Desde que comenzó la guerra en Ucrania, las necesidades humanitarias dentro y fuera del país se han disparado, afectando a más de 12 millones de personas, de los cuales tres son niños y niñas. El Programa de Respuesta a Emergencias puesto en marcha por Aldeas Infantiles SOS ya ha atendido a más de 8.000 niños, niñas y familias dentro de Ucrania y ha facilitado cuidado alternativo y asistencia humanitaria a 791 refugiados en distintos países europeos.
Según la organización “los niños y niñas refugiados y desplazados internos corren un alto riesgo de perder el cuidado de sus padres, así como de sufrir violencia, abuso, explotación e incluso tráfico de personas. Asimismo, la extrema vulnerabilidad de las niñas y las mujeres desplazadas también aumenta su riesgo a sufrir explotación sexual o ser víctimas de trata. Por todo ello, su protección es vital”.
La organización muestra su preocupación por la creciente presencia de traficantes sexuales que se dirigen a mujeres con niños pequeños a lo largo de la frontera de Ucrania. A esto se suma que en una situación complicada y volátil con altos niveles de separación familiar y trauma, el acceso a información y asistencia legal nada más abandonar su país es crítico para los refugiados.
Riesgo de violencia de género y COVID-19
También aumentan las necesidades de alojamiento de emergencia y artículos de primera necesidad debido al desplazamiento masivo. Aunque muchos desplazados internos se alojan en viviendas privadas, un número cada vez mayor busca refugio en albergues o centros colectivos. Aldeas alerta de que, en estas instalaciones, se enfrentan a condiciones de hacinamiento, falta de separación por género o espacio para unidades familiares que brinde la privacidad necesaria, además de contar con servicios básicos deficientes de agua y electricidad. Todo ello aumenta considerablemente el riesgo de violencia de género y de contagio por COVID-19.
Para Aldeas Infantiles SOS, el riesgo de que los niños y niñas experimenten problemas de salud es enorme. “Se han interrumpido los programas de vacunación, lo que eleva la probabilidad de que aparezcan enfermedades que se pueden prevenir, como el sarampión y la poliomielitis, y los niños con enfermedades crónicas se enfrentan a grandes dificultades para acceder a atención médica”. Los servicios de salud, ya debilitados por la COVID-19, se han deteriorado rápidamente desde el inicio del conflicto por la constante escasez de insumos médicos, así como por los ataques a las infraestructuras sanitarias.
Además de servicios médicos, los niños y niñas ucranianos, tanto dentro como fuera del país, necesitan atención psicológica para el tratamiento del trauma, puesto que ya sufren los efectos del estrés prolongado. “Muchos de ellos padecerán estrés tóxico, una reacción fisiológica a una situación adversa que se prolonga en el tiempo y puede tener consecuencias a nivel neurológico, del crecimiento e inmunológico”. Para ellos es indispensable recibir ayuda psicológica y acompañamiento para afrontar y superar la experiencia vivida. Solo así podrán recuperarse.
La organización recuerda que el acceso a la educación se ha visto interrumpido para aproximadamente 5,7 millones de niños y adolescentes en edad escolar. Advierte, asimismo, que la proliferación de armas pequeñas y ligeras ha aumentado gravemente el riesgo de reclutamiento de adolescentes en edad escolar en grupos armados.
Por último, la inseguridad alimentaria crece a diario debido a la escalada de las hostilidades, los desplazamientos masivos, las limitaciones de suministro y las interrupciones del mercado. Y las necesidades de agua, saneamiento e higiene, especialmente en el este de Ucrania, también aumentan ya que las infraestructuras esenciales de agua han sido dañadas o destruidas. La escalada bélica impide que se lleven a cabo las obras de reparación que se necesitan con urgencia y un número significativo de personas no tienen agua ni calefacción. “Es urgente poner remedio a esta situación para prevenir la propagación de enfermedades transmitidas por el agua”, explican.
Respuesta a emergencias
Aldeas Infantiles SOS ha proporcionado alimentos, agua, artículos de higiene y de primera necesidad, alojamiento y servicios psicosociales a 8.050 personas dentro de Ucrania en las casi cuatro semanas de guerra. Entre ellas, la organización ha atendido durante sus desplazamientos a 300 niños y niñas no acompañados y a 1.500 menores tutelados por el Estado ucraniano que permanecían en instituciones residenciales.
Asimismo, ha conseguido ofrecer refugio a 500 familias de acogida, que ahora están a salvo en zonas seguras y con acceso a bienes y servicios esenciales.
En torno a 2.000 familias que no han podido abandonar sus hogares han recibido dinero en efectivo y artículos de primera necesidad en sus lugares de residencia, así como apoyo psicosocial de los profesionales de Aldeas en el terreno.
Por otra parte, fuera de Ucrania, la organización está proporcionando cuidado alternativo a niños y niñas sin cuidado parental y asistencia humanitaria a 791 personas (230 niños y niñas y 561 adultos) en distintos países de Europa. En concreto, Aldeas Infantiles SOS se centra en la protección de los refugiados más vulnerables: niños, niñas y adolescentes no acompañados o tutelados, y familias monomarentales.