a todos los motoristas fallecidos. Es decir, se mantiene el espíritu de Pingüinos pero con otra denominación.

La razón de su mantenimiento está en el impacto directo que recibe la ciudad. El Ayuntamiento de Valladolid asume que el tirón extranjero de Pingüinos no llegará en esta edición. Portugal, Francia, Italia, Bélgica o Alemania aportaban cada año un nutrido grupo de amantes de la moto que no renunciaban a los Pingüinos en ninguna circunstancia, especialmente meteorológica. La cifra de preinscripciones se manejaba de manera muy similar a lo que contabilizaba Pingüinos a estas alturas, por encima de los 3.000, pero la clave está en el goteo diario durante los tres días oficiales de la concentración ya que hay moteros que se inscriben hasta el mismo domingo. El Ayuntamiento, como principal organizador, confía en alcanzar los 10.000 moteros inscritos pero espera que la zona de actividades tenga una mayor afluencia de visitantes interesados en asistir a los conciertos o, como ocurría en Pingüinos, simplemente a disfrutar de un ambiente especial entre frío, rugir de motores y el olor de las hogueras mezclado con el de gasolina y goma quemada.

“Habitualmente la presencia de Pingüinos podía dejar en Valladolid esos tres días unos seis millones de euros”, reconoce la concejala de Cultura y Turismo del Ayuntamiento, Ana Redondo. Ella ha sido la impulsora de una ‘Fiesta de la Moto’ a contrarreloj que pretende salvaguardar los intereses económicos que recibe la ciudad además del innegable impacto turístico y de nombre ya que la cita no se apea de ningún espacio informativo a nivel nacional con el retorno que eso genera. Indudablemente, no se registrarán más de 25.000 inscripciones como en la última edición de Pingüinos en 2014, pero la calculadora ya apunta hacia, al menos, cuatro millones de euros recibidos en los diferentes impactos de este evento.

Un detalle importante es el concepto hotelero ya que estas fechas de Pingüinos o ‘Fiesta de la Moto’ están calificadas como de Temporada Alta, al mismo nivel de atracción de público que, por ejemplo, la Semana Santa de Valladolid declarada de interés turístico internacional. Y en Pingüinos, el lleno en los hoteles era el denominador común que también afectaba a los establecimientos del alfoz de la ciudad. La actividad económica se concentra especialmente en la hostelería y los hoteles como principales receptores del gasto motero que Valladolid quiere preservar aunque para ello haya tenido que cambiar de nombre a sus históricos Pingüinos para llevarse ahora a sus moteros de fiesta.

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