La firma Altamira Information, fundada en 1999 en Barcelona, se ha adjudicado por 4,5 millones de euros un contrato para participar en los estudios geológicos relacionados con la construcción de las nuevas líneas de metro de París. Su tecnología, que ya se utilizó en las obras de los túneles del AVE en Cataluña, permite detectar vía satélite movimientos milimétricos en el terreno y anticiparse a daños estructurales como los del barrio barcelonés de El Carmelo durante las obras del metro de la ciudad condal en 2005.

Siempre que se excava bajo tierra se provocan consecuencias en la superficie. Es lo que ha explicado a SABEMOS desde Altamira Information la responsable del proyecto de supervisión geológica de las obras vía satélite, Anne Urdiroz.

“Las deformaciones existen sistemáticamente. Cuando ves una tuneladora avanzar y analizas lo que el satélite nos permite procesar, los mapas siempre muestran un asentamiento en superficie”, advierte Urdiroz. No obstante, precisa, las deformaciones están “muy controladas” y son “del orden del centímetro o el milímetro”.

Siempre que se excava se producen movimientos de tierra, aunque son «del orden del centímetro o el milímetro»

La tecnología de seguimiento por satélite de las obras permite detectar movimientos de tierras con precisión milimétrica, explica esta responsable, para conocer al detalle el alcance de las consecuencias en el suelo.

Cuando se realizan este tipo de perforaciones dentro de las ciudades, los asentamientos posteriores de los terrenos “están súper controlados”, según Urdiroz, para que no se produzcan daños en la superficie. Con el objetivo de supervisar estas consecuencias se despliegan sistemas de medición en el exterior pero, en esta ocasión, la autoridad de transporte de la ciudad ha querido contar con información adicional.

Visión global

El contrato adjudicado a Altamira abarca el análisis de las imágenes vía satélite de los últimos 20 años, una tarea que les ha llevado 3 meses de trabajo.

Después de examinar los datos, el equipo de Anne Urdiroz concluyó que, aunque no son grandes, “hay algunas zonas con movimientos” en las últimas dos décadas. “En París existían canteras de calizas, por lo que el terreno tiene algunas cavidades y eso tiene un impacto en la superficie”, indica.

La Société du Grand Paris encargó precisamente este estudio para disponer de una “visión más global”, precisa Urdiroz, de los 200 kilómetros de superficie en los que se van a concentrar las obras. Para redundar en esa mayor profundidad, Altamira observará durante los próximos 15 años la zona adyacente a los túneles, hasta 500 metros a la redonda.

El análisis vía satélite va a escrutar los 500 metros en torno a cada punto de la infraestructura

Se trata de un conjunto de medidas para que no suceda lo mismo que en el barrio barcelonés de El Carmelo, en el que las obras de ampliación del metro de la ciudad condal tuvieron unas consecuencias terribles para los edificios de la superficie y provocaron desalojos que afectaron a más de 1.000 personas.

“Todo está muy controlado, pero puede ocurrir, y ahí están los sistemas de alerta en tiempo real si hay un riesgo muy alto. Nuestras soluciones complementan esta información”, resume Anne Urdiroz.

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