Marte (El Marciano, felicísimo título traducido… si estuviéramos ante una comedia) quiere ser una película muy compleja, pero en realidad es muy sencilla.

Un hombre está aislado en un entorno hostil. Se topa con un problema. Lo soluciona. Otro problema. Lo soluciona. Otro problema. Lo solucionan otros. Otro problema aparentemente irresoluble. Lo soluciona el guionista, que no contento con aplicar un deus ex machina loquísimo (ay Drew Goddard, con lo fino que te hemos visto en películas aparentemente mucho más intrascendentes), lo repite dos veces.

No lo decimos nosotros: es la tesis de la película, que el propio protagonista verbaliza tal cual: la vida es ir resolviendo los problemas de uno en uno y en fila india. Pura filosofía de autoayuda. Pero ni la vida es tan sencilla (y por eso los manuales de autoayuda no sirven para nada) ni las buenas películas deberían ser tan simples como una mera concatenación de problemas que se solventan sin superponerse.

No es lo único que Marte tiene, curiosamente, en común con los libros de autoayuda. En esta película el impresionante plantel de secundarios que acompañan al héroe accidentado, Matt Damon (de Jessica Chastain a Kristen Wiig, de Kate Mara a Jeff Bridges) sirve para apoyar una sola idea: el ser humano es maravilloso. Ni una sola nota discordante, ni siquiera un villano en busca de redención, ni un ingeniero vanidoso, ni un astronauta que prefiere ver a su familia antes que perder seiscientos días en rescatar a un botánico del planeta rojo, ni un incompetente que genera algún fallo técnico.

Como las masas de civiles que aclaman la entereza y el valor de los cosmonautas, la NASA (y agencias más allá de la americana) muestran lo mejor de sí mismos para demostrar que en esto de la carrera espacial lo primero son, ante todo, las personas. Luego la colonización de sistemas ajenos al nuestro o la búsqueda de vida inteligente, ya tal.

Marte no es una mala película: es solo un mastodonte sin importancia, el que toca este año. Ridley Scott ha perdido definitivamente el toque que le permitió cambiar la historia del cine en los setenta y los primeros ochenta, pero es que ni siquiera conserva la capacidad que le permitió poner en pie hace no mucho chorradas multimillonarias como Gladiator.

El Scott actual más interesante es el demente capaz de facturar obras desnortadas e interesantísimas como Prometheus o El consejero, aunque sin duda esta Marte que está cosechando críticas excelentes, masticadita e infinitamente más plana, le rentará más a medio plazo.

Nosotros nos quedamos con lo que aporta a la nueva ciencia-ficción realista y creible, aunque Interstellar sea infinitamente más compleja y Gravity más divertida: Marte es una película en la que despresurizar compuertas, machacar botones y contemplar pantallas es mucho más interesante que los dilemas humanos. Paradójicamente, ante una película que se cree muy cálida y próxima, los planos más interesantes de la misma son las desoladas, casi antihumanas panorámicas del desolado desierto rojo de Marte.

ficha

Marte (The Martian)
Ridley Scott
2015

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