Apúntense el término: «Tardear». Es lo último en Palma de Mallorca y atiende al aumento de «singles» en la isla.

Estadísticamente, nuestros archipiélagos concentran un número de solteros-divorciados más que destacable. El turismo y la rotación de producto podría ser uno de los motivos que anima a la infidelidad y de ahí a la catástrofe. O alimenta un miedo al compromiso congénito.

Pero la temporada baja es dura («tus largas noches de invierno» decía Serrat en Mediterráneo) y el ritual de ligoteo ha cambiado.

Hay una serie de bares y pubs cercanos en el barrio de Santa Catalina (y en torno a la Avenida Argentina) que han propiciado un nuevo código para las «segundas oportunidades». Vuelven las «galas de tarde» para los maduritos. Se sale incluso el domingo. Uno enlaza la comida con unos gintonics y envalentonado, se va a iniciar la tarde. 

En esos bares hay una colección de cuarentones y cincuentones que habían perdido el hábito de «marear la perdiz». Para ayudarles en la regresión, suena Culture Club o Spandau Ballet. Y también se lleva a cabo otro ritual generacional: Bailar. Los jóvenes actuales no bailan. Tan solo mecen el cuerpo al compás de la música. El ritual de apareamiento de la generación X tenía la base en la danza.

Lo divertido de estos locales es que prohíben la entrada a menores de 30. No quieren que exista conflicto generacional porque por esa misma zona, salen de noche los hijos de los singles que están intentando cazar algo de tarde. Vamos a respetarnos.

De esta manera queda claro que la tarde es el imperio de los maduritos, que reviven las salidas de hace 20 o 25 años con sus mismos códigos. Vuelven a casa sobre las diez de la noche (medianamente perjudicados) y es su hijo adolescente el que les recibe en la puerta y les pide que echen el aliento. Tras la regañina filial, el «viejoven» se va para la cama y es entonces cuando llega la vendetta de los hijos y saltan a la calle para darlo todo con sus progenitores fuera de juego. 

En Mallorca lo han institucionalizado (se ha consolidado en el último año) y a buen seguro en verano, muchos lo probarán y el efecto contagio se notará en la península. Viva la globalización.

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