No corren buenos tiempos para Telefónica. Tampoco malos. El operador azul sigue marcando la pauta en el sector de las telecomunicaciones. Su principal competencia, Vodafone y Orange, se muestran muchas veces reactivos a la hora de planificar sus estrategias. Además, cada vez son más relevantes en el segmento de la televisión de pago. Aunque en este camino de rosas, el nuevo presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete, se está encontrado bastantes espinas.

La lista de tareas pendientes que debe gestionar el máximo responsable de Telefónica sigue creciendo. La última es hacer frente a la bajada de rating que les ha otorgado Moody’s después de su recorte de dividendo y el cambio de estrategia para menguar su deuda. A esto se añade el marrón británico de su filial O2, y lo que deben hacer con ella. Además de la fallida salida a Bolsa de Telxius.

Todo eso lo asumirá Pallete en la soledad de su cargo. Deberá hacer bailar el elefante, como dijo en una entrevista antes de ser presidente, sin una mano derecha en la compañía. Y es que, de momento, al margen de los rumores que pasean sin demasiado fundamento, la compañía no tiene previsto la implementación de la figura del consejero delegado. Según ha podido conocer SABEMOS, algunos de los fondos que están en el operador no les preocupa que no exista este puesto al estilo anglosajón. Una especie de CEO.

Por otra parte, Álvarez-Pallete ha llegado al cargo con una edad (53 años) en la que no tiene preocupación por buscar un posible “heredero”. Así, comandará el barco de los azules con sus hombres de confianza, pero sin consejero delegado (de momento).

No obstante, sobre esta figura corporativa, ¿hasta qué punto es necesaria? ¿Cómo ha estado de presente en la historia reciente de Telefónica? ¿Cuáles han sido sus funciones?

Un presidente con fuerza

Repasando esa historia reciente, Telefónica siempre ha tenido presidentes con mucha personalidad. Han sido mandatos, los dos anteriores a Pallete, en los que sobresalía la figura de la presidencia por encima de todo.

Juan Villalonga

Este recorrido por los últimos 20 años de presidencia se inicia con Juan Villalonga. Tras suceder en el cargo a Cándido Velázquez-Gaztelu, heredó en el puesto de consejero delegado a Germán Ancochea, que unos meses después del aterrizaje de Villalonga abandonó el cargo. Ancocheo pasó a ser asesor en las entidades bancarias que tenían una importante participación en el operador (BBV, La Caixa y Argentaria).

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Juan Villalonga | Fuente – ‘racingdesantander1913.com’

En 1997 accedió al cargo uno de los hombres importantes de Telefónica a finales de la década. Se trata de Javier Revuelta, que tuvo los cargos de secretario del consejo, consejero delegado y vicepresidente. Revuelta escaló rápidamente posiciones en la dirección de Telefónica desde 1996. Fue nombrado vicepresidente ejecutivo de la compañía (en esos momentos Telefónica tenía otras tres vicepresiencias no ejecutivas) a mediados de 1998.

La salida de Revuelta fue agitada. El motivo eran unas supuestas diferencias de criterio con Juan Villalonga. Con la salida de Revuelta de la compañía, Villalonga prosiguió con su característica gestión: la rotación, casi permanente, de directivos. Durante todo este tiempo, el presidente tuvo un baile constante de cargos y puestos, tanto en las diferentes divisiones de la compañía, como en las áreas internacionales.

César Alierta

En el año 2000 empezaba la Era Alierta. Nada más acceder al cargo llegaron los primeros movimientos. A las pocas semanas de presidencia, convocó un consejo extraordinario en el que se designaría consejero delegado del Grupo a Fernando Abril-Martorell; y presidente ejecutivo de Telefónica Móviles a Luis Lada. Ambos tenían el apoyo del núcleo duro (BBVA y La Caixa). También estaba previsto que Lada entrase en el consejo en lugar de Luis Martín de Bustamante, hasta esa fecha responsable de Móviles.

Abril-Martorell era el candidato de La Caixa para dicho puesto. Se trataba de un hombre respetado en la empresa y de gran prestigio en el mundo financiero. Su carrera dentro del Grupo empezó a comienzos de 1998 para sustituir a Francisco Mochón en la dirección financiera del grupo.

Martorell venía de un distanciamiento con Villalonga debido a discrepancias en la política de asignación de recursos de la compañía, especialmente en lo referido al vaciado de activos de Telefónica de España -la filial de telefonía fija, el corazón de la compañía- y la fuerte apuesta por la entrada en medios de comunicación que hizo el antecesor de Alierta.

Todo eso acabó en 2003 cuando dejó el Grupo tras ocupar la presidencia de TPI-Páginas Amarillas. En ese contexto César Alierta asume todas las funciones ejecutivas.

Los motivos para el adiós se basaban en que las tareas de Abril-Martorell habían perdido contenido, en buena medida porque había finalizado la reordenación de Telefónica que se le había encomendado. Además, su aspiración de asumir más funciones chocó con el criterio del presidente, que había dotado de más poder e independencia a los directores generales. Nadie en Telefónica era ajeno a ese enfrentamiento por el control de ciertas tareas ejecutivas, especialmente las del área financiera. En algunos casos se solapaban las funciones del presidente, las del consejero delegado y las de Santiago Fernández, director financiero.

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César Alierta | Fuente ‘Efe’

No fue hasta 2007 cuando surge la figura de otro consejero delegado. En este caso se trata de Julio Linares. Su designación supondrá la recuperación de este cargo perdida con la marcha de Fernando Abril-Martorell en 2003. Linares fue presidente Ejecutivo de Telefónica de España entre los años 2000 y 2005, cuando pasó a desempeñar el cargo de director general de coordinación, desarrollo del negocio y sinergias.

La misión que traía bajo el brazo el nuevo consejero delegado era introducir a la compañía en el mundo audiovisual. Algo que, 10 años después, le posiciona como un actor importante en la gestión de contenidos de pago.

El matrimonio de Alierta con Linares acabó en 2012. Se nombró en el cargo al ahora presidente, Álvarez-Pallete, que hasta entonces era responsable del negocio en Europa. Supuestamente Julio Linares dimitía por razones «personales y para poner término a sus responsabilidades ejecutivas en la compañía después de más de cuarenta años de servicio ininterrumpido a la misma», anunciaba Telefónica públicamente.

Sobre la llegada de Pallete, Telefónica indicaba que esos cambios en su cúpula configuraban una estructura organizativa «estable en el tiempo y preparada para competir internacionalmente con garantías de éxito en un entorno de exigencia máxima». Aunque la realidad iba un paso más allá. Todo hacía intuir que se iba preparando una transición amigable para que, finalmente, sucediese lo que sucedió.

José María Ávarez-Pallete

Han pasado ocho meses desde que Pallete accediera a la presidencia de Telefónica. Por el momento no hay constancia de que esté buscando la figura de un consejero delegado. Algunos nombres han salido entre la bruma de los rumores, pero nada consistente.

Los retos que tiene la compañía, algunos heredados de sus antecesores -como la deuda-, serán el principal quebradero de cabeza. Tampoco puede olvidar a Reino Unido, donde tendrá que tomar decisiones antes de que se produzca la desconexión definitiva tras el Brexit.

En estos 20 años, cuando ha habido que tomar un giro en la compañía, como fue la transformación audiovisual, se ha buscado una mano a la derecha del presidente para liderar los cambios. En estos momentos Telefónica tiene baches, pero su estrategia está completamente configurada. Por lo tanto, no parece que la figura del consejero delegado sea necesaria. Además, el hecho de que haya una filial española con un presidente reconocido y reconocible como Luis Miguel Gilpérez, hace que uno de sus mayores mercados esté con gestión directa de alguien comprometido con el Grupo.

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