El accidente se produjo minutos antes de las siete de la tarde de este miércoles cuando tres técnicos y un bombero del retén permanente de la central se encontraban realizando labores de mantenimiento del sistema contra incendios del edificio de control. Durante dichos trabajos, enmarcados en la 28ª recarga de combustible de las instalaciones, una descarga de dióxido de carbono ha afectado a estos trabajadores, causando la muerte de uno de ellos y afectación leve a dos. Un tercer herido por inhalación de gases presenta un pronóstico grave, según han explicado fuentes del Sistema de Emergencias Médicas (SEM). Todos han sido atendidos en la central y trasladados posteriormente al Hospital de Móra d’Ebre para realizarles pruebas complementarias.

Tras el aviso registrado por el cuerpo de Bomberos de la Generalitat a las 18:55, se movilizaron siete dotaciones, incluido el vehículo de riesgo químico. El foco del accidente ha sido un edificio de cuatro plantas, lejos de la zona de generación de energía atómica, por lo que no ha habido afectación nuclear.

Colectivos ecologistas de Tarragona, entre ellos la Fundación Mare Terra, han criticado que «la Generalitat no termina de tener un plan rápido de aviso a la población, sea un escape de gas o un accidente mayor que el ocurrido. El Plan PENTA (Plan de Emergencia Nuclear Exterior de Tarragona) ha fallado una vez más. Las comunicaciones tienen que ser inmediatas, pero no esperar a que sea algo grave para informar», según su presidente Ángel Juárez.

Los Planes de Emergencia Nuclear Exterior (PEN) tienen por objetivo evitar, o al menos reducir en lo posible, los efectos adversos de las radiaciones ionizantes sobre la población y el medio ambiente. Se basan en las normas y criterios establecidos por el Plan Básico de Emergencia Nuclear y asignan responsabilidades a entidades u organismos públicos en materia de protección civil, seguridad ciudadana, sanidad, protección radiológica y otras, con la colaboración de los titulares de las instalaciones.

La unidad I de la central nuclear Ascó, en Tarragona, se desconectó de la red eléctrica el pasado mes de octubre para iniciar los trabajos correspondientes a su 28ª Recarga de Combustible. Después de cerca de 17 meses de operación desde su anterior recarga en la primavera de 2020, y de acuerdo a la correspondiente planificación de los ciclos de operación, Ascó I inició una parada con la incorporación temporal de más de un millar de trabajadores adicionales de perfiles y especialidades diversas procedentes, en su mayoría, del entorno cercano a la instalación.

Si bien el proceso de recarga, que da nombre a la parada, consiste en la sustitución de algo más de un tercio de los elementos combustibles que conforman el núcleo del reactor, en este caso 64, durante estas semanas se ejecutan también más de 15.000 órdenes de trabajo, explican desde la central.

«De todas estas intervenciones, más del 90% corresponden a actuaciones de mantenimiento, mayoritariamente preventivo. También están planificadas actividades de mejora de la instalación que solo pueden realizarse cuando la central está parada, entre las que destacan 39 modificaciones de diseño físicas y 12 modificaciones de software informático relacionadas con diferentes sistemas de la central».

Entre los proyectos relevantes de esta 28ª Recarga de Combustible, cabe mencionar la inspección visual remota del exterior de la vasija y de la tapa, así como la inspección exterior de las penetraciones del fondo de la misma. También se procederá a la inspección de tubos por corrientes inducidas en los tres generadores de vapor y a la sustitución del motor de una de las bombas de refrigerante del reactor. Otros trabajos destacados serán la sustitución de los cambiadores de calor de aislamiento de los trenes de salvaguardias y la sustitución del motor de uno de los generadores diésel de emergencia de la instalación.

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