En el año 2007, la aportación del Impuesto de Sociedades a los grandes tributos fue del 23,2%. En 2014, se había reducido al 11,2%. Los ciudadanos están pagando la factura de la crisis a base de IVA e IRPF.

En 2015 se pagarán 35.490 millones de euros en intereses por la enorme losa de deuda pública que tiene España. Saldrán de los impuestos, lo mismo que los 31.600 millones que se pagaron en 2014 y los 30.000 millones del año anterior. Desde el año 2008, cuando estalló la burbuja y se desbocó el desempleo, las cotizaciones de la Seguridad Social no bastan para pagar las prestaciones por desempleo. Hay que poner otros cerca de 15.000 millones cada año de los Presupuestos Generales del Estado, es decir, de los impuestos. Son las arcas públicas las que garantizan que se va a devolver el rescate a la banca, la que responde del pago de las facturas que se habían ido dejando en los cajones de ayuntamientos y autonomías y que acabó abonando el Estado (Plan de Pago a Proveedores), la que está detrás de la deuda emitida por el banco malo. 

Con la recaudación mermada por la recesión, hay que preguntarse quién ha estado respondiendo y quién sigue hoy soportando a sus espaldas la mayor parte de la carga. España recauda menos, mucho menos que cuando se creía rica allá por 2007. Entonces, de los grandes impuestos (Sociedades, IVA, IRPF e Impuestos Especiales) se alcanzó una recaudación total de 193.075 millones de euros. En 2014, la recaudación por los mismos tributos fue de 166.652 millones. Todos los impuestos se desplomaron cuando estalló la burbuja, pero no todos han evolucionado por igual. 

1. El misterioso hundimiento del Impuesto de Sociedades

 

El Impuesto de Sociedades se derrumbó ya en 2008, a pesar de que ese año gravaba el beneficio récord obtenido en 2007 según la Central de Balances del Banco de España. Pasó en un solo ejercicio de recaudar 44.823 millones de euros a 27.301 millones. En 2010 se había quedado en 16.198 millones. Una parte importante, sin duda, se debió a la crisis. El cierre de empresas, la caída del beneficio, la entrada en pérdidas de las compañías que consiguieron seguir en pie se extendieron por toda la geografía española. Pero la recesión no fue el único motivo de lo ocurrido. Además del aumento del fraude, que se intuye ya con la sorprendente caída de la recaudación de 2008 que se ha mencionado, el Gobierno socialista se dejó unas cuantas grietas abiertas en la normativa y se encargó de abrir alguna más por las que se escaparon los impuestos. 

Por poner un ejemplo, una que se cocinó en 2010 mientras España miraba cómo una huelga de controladores era capaz de vaciar el espacio aéreo del país. En concreto, se trató de un beneficio fiscal destinado a las grandes empresas por el que se les permitió amortizar libremente las nuevas inversiones. Es decir, podían restarse de los impuestos a pagar inversiones que formaban parte intrínseca de su negocio. Eléctricas y telefónicas no dudaron en utilizar la opción que se les brindaba para reducir su factura fiscal. Si en el año 2009, la libertad de amortización permitió a las grandes empresas restarse de la base imponible (la parte del beneficio sobre la que se aplican los impuestos) 2.816 millones; en 2011, tras la nueva norma del Gobierno socialista que permitía generalizar esa libertad de amortización, ascendió a 7.398 millones de euros.

¿Qué ocurre ahora que se supone que España está saliendo de la crisis? ¿Por qué volvió a caer el Impuesto de Sociedades en 2014, situándose en 18.713 millones recaudados? En parte se debe a la resaca de la crisis, a pérdidas reales que sufrieron las empresas y que la norma admite que se resten de la parte que paga impuestos cuando se vuelven a tener beneficios. Son los llamados créditos fiscales. «Solo la banca», recuerda Francisco de la Torre, exsecretario general de la organización de Inspectores de Hacienda, «se ha apuntado créditos fiscales por más de 50.000 millones de euros», lo que equivale a que 170.000 millones de los que ganen en el futuro no pagarán impuestos.

¿Qué ocurrió mientras tanto con el resto de impuestos? Se recuperaron mucho antes por la vía de subir los tipos. En el caso del IVA ha sufrido dos subidas y una reordenación. En la crisis ha pasado de un tipo general del 16% al 21% actual y algunos de los bienes y servicios a los que se aplicaba el IVA superreducido se les pasó al general. Mientras en los años anteriores el cambio se debió a las subidas del tipo, en el pasado ejercicio fue el aumento en la actividad económica la principal causa. El IRPF también se recuperó en un primer momento por la vía de subir los tipos, cosa que hizo el Partido Popular nada más llegar al poder a finales de 2011 pese a su promesa electoral de bajar impuestos. 

2. El contribuyente más vigilado

 

 

 

Permitir que el Impuesto de Sociedades haya caído a los niveles actuales y cebarse con las subidas del contribuyente más vigilado, el que cobra su salario por nómina y compra sus productos y servicios con el IVA correspondiente, ha llevado a una fotografía muy diferente de cómo se reparte el peso de los grandes impuestos antes de la crisis y ahora. Si el Impuesto de Sociedades suponía en el año 2007 algo más del 23% de lo que recaudaban los grandes impuestos, en 2010 se quedó en menos del 11% y el año pasado, pese a cierta recuperación, crecía hasta un tímido 11,2%. 

Tanto el IVA como el IRPF cerraron 2014 marcando récord de recaudación de la serie con 56.174 millones y 72.662 millones respectivamente. Ambos recaudan más ya, por tanto, que en su anterior récord, establecido en el punto álgido de la burbuja que supuso el año 2007. Entre tanto, el Impuesto de Sociedades arrojó una recaudación de 18.713 millones, aún a 26.110 millones de euros de su máximo de 2007 y situándose de nuevo por debajo de lo que se recauda por los Impuestos Especiales, como ya le ocurrió en 2006.

El IVA, como los impuestos especiales pero con mayor incidencia por estar presente en la mayoría de las transacciones, es el impuesto menos redistributivo de la riqueza. El empeño de los Gobiernos españoles, alentados por las instituciones europeas que han llamado una y otra vez durante la crisis a incrementar el peso de la imposición indirecta, han derivado en la situación actual. Con el IRPF se ha revertido en parte la situación una vez se acercaban las elecciones generales. 

3. En busca del dinero que debe pasar por el Fisco

 

 

Los gobernantes no se han cansado de repetir que España ya está saliendo de la crisis y que lo que ocurre es que primero lo nota la macro, las cifras agregadas de lo que ocurre a nivel económico, y luego ya le toca el turno a la micro, también conocida como ciudadano o empresario de a pie. Por otro lado, es lógico pensar que las subidas de los impuestos han logrado servir de contrapeso a la caída de la economía, recuperando buena parte de la recaudación cuando más falta hacía. 

Con las crisis se encogen lo que se llaman las bases imponibles, es decir, esa parte de la economía que paga impuestos. De nuevo, sin embargo, es interesante fijarse en la evolución de esas bases imponibles y ponerlas en proporción al PIB para comprobar si la relación se mantiene más o menos constante. La respuesta es que no. Si las bases imponibles de 2007, es decir, la parte de la economía que pagaba impuestos, equivalía al 118,8% del PIB, siete años después esa proporción se había reducido al 104,1%.

En términos absolutos, si las bases imponibles eran de 1,28 billones de euros en 2007, el año pasado se recuperaron algo con respecto a 2013 pero seguían en 1,10 billones. 

Queda mucho por hacer hasta que se recupere el nivel previo al colapso de la economía pero además va a costar mucho recuperar el reparto de la carga que había antes.  

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