Es imposible no sentirse fascinado por el mundo hiperestilizado y ultracool que propone The Guest , una mezcla de la ya mítica Drive de Nicolas Winding Refn y una película de acción de serie B de los ochenta, y que edita en DVD y Blu-Ray A Contracorriente Films tras un triunfal paso por el último festival de Sitges.

The Guest no quiere ser en ningún momento una película realista, y por eso se permite delicias como esos adolescentes supuestamente de hoy en día que escuchan a Front 242 y Love & Rockets, o que visten como modelos de boutique de lujo. No importa porque, igual que una de las películas previas de Adam Wingard, Tú eres el siguiente, que jugaba a retorcer los códigos del psycho-thriller, The Guest es un experimento estilizado. Uno rebosante de humor negro e insolencia juvenil, y que responde a una pregunta que es puro veneno pop: ¿y si el Capitán América estuviera zumbado?

The Guest arranca con la inesperada llegada a un quebradizo hogar norteamericano del soldado recién licenciado David (Dan Stevens), que afirma ser amigo del hijo mayor de la familia, fallecido meses atrás. Pronto se gana la confianza de los padres, mientras que protege al hermano menor de las agresiones que sufre en el colegio y despierta la curiosidad de la hermana adolescente Anna (Maika Monroe, a la que ya vimos en la mejor película de terror del año, It Follows). Por supuesto, no todo es tan apacible como parece, y su sospechoso comportamiento comienza a revelarse ciertamente peligroso.

Con una bilis considerable, Wingard se hace un par de preguntas acerca de la imagen que los norteamericanos tienen de sus chicos, los que defienden sus intereses políticos en el extranjero y fusil en mano. Y las responde como hacía esa serie B de hace dos décadas a la que estéticamente guiña el ojo sin parar: a perdigonazo limpio.

Entre una increíble banda sonora de sintetizador -que retrotrae en el tercio final de la película a los mejores momentos de John Carpenter-, rotundos estallidos de violencia y un onírico tour de force final, desfasado e inolvidable, The Guest tiene claro que no quiere ser más que un juguete malintencionado y muy consciente de sus limitaciones. Por desgracia, parece recordar Wingard continuamente, ni esto es un videoclub ni estamos en los ochenta: razón de más para atesorar The Guest como la joya oscura que es.

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