Activistas durante una acción contra la minería marina. Foto: Greenpeace

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, presidida por Portugal y Kenia, reunirá a partir de hoy a jefes de estado, ministros, científicos y ONG para evaluar el progreso en la implementación del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 relativo a la vida bajo el agua. A Lisboa está previsto que llegue Emmanuel Macron, presidente de Francia, junto con otros líderes clave, como el comisario de Medio Ambiente de la Unión Europea, Virginijus Sinkevicius. Por parte de España, asistirá como representante la ministra de Medio Ambiente, Teresa Ribera.

La contaminación marina, la acidificación de los océanos, la desoxigenación, la minería en aguas profundas, el calentamiento de los océanos y la pesca sostenible están en la agenda de la conferencia, junto a la mejora de la conservación y el uso sostenible de los océanos y sus recursos.

El borrador de Declaración conjunta al final de la Conferencia reconoce el terrible estado de los océanos, los problemas a los que se enfrentan y la falta de progreso para remediarlo. Reconoce el fracaso colectivo para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 y se compromete a detener y revertir el deterioro de la salud de los ecosistemas oceánicos y la biodiversidad, sin explicar cómo se hará. También reconoce la necesidad de financiación para que los países en desarrollo ayuden a implementar Áreas Marinas Protegidas, y reconoce los compromisos de más de 100 países para proteger el 30% de los Océanos para 2030.

Sin embargo, un Tratado Global de los Océanos, que sería el instrumento clave para proteger el 30% de los océanos del mundo para 2030 no está en la agenda. Si bien se abordará en algunos eventos paralelos, no se esperan resultados significativos hacia un Tratado Global de los Océanos.

Compromiso de España

Lisboa es el último momento político importante sobre los océanos antes de las negociaciones finales del Tratado Global de los Océanos en agosto de 2022, en Nueva York, en la IGC5, la conferencia intergubernamental que aborda la creación de un instrumento, basado en el Derecho internacional y jurídicamente vinculante. Si no se finaliza un Tratado Global de los Océanos este año, será casi imposible desarrollar las actuaciones mínimas necesarias que los científicos acuerdan para permitir que los océanos se recuperen. Más de 100 gobiernos se han comprometido a lograr este objetivo. El comisario de la UE, Sinkevicius, ha anunciado en repetidas ocasiones la intención de adoptar un ambicioso Tratado Global de los Océanos este año.

Además, la High Ambition Coalition, constituida en febrero de 2022, en Brest, bajo el liderazgo de la Comisión Europea y la Presidencia de la UE, incluye a 48 países, entre ellos España, que se han comprometido al más alto nivel político para concluir un Tratado Global de los Océanos.

Por qué un Tratado Global de los Océanos

La emergencia ambiental que vivimos, tiene a los océanos en primera línea de sus efectos. Si se quiere evidenciar lo rápido que está actuando el cambio climático, la respuesta está en los océanos. En ningún otro momento de la historia la salud de las personas y de nuestro planeta ha estado tan amenazada por la avalancha de fenómenos meteorológicos extremos, la contaminación y la expansión de actividades industriales destructivas.

A medida que los factores de estrés climático multiplican las amenazas a las que se enfrentan los ecosistemas oceánicos, es necesario proteger al menos el 30 % de los océanos del mundo para 2030 para restaurar la salud de los mismos, aumentar la resiliencia y salvaguardar los medios de vida y la seguridad alimentaria de miles de millones de personas en todo el mundo.

Vacíos en la gobernanza actual

En la actualidad, no existe un marco global que pueda designar e implementar áreas marinas en alta mar, en aguas internacionales.
La gestión está fragmentada en organismos regionales (OSPAR para el Atlántico Norte o CCAMLR para la Antártida) y sectoriales (Organismos Regional de Ordenación Pesquera, OROP o para los suelos la Autoridad Internacional del Suelo Marítimo, ISA) . Estos organismos son necesarios pero insuficientes para la gestión ecosistémica global. Tampoco existe un proceso global para abordar la suma de problemas, del cambio climático a la minería submarina. Ni un marco global para unir todas las piezas, monitorizarlas, revisarlas, implementarlas y asegurarse el cumplimiento. A su vez, los datos están fragmentados y limitados.

Finalmente, tras varios retrasos por la pandemia y el pasado marzo por la imposibilidad de llegar a todos los puntos del texto del Tratado, en agosto los gobiernos tendrán la oportunidad de crear un Tratado Global de los Océanos histórico que puede proteger la mitad de la superficie del planeta si todo sale bien. Este tratado de la ONU puede generar el cambio transformador necesario para abordar las crisis del clima y la biodiversidad.

Una vez se apruebe el texto, no significa que automáticamente se protege el 30×30, sino que los países tienen que ratificar y este es un aspecto crítico que permitirá que el Tratado entre en vigor en el momento oportuno. Si el número de Estados necesarios para ratificar un Tratado es demasiado grande, llevará muchos años su entrada en vigor. Por ello, es fundamental que este Tratado entre en vigor lo antes posible, para permitir que la comunidad internacional alcance sus metas de conservación global presentes y futuras.

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