No hay asunto de la actualidad política que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, no aproveche para marcar distancias con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. A cuenta del equipo de expertos que Sánchez ha creado para que le asesore en su pretendida reforma constitucional, Díaz se encargó de mostrar al líder socialista las líneas rojas: no permitirá que el rancio federalismo que Sánchez intenta recuperar consagre comunidades autónomas de dos velocidades.

El secretario general del PSOE se hizo ayer la foto con un nuevo equipo de expertos –y van dos, tras la creación de su gobierno en la sombra– con el que pretende llevar la iniciativa política en materia de reforma de la Constitucional.

Tras envolverse en la bandera nacional cuando fue proclamado candidato a la Moncloa y dar ayer el primer paso en los cambios en la Carta Magna, Sánchez quiere que los ciudadanos vean que él sí que tiene una idea clara de lo que es España, que se aleja del inmovilismo que representa el PP y el tsunami que protagoniza Podemos.

Antes de reunirse por primera vez con los diecisiete miembros de su nuevo consejo, el líder socialista marcó sus prioridades para preparar la profunda revisión que considera necesaria para la Carta Magna en la España del siglo XXI, al tiempo que avisó de que “tan error es no mover una coma como tratar de liquidar la Constitución de la democracia”.

Mal día para proponer la reforma del Senado

Los cambios que planea Sánchez pasan, fundamentalmente, por transformar la España autonómica en una federal. Los objetivos de la reforma no son otros que delimitar la atribución de competencias, consagrar los principios del sistema de financiación, fijar instrumentos concretos de cooperación y lealtad institucional, reconocer eficazmente las singularidades y hechos diferenciales de algunas comunidades autónomas, determinar la financiación y competencias de las entidades locales y redefinir el papel y la composición del Senado.

No deja de ser curioso que los socialistas insistan en cambiar de arriba abajo la Cámara Alta el mismo día en que han sido acusados por diferentes medios de utilizar el Senado -al igual que hace el PP- como lugar privilegiado de retiro para antiguos presidentes autonómicos.

Mientras Pedro Sánchez se reunía por espacio de dos horas en Madrid con su equipo de expertos, en Sevilla Susana Díaz se apresuraba a marcar distancias con el secretario general de su partido. A preguntas de los periodistas, la presidenta de la Junta andaluza subrayó que cualquier debate sobre la Constitución debe tener dos garantías sobre las que todavía no ha hablado Sánchez: la unidad de España como algo irrenunciable y la igualdad de todos los ciudadanos.

Tras señalar que la Constitución puede adaptarse a nuevo tiempo y renovarse porque en algunos aspectos ha quedado obsoleta, avisó de que espera que nadie pretenda que la reforma suponga una vuelta atrás del 28 febrero y a comunidades de dos velocidades, porque “Andalucía –según dijo- no lo va a permitir”.

Rapapolvo a Sánchez por ser permisivo con Besteiro

Además, la presidenta de la Junta se encargó de dar un sonoro tirón de orejas por la permisividad de Pedro Sánchez con algunos dirigentes socialistas imputados por casos de corrupción.

A preguntas de los periodistas, Susana Díaz dio a entender que la dirección federal del PSOE ha sido más estricta con los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, acusado por el Supremo en el escándalo de los ERE, que con el líder de los socialistas gallegos José Ramón Gómez Besteiro, involucrado en varios delitos de tráfico de influencias, cohecho y prevaricación.

«Confío en que en cada uno de los casos a los que se tenga que enfrentar mi partido se use la misma vara de medir y eso es lo que me aplico en el día a día en Andalucía; espero que mi partido lo haga en España», sostuvo la presidenta de la Junta de Andalucía.

 

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