Solventes fuentes empresariales consultadas por SABEMOS están llegando, a fecha de hoy y con los muestreos demoscópicos disponibles, a la conclusión de que del 20-D saldrá un Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy, con un imprescindible apoyo parlamentario de Ciudadanos, aunque sin que esta formación acepte integrarse en él.

 

Ese apoyo sólo se pactaría  bajo una lista de condiciones estrictas. Condiciones que dejarían en manos de Albert Rivera la elección del instante de romperlo, plantar al PP en Las Cortes y obligar al Gobierno a nueva convocatoria comicial, pretextando el incumplimiento de una o varias que sumen la enjundia necesaria como para obtener la comprensión del pueblo.

El estallido se producirá fatalmente, dadas las servidumbres del mandatario para con ciertos pesos pesados de su entorno, con los que no quiere o no puede enfrentarse. Sobre todo, algunos tocados por las salpicaduras judiciales de los escándalos que restan, o ya han aflorando, del largo y maloliente período de tangentópolis. No aceptarían que les dejara abandonados en plena tormenta penal sin tirar de mantas potencialmente muy peligrosas. Y Rivera ni podrá ni querrá ser comprensivo en un eventual intento suyo de ampararles.

La ruptura C´s-PP se produciría, según esas opiniones, en cosa de un año, máximo dos. Para entonces, buena parte del aparato popular -sobre todo, los dirigentes más jóvenes, emergentes  y no sospechosos de meter la mano en los fondos públicos ni de despilfarrarlos en absurdos proyectos faraónicos- habrá gestionado, y en muchos casos pactado, su incorporación a las filas “ciudadanas”.  Si llega esa circunstancia, al PP puede ocurrirle lo mismo que a la UCD de Adolfo Suárez: que se disuelva en el éter y se incorpore a la nada.

Rivera aprovecharía el interregno para culminar una estructura territorial que su partido no tiene todavía. Y confirmarse como el guardián de los valores de limpieza y moderación. Seguro que aportará, además, mediáticas iniciativas de gobernanza –sensatas, al tiempo que audaces y sonando a modernas- para optar a sustituir al veterano dinosaurio gallego, a quienes casi todos dan por amortizado y con cero proyección de futuro. En esa hipótesis, el catalán dispondrá de grandes posibilidades de alcanzar la meta en el siguiente asalto electoral.

La dudosa supervivencia pepera

Son mayoría los que piensan que el certificado de defunción a medio plazo de los populares como partido está ya firmado, y su ejecución es cosa de poco, hablando en tempos políticos. Sólo dos cosas, hoy escasamente realistas, podrían impedirlo: que el Partido Popular alcance in extremis la mayoría absoluta o que C´s no cumpla con sus expectativas actuales.

Lo lógico, según los datos disponibles ahora mismo, sería que Rajoy obtuviese entre 130/35 curules y Rivera sobre 50/60. Si se produce el acuerdo –al cual el mundo de la empresa les obligará, aunque sea a tirones de ronzal-, ese mismo instante conllevará el preámbulo de los pactos de trasvase, al principio soterrados, de diputados de una formación a la otra. No parece necesario mencionar de cuál a cuál.

Directivos de Ciudadanos reconocieron a SABEMOS  que Rivera maneja un listado de sobrestantes del PP, recuperables en un proyecto de centro-centro como el que tiene entre ceja y ceja. Aportarían experiencia y contactos en regiones y ciudades donde él dispone de pocos asideros y carece de banquillo para buscarlos.  

Un confidente afirmó que en esa lista de “contactables” figura la actual Vicepresidenta Sáez de Santamaría, “vista por él como eficaz, sin tacha, con una magnífica red de relaciones y que aportaría bastantes arrobas de prestigio”. Cierto que carece de discurso político propio y sus méritos son más bien ejecutivos, pero esa afirmación que en ciertos ambientes equivale a crítica a él le suena a música celestial, puesto que tiene acreditada fama de moderación, inteligencia, capacidad de gestión y tentáculos de largo alcance.

Parece un desiderátum, pero suena a bien razonado. ¿Qué puede hacer creer a Rivera que un día la hábil Soraya prestaría oídos a esa especie de “proposición indecente”, que en el fondo no sería tal? La fuente de este periódico sobre la idea precisó que el líder de C´s piensa que SSS no tiene posibilidades de crecer en su Partido, ni siquiera de mantenerse, en cuanto empiece el ninguneo de Rajoy, a cuya figura sus conmilitones la ligan a morir.

Cospedal, sí; Soraya, no

Porque la atmósfera con la Vicepresidenta en la calle Génova es, más que fría, hostil. Viene de antiguo. Prácticamente, desde su nombramiento. Y ha ido a más, a medida que acumulaba nuevas cuotas de poder. Como fue el poner el CNI bajo su mando y que el Presidente la colocara al frente de unos cuantos equipos de crisis, tal que la del Ébola, que, encima, resolvió con innegable energía y capacidad.

Y todo eso sin contemplar siquiera el cursus honorum habitual, que exige integrarse en y comprometerse con la jerarquía. Es preciso conocer cómo funciona por dentro un partido político para discernir que depender sólo del jefe, sobrevolando a mil vicejefes, es como llevar en la frente el signo de Caín grabado a fuego. Al contrario, su cercanía generacional, prudencia exquisita en asuntos tan socialmente sensibles como el aborto o el matrimonio gay y ciertos gestos de perfil progre la hacen apetecible para el estado mayor de Ciudadanos.

También me aseguran que Rivera cree a pies juntillas que, en el caso de que estas previsiones se cumplan, la parte del aparato pepero que rehúse integrarse en C´s, o que no reciba tal propuesta y prefiera defender sus principios ideológicos desde su actual organización, tendrá que ponerse a trabajar en una recomposición a fondo -eliminando, con el tiento necesario pero sin temblor del pulso, michelines, excrecencias y restos de serie que signifiquen un lastre insalvable-  desde el día siguiente de que Rajoy inicie su eventual segundo y débil mandato. Habrán de encontrar un líder o lideresa que sea respetado/a internamente, capaz de dialogar con los sobrantes sin que éstos se sientan agredidos por alguien ajeno a su mundo. No tienen mucho donde elegir.

Las fuentes empresariales aludidas al principio consideran que sólo un nombre concentra los requisitos indispensables para enfrentarse, con posibilidades de éxito, a una tarea calificable de titánica: María Dolores de Cospedal. La segunda opción que flota en el aire, pero con más reticencias, es la del Presidente gallego Alberto Núñez Feijóo. Llegaremos a él.

Cierto que Cospedal también disfruta de una notable lista de enemigos en la Calle Génova. ¡Quién no los tiene, y más en un ámbito donde los codos funcionan sin cesar en un quítate tú, que me pongo yo! Pero poniendo sus valores y carencias en los dos platillos de la balanza se reconoce que lo positivo (su coraje para enfrentarse a situaciones imposibles como la provocada por el Caso Bárcenas y el hecho de que nunca rechace batirse el cobre en el ruedo político para elevar la moral de los militantes, incluso cuando otros se escaquean por miedo) prima ampliamente sobre los negativos (cierta torpeza al expresarse en público, subsanable con un buen asesoramiento de urgencia, y pasadas arrogancias, corregidas por la templanza mostrada en los últimos tiempos)

Tendría que llegar a un acuerdo con Rajoy para conseguir su apoyo, pero poco más hay a disposición para que los irreductibles del PP puedan aspirar a sobrevivir. Núñez, y aquí volvemos a él, tiene experiencia administrativa, más limitada al ámbito regional. Y, políticamente, a nivel nacional casi no es nadie. Aparte de que no suena bien que un gallego herede a otro gallego en un partido fundado, ayer  como quien dice, por un tercer gallego.

El sueño del PSOE de aliarse con C´s

Desde la sede socialista en la calle Ferraz brota a diario un chorreo de bulos pretendiendo que ya está cerrado un acuerdo por el que Pedro Sánchez formará Gobierno de Coalición con el partido emergente de moda, con Rivera de Vice. Es un verdadero insulto a la inteligencia de quienes hacen análisis políticos de la situación desde un prisma de mínima lucidez.

La cosa roza con el despropósito, aunque Rivera no desmienta y se deje querer, porque sus rivales por la izquierda le alimentan así una cierta vitola de progresía y el interesado rumor provoca alarmas y dudas de futuro en La Moncloa. Rivera quiere ser hegemónico en su target, que es el centro derecha comandado hoy por un personaje caduco a corto plazo.  

Al PSOE, partido histórico y centenario aunque  lleve triempo sumido en desconciertos y contradicciones, con un secretario general joven y patentemente ambicioso, Ciudadanos podrá robarle electores, pero desde su posicionamiento ideológico nunca estará a su alcance hacerle una OPA. Descártenlo. Son fuegos de artificio o un desparrame de tinta de calamar para camuflar el verdadero objetivo: comerse al PP.  Repite truco de los magos: mírame esta mano que te enseño pero ignora la otra, que te oculto.

El sueño de una mala noche de invierno agitada por la indigestión.

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